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No fue hasta que cumplí los doce años y medio, cuando desperté una mañana por los gritos que provenían de afuera, me levanté y aunque sabía que tenía prohibido volver a husmear, no me importo y me baje de la cama.

Gatee sin ser escuchada por nadie y me dirigí hacía la ventana, en donde espíe con las rendijas de la estera, allí se encontraba el señor y la señora Gomez.

Y ya que lo veía con mis propios ojos, sus rostros emanaban felicidad, así que los gritos también eran de felicidad.

Pero no solo sus risas acompañadas con las de mis padre y hermano llamo mi atención.

Claro que no solo fue eso.

Pude observar como un chico se recostaba a un árbol medio sonriendo, masticaba un trozo de pasto seco y tenía la dentadura mas perfecta que pude ver, sonreí inconsciente.

Y luego escuche como mi padre pronunciaba su nombre.— Así que Pablo esta de vuelta.

Así que Pablo esta devuelta.

Aquella frase había estado rondando mi cabeza todo el día.

Un amor de dictadura. (Uruguay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora