Capítulo 27- Y... Somos amantes otra vez.

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Justin estampó con brutalidad mi cuerpo contra la mesa de billar. Sólo pude reírme ante su actitud de total controlador.

Silencio era lo que reinaba entre nosotros y la verdad es que se agradecía. Porque si me llamaba perra o putita... ¡Le arranco los huevos! 

Entonces su mano levantó aún más el vestido rojo. Él estaba cálido, duro y tan decisivo. Sé que no debería estar haciendo esto pero hace tanto que no tengo contacto físico con alguien. 

La última vez que tuve 'sexo' fue con Wade en la traición. Pero cuando tuve sexo verdaderamente delicioso fue cuando Justin salió del internado y ninguno de los dos se protegió y de ahí salió Ellie. 

Justin volvió a subir más mi vestido y apretó mi trasero. Gemí retrocediendo hacia él pero me detuvo gruñendo. 

-Es increíble lo que he estado aguantando toda la noche, así que estáte quieta y déjame disfrutarte. 

Ante tremenda confesión sólo pude pensar en Natalia. No sé, A Natalia supongo que yo no tenía nada que envidiarle, en fotos era una preciosidad con un cuerpazo increíble y en persona debe de ser una diosa griega. Y yo, vale que también tengo el cuerpo y la cara... Pero creía que Justin ya estaba satisfecho con Natalia y que no necesitaría ninguna mujer más.

Hoy el mundo me ama, parece. 

Apretó otra vez mi trasero y me mordí el labio para no gemir y se inclinó hacia mi. Tomando mi cabello tiró de él hacia atrás para que yo lo mirara.

-Ahora cierra los ojos y no los abras hasta que yo te diga, ¿entendido? 

Asentí, y cerré los ojos. Él me soltó el pelo con suavidad y dejó mi cabeza en la mesa de billar, todo muy suave. Mantuve los ojos cerrados y oí cuando se alejaba. 

Primero cajones, con cuchillos tal vez. Oh mierda. Vale... Debería echar a correr porque todavía estaba a tiempo de huir... ¿Pero iba a dejar mi venganza así a la mitad? Bueno vale, la verdad es que no tengo ni la cuarta parte de la venganza y sé que si no lo tengo a mis pies... Nada servirá, absolutamente nada. 

Oí como volvía. Tomado mis caderas me levantó para estar más firme. Su mano bajó acariciando mis brazos. Quise no gemir pero no lo evité así que él rió suavemente y su risa me trajo tantos recuerdos. 

Cruzó todo el brazo en mi cuello y me levantó con fuerza de la mesa. Me tenía totalmente inmóvil y yo seguía sin abrir los ojos. 

-Justin -gemí con urgencia. 
-Silencio -ordenó.
-Mis... Mis piernas. 

Y volvió a reír en mi oído al notar que me temblaban las piernas brutalmente. Me giró para que quedara enfrente de él y me subió otra vez a la mesa de billar, esta vez yo sentada y sentí un gran alivio al no hacer el ridículo por si me caía o algo. 

Y sus labios fueron directos a mi cuello, gemí y al parecer me lo permitió. Apoyé las muñecas en sus hombros. Madre mía... Justin Bieber estaba demasiado bueno para mi. 

En serio, si soy sincera antes creía que ahora seria un bueno para nada y que tendría a millones de personas haciéndole el trabajo... Me equivoqué. Era demasiado bueno en todo, hasta podías sentir su posición de jefe supremo y dominante cada vez que te tocaba. Y eso me estaba pasando... Me estaba derritiendo ante Justin... No puedo evitarlo. 

Estoy sola, muy sola. Y él es lo más parecido al hombre de ensueño de todo mundo. O sea... Que estoy perdida. Totalmente. 

Sus labios tocaron levemente la cicatriz del hombro izquierdo y siguieron bajando por mi brazo. Y lo sentí. Me estaba atando. 

Adicta al sexo (Justin y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora