Capítulo 7. "Quita de encima, infeliz".

945 23 0
                                    

Cuando el peso de Justin fue amortiguado con mi cuerpo, gemí de dolor. Tuvo la intención de levantarse pero se quedó quieto esbozando una sonrisa como las de siempre. 

-Hijo de puta -pataleé-. 
-Dime, bonita -sonrió.
-Que te quites.

Me invadió su olor. Ahora tenía las fosas nasales invadidas de perfume Chanel y chicle de menta y un olor más extraño.

-Sólo tienes que ser educada, _____-repitió con paciencia-. No es tan difícil. 
-¿Y yo tengo que ser la educada? -me exalté-. Tú eres el que ha entrado a mi casa sin permiso y para colmo me has robado. 
-El que grita más no tiene la razón. Y además yo no te he robado.
-Tienes mis dos iPhones en tu bolsillo, no llegaron por si solo. Y encima... Joder, me has roto el brazo y estás atentando contra mi persona.

Justin rió. Al parecer estaba muy cómodo en esta posición. 

-Justin, joder. Quítate. 
-La palabra mágica. 

Me retorcí pero era imposible salir de su cuerpo. Con un poco de impulso tal vez podría pero necesitaba fuerza y no tenía. Las había gastado llorando y volviéndome loca con sus palabras. Yo sabía que yo no era así.

-¿Por qué eres tan controlador? -grité. 

Al parecer le había afectado. Desde aquí podía ver de cerca sus ojos mieles, tenían motitas de colores verdes, más naranjas y hasta veía las negras. Justin Bieber no estaba nada mal. A pesar de ser un mimado proveniente de una familia adinerada y haber nacido en cuna de oro, su físico era abrumador. Era el que más destacaba en el grupo de los pijos, porque siempre estaba solo y tenía un semblante y mirada tan triste que tenías ganas de preguntarle qué tienes en la mirada. Era el misterioso ser atormentado al que todas creían inalcanzable. Tenía el pelo color miel tal vez, era demasiado perfecto, teñido sin duda, pero siempre estaba impecable aunque cambiaba de vez en cuando, o lo llevaba perfectamente peinado hacia arriba o le daba palo peinarse por la mañana y se lo dejaba así. Sus ojos eran cautivadores y penetrantes. Su labios no se veían para nada mal y para colmo, tenía una sonrisa perfecta. 

Eso es lo que odiaba, además de que era un completo imbécil, es que era demasiado perfecto, demasiado recto e implacable con todo y sobre todo... Muy controlador. 

Me lo imagino de adulto dirigiendo el negocio de su padre vestido con un impecable traje gris, con uno noventa de altura, buena musculatura y admirando la ciudad que tenía a sus pies desde el ventanal como controlando que todo estaba en orden, aparecería una secretaria rubia tetona que lo máximo que ha leído ha sido la Cosmopolitan y tendrían sexo asquerosamente delicioso encima del escritorio. 

Pero quitando el traje, el edificio, el ventanal, la ciudad, y la secretaria... Nos quedaba a un adolescente, vestido con vaqueros, zapatillas en su mayoría vans o supras, chaquetas de cuero negras, camisetas blancas y el pelo desarreglado. Como siempre tan interesante. 

Vale, por muy ninfómana que sea, soy chica y no puedo evitar fijarme en todos los detalles. Lástima, Justin es un completo imbécil del que jamás me atraería y mucho menos me acostaría. 

-Justin -suspiré exasperada-. Mi rodilla está peligrosamente cerca de tu pene -advertí. El que avisa no es traidor. 
-Tengo la cara aruñada por tu culpa, tengo un golpe en la cabeza por tu teléfono, todavía tengo la marca de tus dientes en mi mano, tengo la cara entumecida por tus malditas bofetadas y para colmo, me duele la cabeza. Y todo por tu maldita culpa. ¿Crees que eso me importará?
-Que patético eres por Dios. 
-¿Yo patético? -bufó-. Eres tú la que no para de chillar. Encima creo que me dejarás sordo.
-Pues quita de encima, infeliz. 

Justin volvió a bufar y me aprisionó más fuerte. Busqué alguna manera de salir y sólo se me ocurría una. Estiré la pierna y volviéndola a flexionar con fuerza le metí un golpe ahí. Hizo que se echara hacia adelante y gruñera de dolor. Aproveché para intentar escapar así que me hice de lado y tomé impulso arrastrando mi cuerpo por el suelo. 

No funcionó ya que él me tomó de los costados y al hacerme boca a abajo se tumbó encima de mi haciendo que mis pobres tetas dieran al suelo y se me aplastaran. Dios, que dolor. 

-Justin -gruñí-. Quita de encima, infeliz. 
-Eres una hija de puta. 

Oh, otra idea. Se me iluminó la bombilla y me relajé debajo de él. Por muy controlador que sea -y por muy caliente que se vería en traje gris- Justin es un tío y los tíos no hacen otra cosa que pensar con el pene. 

-Justin -dije susurrando.

Levanté mi trasero a la altura de su miembro con un jadeo. Él no opuso resistencia. Reí intentando parecer más coqueta que las clásicas gallinas. 

-Puedes tocarme -dije yo. 

Se quedó quieto así que cuando liberé una muñeca de sus manos no opuso resistencia. Le guié la mano hasta mis bragas. Desde aquí lo pude oír tragar e intentar apaciguar su respiración. 

-Oh, dios -musitó cuando su mano se introdujo dentro de mis bragas y tocó lo que tanto deseaba. 

Estaba claro que al estar en esta posición me había mojado y ahora me estaba tocando. La verdad es que no me importaba, mi cuerpo era compartido y lo menos insignificante para mi. 

-Estás tan... -gimió. 

Cerré los ojos cuando empezó a repasar mi feminidad de arriba a abajo. Sus dedos eran medio deformes pero eran tan ágiles y perfectos. 

Cuando se quitó de encima, me giró bruscamente y vi acercar su rostro a mi... Aparté el rostro con una sonrisa de victoria. 

-Caíste. 

Me aparté de ahí y él estaba completamente paralizado así que me dio tiempo de huir como posesa por mi propia casa, claro que siempre tenía que llevarme mis dos iPhones. 

-Tienes dos minutos para salir corriendo antes de que llame al iceberg. 

Me miró con confusión. Yo sonreí y él intentó acercarse. 

-Iceberg es el tío más grande que verás en tu vida, deberías irte si tienes sentido común. 

Justin gruñó y siguió acercándose por lo que empecé a correr por toda la casa como una posesa. Chillé cuando me alcanzó tomando mi camiseta y tiró de mi. 

-Eres una... 
-Ya me lo has dicho todo -hice los ojos en blanco y di un respingo cuando mi cuerpo impactó con la pared. 

-Justin -reí-. Lo siento. 

Él siguió aún más confundido y retrocedió por haber cumplido su cometido. Le guiñé el ojo y caminé hasta mi sofá en el que me senté y jugué con el móvil. 

-Si te vas cierra la puerta, hace frío. 
-Estás asquerosamente loca mujer. Necesitas ayuda, y urgente. 
-Lo que necesito es follar -lo miré de pies a cabeza-. Y la única polla presente es la de un maricón que la tiene pequeña. Ya podrías irte. 
-Ninfómana de mierda -masculló.
-Cualquiera de tus amigos estarían encantados con que yo fuese una ninfómana. 
-Christian no -dijo con la voz grave. 
-¡Es que ambos sois gays! -sonreí yo-. Hacéis bonita pareja. 
-Te voy a... 

Me levanté y con mi cuerpo le demostré reto. 

-¿Qué harás?
-Te mereces que te golpee ahora mismo. 
-Oh -sonreí-. ¿Quieres que todo mundo de conozca por el hijo de puta que golpeó a una chica? Irías a la cárcel.
-He estado en peores y créeme bonita, he salido impune. 
-Pero yo me aseguraré que no te vaya tan bien. 
-¿Crees que yo me dejaré? 

Reí. Que cínico era, tenía muchas ganas del golpearlo.

-Justin, podrías irte. 
-¿sabes? Creo que te haré caso, de todas maneras... Iras a la fiesta esta noche -sonrió-. Y te veré.

Comencé a reír a carcajadas mientras él me miraba confundido.

-La fiesta es el próximo viernes. Kata miró mal la fecha, pedazo de animal. 
-Oh... Tendré una semana completa para verte. 
-Ahora podrías irte -le empujé y lo guié a la puerta-. Tengo plan para esta noche y no quiero que tu me lo arruines. 
-¿Por qué? ¿No quieres que lo vea? -rió. 
-La veas. Es demasiado preciosa para ti. 

Vi como si mandíbula cayó desencajada por mi brutalidad. 

-Además no quiero que te la quedes porque me toca a mi. 
-¿Una chica? 
-Oh, el gran Bieber descubrió América. 

Cuando el ya estaba afuera, con todo el descaro del mundo, me quité la camiseta. Vi como abrió los ojos al verme en sujetador y yo sólo sonreí. 

-Ahora si me disculpas... Iré a ducharme. 

Le cerré la puerta y con toda la paciencia del mundo subí a mi habitación. Tiré la camiseta encima de la cama y algo me llamó la atención... En la cama había un papel. Con mucho cuidado fui y lo cogí... 

Oh, mierda. 

<El fuego de mi lago aguarda a mi dama>

Adicta al sexo (Justin y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora