31. Abriendose por primera vez al futuro

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No quería estar entre sus cosas, realmente no quería ver todo lo que podía hacerle mal; pero al mismo tiempo sí quería estar junto a él. Ya no era un simple conocido para mí.

Se notaba que el señor Hundson entraba muy pocas veces a limpiar allí, y se me ocurrió que tal vez le daría melancolía ver donde su hijo había dormido gran parte de su vida, y junto con ello tantos recuerdos y pertenencias.
Me quedé junto a él mientras abría y cerraba cajones, observando un buen rato algunas cosas, y ocultando un par de lágrimas cada tanto. Pero no dije nada. Solamente observé con el bebé en mis brazos quien luego de unos minutos se durmió y lo dejé en la cama de la otra habitación.

Se detuvo un instante al haber encontrado unos cuadernos de la escuela pertenecientes a su padre, se sentó en la cama pero antes de siquiera abrir alguno, suspiró y subió su mirada a la mía.

-Me siento solo.

Observé cómo dejaba las cosas a su lado y lo único que hacía era parpadear rápido para evitar que se le escapara alguna lágrima.

-¿Puedo preguntar por qué? -susurré y me acerqué un poco. Asintió.

-Estoy solo, mirando las cosas; las fotos, las cartas, incluso el polvo asqueroso que hay aquí. Es como si fueras un fantasma, sólo observas -suspiró y fruncí el ceño.

¿Quién lo entendía?

-Te dije que no me metería en tu vida. Te abrí literalmente las puertas a esta casa para poder encontrar la piedra. Es lo que querías.

No dejaba de fruncir el ceño, me estaba inquietando. Tampoco quitaba su mirada de mí.

-Claro que no. No quería que me prohibieras llorar. Tal vez tengas razón en que esta mierda me haga mal, pero es la forma que tengo de estar con ellos otra vez. Y si tengo que aprender así, lo haré... -una pequeña gotita salió disparada de su ojo, pero la quitó al segundo- valoro mucho que te preocupes por mí.

Me acerqué y me senté a su lado, observando el suelo de madera.

-No me gusta verte mal, aunque sean recuerdos. Y si lo mejor era dejarte hacerlo solo, lo hice. Creí que era lo que querías.

-No lo era. Me gusta estar contigo -subí la mirada y no pude sacarla de la suya, le sonreí débilmente y me dio un corto beso en los labios que me dejó sin respirar.

Tomé el cuaderno que dejó a su lado y se lo tendí para que siguiera mirando, lo abrió y pudimos visualizar el nombre de su padre en un lápiz borroso. Todo estaba viejo y muy mal cuidado.

Rió.

-La letra de mi padre era un desastre.

-Era un niño, idiota -golpeé su hombro.

Hojeó rapidamente el libro y lo volvió a dejar donde estaba, la verdad no era muy interesante ver dibujos y letras viejas.

Se paró a los estantes que tenían unos grandes trofeos.

-Era increíble en el fútbol -volteó a verme y me paré junto a él. Sobre la madera también había una gran cantidad de medallas- un día se lesionó, lo operaron e intentó seguir jugando al menos con sus amigos... pero la rodilla no puede esforzarse tanto -suspiró.

Pasé mi mano por la placa de uno de ellos y le quité el espeso polvo que tapaba las letras doradas, ¿cómo podían descuidar recuerdos tan bonitos de esa manera?

-Y ahora, mejor dicho... en el futuro, ¿cómo está?

Se encogió de hombros.

-Los años hacen que le cueste caminar un poco, pero los médicos lo operaron hace unos meses por segunda vez -se dirigió a la mesa de luz- está mejor... -abrió el primer cajón, en el que solamente había mugre, luego abrió el segundo y encontramos una solitaria pluma.

Suspiré.

-Estoy considerando seriamente que haya escondido la piedra y los papeles en las maderas del suelo -reí y volteó sonriendo.

-Si no está en esta habitación, me rindo -se sentó en la vieja cama- estamos hace días con esto y no tenemos ni huellas de esa piedra de mierda.

-No seas ridículo, tenemos la casa entera para buscar.

Me dirigí al pequeño armario y abrí sus puertas, había un par de prendas colgadas y unas telas de araña que no me gustaban para nada. Me arrodillé y golpeé la madera del fondo, había visto en películas que allí se guardaban cosas misteriosas, pero no era el caso. Sentí su risa detrás de mí.

Me acosté en el suelo y comencé a rodar para ver si el piso hacía ruido. Sí, parecía una maldita loca.

-¿Esto es en serio? -Theo reía a carcajadas, me detuve y lo miré desde abajo.

-Bien, tal vez me burlé de ti la otra vez. Pero quién sabe si tu abuelo no vio películas de suspenso -reí y golpeé el suelo un par de veces.

-Ya, no hay nada aquí, sigamos -se levantó de la cama y me tendió su mano, frustrada la tomé y me paré junto a él -no puedo creer que hayas hecho eso...

-Supongo que algo que te lleva al futuro no puede estar a la vista -salimos de allí y asintió con la cabeza.

-Buen descubrimiento -lo golpeé mientras entrábamos a la habitación del señor Hundson y veíamos cómo el bebé observaba el techo y movía sus manitos.

-Yo cuando era pequeña parecía endemoniada, gritaba y lloraba todo el tiempo, y tú lo único que haces es mirar el techo o dormir -rió y tomó en brazos a su niño pasado.

-No quiero imaginarte de pequeña... tan fea y llorona -el niño no dejaba de observar a su alrededor con los ojos enormes, daba hasta miedo.

-¿Puedo hacerte una pregunta? -lo seguí mientras salía al pasillo.

-¿Tengo que asustarme? -caminó hacia las escaleras y mientras bajábamos pensé bien. Hubo unos segundos de silencio.

-¿Qué es lo que más extrañas? -no contestó hasta que bajó el último escalón y se detuvo observando el suelo. Creí que no contestaría pero volteó a verme.

Suspiró.

-A mi papá... a mi perro -no pude evitar reír- las idioteces de mis amigos -sus ojos estaban rojos- y a Danne.

Analizó mi cara repleta de confusión por ese nombre desconocido. ¿Acaso se estaba abriendo y contandome de su vida?

-¿Danne? -asintió.

-Es... complicado. Mi madre desapareció de mi vida, se separó de mi padre y prácticamente se olvidó de mí. La veo cada mil años. -suspiró- Y Danne es la esposa de papá, mi madre de corazón.

O era muy sensible o Theo se encargaba de hacer que llorara más seguido de lo normal.

Sabía que algo raro había con su madre porque su reacción al ver aquella foto en la que aparecía de joven no había sido muy alegre.

-Danne es el Fernando de mi vida -rió por mi comparación- Él apareció luego de papá, no es como él, no, pero si es eso que mamá necesita.

-Me gustaría que la conocieras -sonrió- y a mi perro.

-Quieres mucho a tu perro... -largué una carcajada.

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⏰ Última actualización: Dec 24, 2016 ⏰

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