Veintisiete [II]

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Justin

Aria me sonrió y la seguí. Estaba preciosa en ese vestido floreado que llevaba. Soltó la mochila del instituto en medio del camino y empezó a correr. Fruncí el ceño y empecé a correr tras ella, escuchando el eco de su risa. ¿Sabía acaso donde se dirigía? Los árboles a nuestro alrededor nos tapaban el sol y la temperatura era realmente buena.

Vi el cabello de mi chica ondear mientras ella seguía corriendo. Intenté alcanzarla, pero no lo conseguía. Había una luz al final de aquel camino, y cuando llegué, vi que había un lago. Aria estaba de espaldas a mí, quitándose el vestido que llevaba. Lo dejó caer por su cuerpo y la vi desnuda. Solo llevaba la ropa interior inferior. Su pelo ondulado caía por su espalda desnuda, giró su rostro y me sonrió. Sentí mi corazón latir con fuerza. Amaba a esa chica y no era capaz de dejar de mirarla.

Me quité los zapatos mientras me quitaba la camiseta y la tiraba al lado de la ropa de Aria. Me quité los pantalones y no tardé en llegar al lago. Ella me miraba y sonreía. Me metí poco a poco y llegué a ella. El agua estaba fría, pero no me importaba. La cogí por la cintura, acercándola a mí. Ella puso sus manos en mis mejillas y me besó, mordiendo mi labio inferior y separándose de mí.

¿Me quieres? – me preguntó en un susurro.

Con todo mi corazón.

Volvió a nadar. Moviendo sus brazos para ir más atrás. Fruncí el ceño y la seguí.

Aria – la llamé. ¿Dónde iba? Ni siquiera dábamos pie en el sitio donde estábamos.

Sentí algo agarrando mis pies y tiró de mí hacia abajo, haciendo que me sumergiera. Cerré los ojos y aguanté la respiración mientras intentaba zafarme del agarre que tenía.

Cuando volví a abrir los ojos, lo primero que vi fue a Aria llena de sangre entre mis brazos. La miré asustado. Ella me miró. – Ha sido tu culpa – susurró con voz ronca.

Me desperté sobresaltado. Mi respiración estaba agitada y mi frente estaba cubierta por una capa de sudor. Escuché ruidos y gritos y miré a la puerta cerrada. ¿Qué pasaba? Me levanté y me vestí para después coger la pistola. Escuché disparos fuera y abrí la puerta. Todo era un caos. Fui corriendo a la habitación de Susan, la puerta estaba abierta y había una chica de pelo rojo allí. No dejé de apuntarla cuando ella me miró. Susan estaba sentada en la cama, mirando con horror la situación. Alguien me apuntó a mí y por el rabillo del ojo vi que era Austin. Uno de los otros guardaespaldas de Susan entró y apuntó a Alice. – Vaya, la familia reunida. – Dijo Susan – Qué bonito – sonrió cínica. – Te he esperado mucho tiempo, Alice. Sinceramente, me ha gustado veros sufrir. Estaba esperando en el momento del reencuentro y la venganza. Y supongo que ha llegado.

Miré a mi hija, que apretaba su mandíbula y la miraba con rabia. Ella me miró – Quiero hacerle lo que me hizo. – aún tenía mi pistola apuntando a su cabeza.

— No vale la pena, cariño – apunté mi pistola a Susan y le disparé. Escuché otro disparo y supe que Alice había matado a Hugo.

Mi hija y yo miramos el cuerpo sin vida de Susan. Un perfecto disparo en la frente empezó a manchar la almohada de sangre. – Les diré a todos que ha muerto para que se rindan – escuchamos la voz de Austin pero ninguno de los dos lo miramos. Pasé mi brazo por sus hombros y ella me abrazó.

— Ya ha acabado todo – susurró.

— Sí, nena. Ya ha acabado todo. Puedes irte, yo me encargaré de Daniel.

Negó con la cabeza – Lo haremos juntos. No quiero perderte, papá. Además, Daniel tiene a Ethan. – Me miró – Tengo que ayudarlo.

Su mirada triste hizo que mi corazón se encogiera y de que todo lo que yo había vivido con Aria pasase cómo una película por mi mente. Sabía lo que era que secuestraran a quien amaba. Sabía lo que era la preocupación y el dolor, no iba a dejar que Alice pasara por eso más.

4. Saga Cree en mi - Bang BangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora