Capítulo 1- Venus Cove.

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Era miércoles a tercera hora, por fin faltaba poco para librarme de este infierno de sitio. Odiaba Bryce Hamilton con todo mi ser. Me esforcé por el simple hecho de mudarme a California. Saqué las mejores notas de Bachillerato solo para que me dieran la beca con todo pagado y poder alejarme del frío y húmedas de Luisiana y vivir totalmente independiente del resto que quería controlar mi vida. Ahora vivo en un pequeño pueblo costero llamado Venus Cove en el cual viven todos los alumnos de Bryce Hamilton. Es tranquilo pero aveces demasiado aburrido. Creía que sería de ensueño mi estancia en California, me imaginaba días soleados, fiestas, piscinas, biquinis, fiestas, alcohol, sexo desenfrenado pero la realidad era noches en vela por exámenes próximos, exceso de cafeína, sermones por parte del profesorado... Y peor... ¡Estúpidos que quieren más que un polvo! 

La única parte que se cumplió fue el sexo desenfrenado, siempre hay alguien dispuesto con un pene -ya sea de carne o de plástico- dispuesto a follar como si no hubiera un mañana. 

Hablando de follar... Ayer el chico de ojos azules que está en el grupo de rugby me hizo una propuesta muy interesante mientras yo restregaba la mano contra su amigo disimuladamente. Tal vez lo vea hoy y el viernes hagamos un plan. Sonreí mientras avanzaba por los pasillos de Bryce Hamilton. 

Tenía Historia de la Literatura y ya tenía mi ejemplar de la Odisea en la mano. Caminaba mirando la portada cuando oí risas. Fruncí el ceño y mi vista fue en dirección a las risas. 

Miré con atención quienes se acercaban. Eran el grupito de los populares. Bueno, los pijos. Se decía que tenían dinero y lo gastaban como si fuese papel. No había ninguna chica en el grupo, sólo estúpidos. Sin duda eran todos gays y hacían fiestas de pollas por las madrugadas de los fines de semana. 

Desvié mi vista de ellos, no se merecían mi atención. Nunca me acostaría con ninguno de ellos así que no me interesan. Venían en dirección contraria a mi. Hablaban de fútbol y de chicas. La sirena sonó. 

Una chica llamada Leslie que es asiática y muy estudiosa pasó como un rayo al lado mío porque llegaba tarde a su siguiente clase. Lo siguiente fue que mi cuerpo perdió el equilibrio por su empuje y uno de los pijos pilló mis libros haciéndolos caer al suelo. 

El silencio invadió el pasillo. Todos sabían que conmigo no se tenían que meter. Leslie me miró con pánico y huyó, mi vista fue hacia el chico este. 

-¿Perdona? -dije con falsa amabilidad-. La próxima vez podrías coger un palo y metértelo por el culo.

-Podrías ver por donde vas. Los ojos son para ver al frente. 

-Oh -dije con falsa ofensa hacia mi-. Pero es que como verás, no tenía ojos en la espalda para cuando la zorra esa pasó. 

-Ni yo paciencia para seguir tratando con zorras como tú. 

Los amigos de él aplaudieron sus palabras y todos los demás presentes se preguntaron qué respondería yo. Me mordí el labio para no arrancarle los ojos. 

-Justin -dijo uno de los chicos-. Te vemos en clases. 

El mencionado asintió sin dejar de mirarme. Suspiré y me incliné a recoger mis libros esperando que se fuera. Venía una de mis clases favoritas y no quería arruinarla por un maldito bastardo. 

-Lo sabía -rió y levanté la mirada-. Al parecer te gusta estar de rodillas ante todos. 

Paralizada en el suelo sin levantarme, envolví sus piernas con mis brazos y lo empujé haciendo que cayera al suelo. Me miró confundido y yo dejé los libros en el suelo. 

-Nadie se mete conmigo, que te quede claro.

-Estás loca -bufó y se levantó. 

-Loca pero tu polla nunca ha probado esto -me señalé-. Que pena -chasqueé la lengua y caminé hacia clase otra vez. 

Choqué su hombro y proseguí a caminar hasta la última puerta del pasillo. Entré sin llamar y todos me miraron y tomé asiento cómodamente. Sin nadie al lado. 

-Estas no son horas de llegar.

-Tuve un problema -hice los ojos en blanco-.

-¿Una disculpa? -insistió el profe mirándome a través de sus gafas. Me lo pensé fingidamente.

-No -negué con una sonrisa. 

Asintió y entró Justin pidiendo disculpas por la tardanza. Se sentó al lado mío y yo lo miré de pies a cabeza con desprecio. 

-¿Te di permiso para que te pudieras sentar ahí? 

-Me siento dónde yo quiera, y dónde me salga de la polla. 

Le pateé por debajo de la mesa. 

-Eres demasiado estúpido. 

-Y tú demasiado hueca. 

-Idiota -murmuré-. Ya podrías meterte la polla por el culo y que Ryan te follé mientras tanto. 

El profe se dio la vuelta ante las risitas provocadas por mi. Yo sonreí, le guiñé el ojo y él se puso tenso y nervioso. Amaba ese efecto que causaba en los hombres... Y estaba segura que nadie era la excepción.

Adicta al sexo (Justin y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora