11. Primer plan errado

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Salí del instituto con una sonrisa.

Por fin mis vacaciones habían llegado. Podría disfrutar del verano y no tendría que estudiar más por unos meses.

-Te verás con él, ¿cierto? -me susurró Vanessa al oído mientras comenzábamos a caminar hacia nuestras hermosas casas.

-¿Con quién?

Sabía perfectamente a quién se refería, pero no quería que interpretara mal las cosas con Theo, yo sólo lo estaba ayudando con eso del futuro y claramente no se lo podía explicar a nadie.

-Sí -así que decidí que era mejor que ellas pensaran lo que quisieran. Porque si yo no hablaba de él, ellas le investigarían la vida. Y no era la mejor opción dejar que supieran todo lo que ocurría con Theo.

Me sonrió.

-Podríamos hacer una cita doble, tú con él y yo con John -tomó mi brazo emocionada mientras caminábamos.

-Tú estas peleada con John -le recordé y reí.

-Cierto -rió también.- cuando ya no lo esté, saldremos los cuatro.

Con sus palabras me di cuenta que estaba decidida a perdonar a John, e hice lo posible por no demostrar la emoción que sentía por dentro.

-Bien -me arrepentí de haberlo dicho.

Theo me mataría si se enteraba de todo lo que mis amigas y yo hablábamos de él. Hice lo que pude pero en nuestro grupo nos contabamos todo, y no podía dejar que pensaran que les ocultaba algo, aunque sí lo hacía. Y no era solamente ocultarles algo, les estaba ocultando algo terriblemente enorme.

Apenas Vanessa tomó un camino diferente al mío, decidí llamar a Theo y avisarle que estaba llegando a casa.

-Estoy en el fondo de tu casa -dijo antes de que le dijera nada.

-¿Qué?

-Te estaba esperando -sentí su risa. Sus palabras eran perfectas para una historia de terror.

-¿Era necesario trepar el portón? ¡Van a pensar que eres un ladrón! -grité a susurros mientras ya veía mi casa acercarse.

-Lo siento, juro que nadie me vio.

-Bien -intenté tomarme lo que había hecho como algo normal pero es que era imposible. Todavía no podía verlo como a un conocido, ni siquiera le tenía total confianza como para que trepara mi casa.

Al abrir la puerta ya había asimilado un poco la idea de tener a Theo siempre metido en mi vida, o estaba cerca de mi casa, o en mi teléfono, y había que aceptar que ambos compartíamos algo muy valioso. Lo que le había ocurrido a él solamente estaba entre nosotros dos.

Cerré la puerta de entrada y me dirigí corriendo a la cocina, para mirar por la ventana hacia el fondo.

Me sobresalté cuando corrí la cortina y vi su cara pegada al vidrio. Sin embargo él empezó a reír a carcajadas.

-Tendría que haber grabado tu cara -me dijo riendo cuando le abrí la puerta.

-Te odio -lo dejé pasar y vi como se sentaba en el taburete de la cocina.

-Dime que hay pizza -no pude evitar reír.

-Sí hay, pero no te daré -abrí el grifo y enjuagué mis manos, para luego abrir la heladera y admirar la hermosa pizza.

Volteé y lo ví con la boca abierta.

-¿Cómo que no? -protestó.

-Por asustarme -le eché la lengua y puse a calentar la comida.

El chico del futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora