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Las familias ya no podían mantener la calma ni en el día y mucho menos en la noche. Habían toques de queda, una hora donde se dictaba no poder salir, y si lo hacías podías ser severamente castigados por los militares que rodeaban toda la zona del Uruguay.

Los militares invadían propiedades privadas, hogares de familia, y hasta incluso los comercios buscando pruebas que justificaran no estar a favor con sus ideologías de acaban con los partidos políticos.

Aquello era lo que siempre me había contado papá.

Algunas veces los hombres vestidos de azul entraban a nuestras casas. Recuerdo haberme escondido debajo de la cama con miedo una vez que los vi, primero golpearon la puerta, pero mi padre se había resistido abrir, y segundos mas tarde escuche unos forcejeos y sus pisadas dentro de mi hogar.

No era tan pequeña para desconocer lo que querían, mi padre siempre me lo recordaba cada noche, e inclusive hasta en unas ocasiones me había dispuesto a observar las cosas que ellos se llevaban de mi casa.

Destruían los hogares buscando revistas, afiches, vinilos o hasta recortes de revista que tuvieran algo que ver con los partidos políticos.

Destruían hogares.

Robaban niños.

Violaban mujeres.

Tenía miedo de ellos, por esa razón me quede acurrucada bajo la cama observando como mi hermano estaba en el marco de la puerta mirando lo que sucedía. Y media hora después se habían ido de la casa, fue allí cuando decidí por fin salir de mi escondite.

No, claro que no, nada estaba en orden, y tenía miedo de perder a mi familia, tenía miedo de los militares, tenía miedo que nos descubrieran, pero mas tenía miedo de jamas volver a recuperar la libertad.

Por eso luchábamos, por libertad.



Un amor de dictadura. (Uruguay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora