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La primavera el verano y el otoño transcurrieron en un tiempo tan veloz que pudo asustar hasta al mas mínimo ciudadano sin intensión de notar las estaciones o que tan rápido se iba el tiempo.

Pero no fue hasta mitades de otoño, cuando me encontraba en 5to año de escuela en cuanto me entere de la noticia escuchando, como siempre detrás de la puerta del cuarto de mis padres.

Y si bien había oído, mi madre había conseguido un trabajo a unas cuadras de nuestra casa, fue o único que llegue a captar ya que mi hermano me descubrió y me mando nuevamente hacía mi cama, me recosté en ella y le conté lo que ocurría.

Pero el no le dio importancia a mi comentario, estaba muy cansado de trabajar de ayudante en un taller de motocicletas para cubrir alguno de los gastos de la casa.

Quede toda la noche pensando, pero no fue hasta el otro día en la noche que mi madre me lo confirmo.

—Entonces, ¿no iré mas al colegio?— había preguntado entre susurros.

Ella había negado, tal vez a algunos pudiera haberle causado felicidad, hasta tal punto de agradecer, pero me ocurrió todo lo contrarío, sentí como si me estuvieran arrancando algo que me pertenecía únicamente a mi.

—Tu madre comienza a trabajar, caramelo— murmuro mi padre—. Necesitamos el dinero si no queremos que nos echen de la casa por las deudas— susurro bajo, y apretó sus labios observando a mi hermano, el cual sabía que desde finales del año pasado había dejado el colegio por la misma razón—. Y necesito que te ocupes de tu hermana mientras tu madre no esta.

Sentí la necesidad de gritar y negar, pero solamente me límite a agachar la cabeza y terminar asintiendo.

Un amor de dictadura. (Uruguay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora