Uno de los fuertes de Mel es su olfato, es capaz de encontrar casi cualquier cosa. No necesita objetos de la persona que busca, Mel se centra en su poder. Un verdadero alfa huele a fuerza y seguridad.
Quiere encontrar al alfa que buscaba su manada, ellos habían dicho que él y su manada habían luchado contra muchas cosas y siempre habían sobrevivido. Es justo lo que Mel necesita, ayuda.
Camina con cuidado por las calles de Beacon, ya ha salido del bosque, ahora necesita tener cuidado y no encontrarse a nadie más. A saber qué pensarían los peatones si una chica sucia y mal vestida, descalza y débil andara por las calles olisqueando el ambiente.
Mel no entiende lo que le ha sucedido a su manada, empezaron a deteriorarse hasta morir y ahora ella es una omega solitaria.
En un principio ella nunca quiso invadir una propiedad, y la intimidad del alfa, pero en cuanto llega a su casa no tiene más remedio que entrar. La casa era grande, de dos pisos y es de color crema. Con rematados en madera oscura y con un decorado bastante acogedor. Tiene la puerta de entrada cerrada y a Mel no se le ocurre nada mejor que entrar por una ventana.
Mira a los lados, nadie. Se dispone a subir la pared sin dañarla mucho, sube lentamente hasta llegar a la ventana del piso superior. La abre con cuidado y se cuela dentro, es el cuarto del alfa, aquello apesta a lobo adolescente. Todo está hecho un desastre: cama deshecha, libretas abiertas, ropa tirada y cajones desordenados.
Mel husmea por todo el cuarto y decide bajar para ver si alguien la acompaña, pero está equivocada. Entra en la cocina y abre la nevera; se muere de hambre.
Come acostada en el sofá, esperando a que sus heridas se curen, pero como de costumbre sólo duran un par de minutos. Recuerda haber visto un señor sacándoles fotos a ella y a su manada antes de desmayarse. Pero la imagen es demasiado borrosa. Mel siente que la vida le da muchas oportunidades para sobrevivir y que debe aprovecharlas.
Disfruta de una pequeña siesta y sube al piso de arriba, cotillea los libros del alfa. Resulta ser un adolescente de diecisiete años bastante aplicado. Mel no entiende nada de sus libros, cuando vivía con su manada no iba a la escuela, sólo fue hasta los siete años.
Es increíble pensar en ello, le encantaría volver a ver a su padre, pero no podría ya que se volvería loco al ver a su hija muerta. No quiere volver a ver a su hermana Malia, ella le arruinó la vida y nunca se lo perdonaría. Por eso ruega que se encuentre lejos de este lugar.
Melott Tate había vuelto a su pueblo, donde vivió y se crió hasta esa fatídica noche.
La puerta de la entrada se abre y Mel se asoma por la escalera. Una mujer de pelo negro rizo llega con más comida. Mel se ha pasado, casi no les quedan reservas, pero es que no había comido en días.
La mujer se dirige a la cocina, pocos segundos después pega un grito y vuelve a la entrada a tomar el teléfono. Marca las teclas con furia y espera la respuesta.
--- ¿Scott?...no me vengas con sí mami, ven inmediatamente a casa. Y trae a Stiles--- suspira--- Tenemos que cambiar las llaves de esta casa cuanto antes...
Dicho eso cuelga y Mel se queda quieta, no comprende nada. Vuelve al cuarto del chico y se sienta en la cama mirando a la nada. Se ve en el espejo, su ropa es un asco y puede dar bastante miedo. Ha estado en peores situaciones estilísticas.
En pocos minutos la puerta se abre y se escuchan voces desde abajo, Mel las oye perfectamente desde el cuarto. Huele la esencia del aire, el verdadero alfa ya está aquí.
--- ¿Qué ocurre ahora mamá? Estamos bastante ocupados--- dice una voz masculina.
--- Por si no lo sabe, hay un par de sicarios que nos quieren muertos--- dice sarcásticamente otra voz masculina.
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Una Tate |Teen wolf| #TWAwards
Fiksi PenggemarMelott Tate, la 'hermana' de la supuesta Malia Tate sigue viva. ¡Imposible! Pues no, cuando Melott fue atacada por la descontrolada Malia en una de sus primeras lunas llenas, murió. Pero todo el mundo sabe que si las garras de un coyote profundizan...