Caminaba por la oscura calle sola con mi tacones en la mano y pensaba en Justin y en su casa.
Era una mansión que quedaba en el acrópolis de Venus Cove y resulta que él vivía solo por lo que Lola tendrá mucho espacio aunque no lo necesite. Había gente que ya tenía resuelta toda la vida.
Y por lastima, Justin Bieber era uno de ellas y se lo tenía muy creído.
Me dieron ganas de reír al recordar lo despistado que era. Entramos a la casa y la tv estaba encendida y la estaba intentando apagar con el móvil.
-¿Qué haces gilipollas? -había dicho yo sin poder creerme lo que mis ojos veían.
-Apagar la... -se dio cuenta.Ambos habíamos reído sin parar.
Ahora reía yo sola en la calle buscando mi casa.
-Hola _____.
Me giré bruscamente y miré a Wade detrás de mi. Iba a llevar a cabo mi plan para vengarme.
-Oh Wade -gemí-. Lola murió esta mañana.
-¿En serio? -se sorprendió pero también pude ver su expresión de satisfacción.
-Sí, llegué a casa después de Bryce Hamilton y estaba muerta...
-Lo siento mucho -me abrazó y volví a sentir su olor... Ahora sólo me daban nauseas.
-Me... Me tengo que ir -dije separándome.
-¿Quieres que te lleve? -preguntó.
-No, necesito pensar.Al parecer se lo tragó muy bien. Me dejó ir y yo sonreí victoriosa, maldito hijo de puta. Sé que quiere acostarse conmigo pero ni loca se lo permitiré... Vale, Wade tenía un físico impactante, tenía una polla de veinticinco centímetros y era buenísimo en la cama pero...
Me hizo mucho daño y por castigo, tendrá castidad hasta los treinta.
Me metí a un callejón para asegurarme que Wade no me seguía. Pasé por la basura hasta el otro lado. Un parking de un viejo club nocturno que era para adultos y seguía funcionando como el primer día.
Veía a unos chicos y adultos apoyados en el capó de un coche azul. Me detuve a ver uno que me llamó especialmente la atención... Tenía el pelo rubio miel, sus ojos especialmente mieles, con su inseparable chaqueta negra de cuero. Me mordí el labio... No quería creer que esto era cierto.
Justin sacó un billete de su bolsillo y ante mis ojos lo envolvió hasta convertirlo en una especie de lápiz hueco. Se lo acercó a la nariz, se inclinó al capó del coche y esnifó la cocaína.
Justin Bieber se metía mierda en el cuerpo.
Di un jadeo de exclamación que hizo que todas las miradas fueran a mi. Miré a Justin negando la cabeza varias veces, estaba tan decepcionada.
Eso explicaba su extraño aroma y sus ojos siempre brillantes. Demasiado brillantes.
-Me encargo yo -dijo un hombre altísimo-. ¿Vienes a comprar?
-No -dije con asco.
-¿Y a esnifar con nosotros?
-No, que asco -dije rápidamente-. Yo no me drogo.Justin expulsó el humo de su cigarro mientras me miraba y examinaba a todos los presentes, tenía la mandíbula apretada por lo que deduje que tal vez estaba ideando un plan para sacarme de aquí.
-¿Entonces que haces aquí? -preguntó el mismo Justin que hablaba ya demasiado lento.
Me quedé mirándolo mientras él seguía fumando tranquilamente. Suspiré.
Justin Bieber era tan poco hombre y tan cobarde que me daba pena. Ahora entiendo porqué actúa como gilipollas y es tan controlador... Una parte de él está totalmente fuera de control, mientras que la otra la fuerza a ser disciplinada y muy exigente.