Epílogo

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Justin

Me quedé en el coche, apretando el volante entre mis manos, viendo mis nudillos blancos. Estaba en aquel cementerio donde había estado varias veces, ese cementerio que tenía una parte de mi corazón enterrada en él. Siempre me había costado venir a verla, y hoy no era la excepción.

Tampoco sabía qué hacía aquí. Mi mujer estaba enterrada ahí en un bonito ataúd de madera pero su cuerpo ya no estaba, seguramente solo quedarían sus huesos. Cerré los ojos con fuerza, imaginándolo. Mi labio inferior tembló y una lágrima rodó por mi mejilla. Apreté con rabia y dolor el volante y miré hacia mi derecha, donde por la ventana del copiloto podía ver el camino hacia la tumba de Aria.

Sorbí mi nariz y limpié mis lágrimas. Me bajé del coche y lo cerré. Guardé la llave en el bolsillo y caminé hacia donde estaba enterrada mi mujer. Solo se escuchaba el sonido de la hierba bajo mis pies, no había nadie alrededor.

Llegué frente a su lápida y leí su nombre en ella. Recordé cuando abrí la puerta y la encontré, mirándome tímida e insegura. Con sus grandes ojos marrones y su pequeña nariz roja a causa del frío. Su cálida sonrisa y mirada, esas que me hacían sentirme en casa. Su tacto y su olor, su pequeño cuerpo entre mis brazos, haciéndome sentir amado por primera vez.

Me arrodillé y dejé mis brazos caer a mis costados. - Te he fallado, mi amor. - dije con lágrimas en los ojos. - No pude proteger a nuestra niña cómo te prometí. Lo intenté, pero fracasé. La dejé sola, confíe en quien no debía. Me sentía tan solo - negué con la cabeza. - Te necesito tanto. - empecé a llorar y tape con una mano mis ojos. - Convertí a nuestra hija en lo que odiabas, estuve a punto de perderla, no sabía cómo arreglar todo. No sabía que hacer - limpié mis ojos con rabia.

Respiré profundamente, mirando la fecha de su muerte. - No deberías haber sido tú. Sigo despertándome con la esperanza de verte a mi lado de nuevo. La última vez que te vi estabas muriendo en mis brazos, por mi culpa. Me decías que me amabas. - sollocé. - Me amabas y no te valoré como debería. No valore a mi familia y no sabes cuánto me arrepiento. Acusarte de serme infiel... - negué con la cabeza. - Si en vez de enfadarme, os hubiera sostenido entre mis brazos y os hubiera protegido, nada de esto habría pasado. Estaríamos viendo a nuestra hija crecer, juntos. Te prepararía ese té que te gustaba tanto y te observaría leer en el jardín trasero.

Sorbí mi nariz y cerré los ojos. Recordándola. Recordando a mi pequeña y valiente mujer. Recordando los hoyuelos que se le formaban en sus mejillas al sonreír, o el brillo en su mirada. Sus delgados dedos entrelazados con los míos y su risa. Oh, cuanto la echaba de menos.

Recordé el día que le pedí ser mi prometida. Ella irradiaba luz y no pude evitar ponerme nervioso. Sabía que ella me amaba, y que estaba esperando un hijo mío, pero ¿Querer casarse con un gánster? Le había dicho que no podía darle un cuento de hadas.

No quiero un cuento de hadas, solo te quiero a tí. No quiero ninguna especie de príncipe azul en mi vida. Haces tu trabajo de novio muy bien.

Ojalá hubiera sido un príncipe azul para ella. Ojalá me hubiera dado cuenta de lo que tenía antes de perderlo. La había perdido muchas veces, pero ambos sabíamos que volveríamos a estar juntos. No podía vivir sin ella y no se lo había demostrado lo suficientemente bien. Le había dicho innumerables veces que la amaba, pero ¿Se lo habría demostrado? ¿Sabía ella que mi corazón era completamente suyo? Toda mi alma estaba enterrada con ella.

— No puedo imaginar que lo que hay aquí abajo ya no seas tú. - toqué la tierra. - No es tu cuerpo y tu rostro como lo recuerdo. Necesito que vuelvas, nena. - lloré. - Necesito volver atrás y hacer las cosas diferente. Necesito que estés conmigo. Estoy tan jodido aquí - señalé mi corazón. - Solo tú conseguiste que te amara, y ahora no hay nada aquí dentro. Todo está contigo. Vuelve conmigo, te echo de menos, mucho. No puedo vivir sin ti, lo he intentado, para seguir cuidando de nuestra pequeña, pero no puedo más Aria, me siento tan mal... - sorbí mi nariz. - Te merecías el mundo y te encerré en una caja de madera a seis metros bajo tierra. - negué con la cabeza sintiéndome derrotado.

4. Saga Cree en mi - Bang BangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora