Veinte

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Estaba tendida en la cama, mirando a la nada. Un brazo de Ethan estaba rodeando mi cuerpo, escuchaba sus leves ronquidos. Él había dicho que no se dormiría hasta que yo no lo hiciera. Tuve que hacerme la dormida para que él pudiera descansar. Miraba a la ventana, las primeras luces del amanecer estaban apareciendo. Sentía una sensación en mi pecho pero ni siquiera era capaz de describirla. Traición, tristeza, soledad.

No sabía si había sido una buena idea saber que estaba vivo. Saber que él había todos estos años vivo y ni siquiera había intentado comunicarse conmigo hasta ahora, me dolía. Levanté con cuidado el brazo de Ethan y me levanté con cuidado de no despertarlo. Caminé descalza hasta la cocina. Abrí el armario y cogí una botella de whisky y un vaso. Me senté en el sofá, acompañada de la tenue luz de la madrugada y abrí la botella.

Respiré hondo cuando me acabé el primer vaso y volví a echarme otro. No iba a volver a llorar. Había tenido suficiente, era una persona fuerte y no necesitaba hacerlo. Ethan me había tenido que recoger del suelo cuando mi padre se fue. Me había negado a irme, pero terminó cogiéndome y llevándome al coche mientras que me consolaba. Me había consolado de camino a casa y también cuando nos acostamos.

Las palabras de mi padre rondaban mi cabeza mientras me bebía el tercer vaso. ¿Quién quería hacerme daño? ¿Por qué debería de alejarme de Ethan? ¿Es que él acaso se alejó de mamá? No, pasó lo que pasó.

Lamí mis labios. ¿Estaría Ethan en peligro por estar conmigo? Respiré hondo y sentí mi garganta arder cuando el alcohol pasó por ella. Cogí la botella y dejé el vaso vacío encima de la mesa. Cogí el paquete de cigarrillos de la mesa y me fui al patio trasero.

Solo llevaba una camiseta, así que mis piernas sintieron el frío cuando me senté en el columpio que tenía en el porche. Me encendí el cigarro y cogí la botella.

Desde que mamá había fallecido, había odiado mi vida. Intentaba ver la parte positiva, tenía a papá. Cuando desapareció, no hubo ninguna parte positiva. Hubiera deseado morir en aquel sitio. No merecía la pena vivir. La vida se había encargado de destrozar mi corazón y mi alma. No tenía nada. Estaba completamente vacía, y eso me asustaba. No era capaz de mostrar mis sentimientos, ni siquiera sabía si los tenía. Con Ethan me había dado cuenta de que podía llegar a sentir algo, y estaba asustada. No quería querer a nadie, no quería confiar en nadie porque sabía que después todo acabaría.

Cuando maté a la primera persona, me di cuenta que no era tan malo como yo pensaba. No me sentía culpable y no me importaba verla morir desangrándose en el suelo. Como si esa persona hubiera sido la culpable de todo lo que me había pasado. Me había ganado un nombre por lo fría y despiadada que era. ¿Quería eso? No, yo solo quería encontrar a Susan y a Steve y vengarme. Torturarlos y después matarlos lenta y dolorosamente.

Pensé en Austin y en todo lo que me dijo. Su historia cuadraba.

Cuando me sentí lo suficientemente mareada, dejé la botella en el suelo y me tendí en el columpio, agradeciendo los cojines que Bella me había comprado para ponerlos allí. Miré los árboles, el césped, y cómo el cielo se iba poniendo azul.

Abrí los ojos con dificultad y carraspeé. Estaba en mi habitación, tapada con la sabana. Cerré los ojos y me quedé allí tumbada hasta que quise ir al baño. No debería de haber bebido tanto. Me duché y bajé. Ethan estaba sentado en el sofá, viendo la televisión. – Hola – susurré. Me senté en uno de los sillones que estaba cerca del sofá.

- Hola – dijo dejando su móvil a un lado, ambos nos miramos. - ¿Puedo preguntarte que hacías dormida en el porche? ¿Sabes lo que me costó encontrarte esta mañana? – apoyó los codos en sus rodillas. Estaba sin camiseta y sus músculos se marcaban en esa posición.

4. Saga Cree en mi - Bang BangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora