Capítulo 11- Mi virginidad.

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Eran ya las cuatro de la tarde. Me miré al espejo una vez más... Quería estar perfecta para las fotos de Wade. Revisé mi perfil derecho, el izquierdo, el pelo, los labios, los ojos. Todo en orden. 

No tardaría en llegar y me fotografiaría para sus cuadros. Me mordí el labio y noté como me temblaba todo al pensar en Wade. 

Llevábamos un año y algunos meses juntos. Lo conocí porque era novio de una chica que llevaba repitiendo curso como treinta veces y nunca salía del instituto. Lo demás fue pura casualidad porque me lo encontraba en las cafeterías de las afueras. 

En Luisiana no hay mucho que ver en chicos. Todos eran granosos y de piel grasosa. Además por la humedad olían horrible, sin embargo, Wade vino desde Arizona para mudarse a Luisiana. 

Moreno, de cabello castaño oscuro y enmarañado, ojos azules y con su inseparable moto, fueron cautivadores para mi desde un principio. Era el primer chico que me llamaba verdaderamente la atención y cuando me encontró en la cafetería Blue berry me dijo que tenía un perfil precioso y que si lo dejaba hacerme unas fotos. Está claro que yo acepté encantada. 

Él era un encanto y lo sigue siendo. Desperté de mis sueños cuando escuché el rugido de la moto. Chillé mientras intentaba controlar mis emociones de quinceañeras. Oía sus botas pesadas contra el suelo, las cadenas que le colgaban de los tejanos... Hasta su respiración. 

-Hombre, ____ -saludó mientras prácticamente caía a mis brazos y se quedaba dormido ahí. 

-Wade -murmuré-. Estás borracho. 

-No, no -con algo tan simple, a penas le entendí-. Sólo me tomé un par de cervezas y... 

-¿Y tomaste la moto así? -negué con la cabeza mientras lo sentaba en el sofá-. Joder Wade, algún día te matarás. Tienes que ser responsable. 

Me miró con una media sonrisa y sonrió quitándome el rizo que hice a mano y estaba deseando que lo tocara.

-Ya te tengo a ti. Somos la pareja perfecta -sonrió-. 

-Pero yo no puedo ir a buscarte cada vez que estés borracho. Voy a prepararte un café. 

Me levanté y fui directo a la cocina, que quedaba prácticamente a una puerta del salón. 

-No -gimió-. Yo te quiero a ti, ven aquí. 

Reí mientras el agua caliente de la cafetera caía en la taza. 

-¿Dónde están tus padres, te han dejado venir? -preguntó acercándose y se dejó caer en una de las mesas del comedor. 

-Tú ya sabes que te odian. 

-¿Pero por qué? No lo entiendo. 

-Porque eres mayor y dicen que eres una mala influencia. 

-Ya tienes quince años, deberías tomar tus propias decisiones. 

Que Wade hablara así hasta borracho no era una sorpresa. 

-Yo creo que todavía dependo de ellos -dije suavemente. 

Wade clavó sus ojos azules en mi. Lo miré un segundo porque no pude mantener la mirada. Me retorcí los dedos y sacudí los pies. Me sentía intimidada por Wade. Siempre había sido así. 

-A los quince mi madre se suicidó. 

Me vino como agua fría. Tenía razón. Nunca supo quién era su padre y su madre sufría de depresión y se suicidó mientras él estaba en el instituto. Ahora con diecisiete años lo notaba muy perdido pero centrado en seguir adelante y dejar el pasado donde debería estar: atrás. 

Adicta al sexo (Justin y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora