15. Lo siento tanto

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Vi como Hundson entraba a su auto y al voltear a mi derecha Theo estaba mirándolo completamente pálido.

-¿Estás bien? -le pregunté tomándolo de su brazo y haciendo que me mirara.

Sus ojos se enfocaron en mí con dificultad y me di cuenta que haber visto a su abuelo le había hecho muy mal. Me imaginaba volver a ver a mi abuelo muerto y se me erizaba la piel de sólo pensarlo.

-Está tan jóven... -bajó la mirada y suspiró.

-Lo siento -me sentía culpable.

Negó con la cabeza y se hizo un largo silencio, en el que imaginé que estaría pensando en sus recuerdos con su abuelo, y quise darme la cabeza contra la pared. ¿Cómo había podido insistirle tanto en hacer algo así? ¿Cómo no me había dado cuenta de lo traumático que sería para él?

-Quiero hablar con él -se paró y ambos miramos como el motor del auto comenzaba a sonar.

-No, Theo -lo detuve tomando su brazo y se volteó a verme.

-Lo extraño -susurró.

Sentí un nudo en la garganta y me picaron los ojos.

-Lo sé... -dije en un hilo de voz. Sentía mis ojos aguados tanto que si parpadeaba caerían las lágrimas. No podía dejar de sentirme culpable. Nos quedamos en silencio mientras aún lo tomaba del brazo y ambos mirábamos como su abuelo se alejaba en el automóvil.

Lo solté y suspiró. Sus ojos estaban tan aguados que parecían el mismísimo cielo de lo celestes que estaban.

-Lo siento tanto... -tapé mi rostro con mis manos lamentándome y repitiendome una y otra vez lo idiota que era. ¿Qué había pensado? ¿Que vería a su abuelo así como si nada? ¿Como si no lo extrañara? ¿Como si no necesitara volver a verlo después de dos años?

-No llores -sentí como sus brazos me envolvían y quité las manos de mis ojos para abrazarlo también.

Sabía que un par de lágrimas estaban mojando mis mejillas pero cerré los ojos y respiré hondo. Me sentí la peor persona del mundo, sentía que lo había obligado a hacer algo que lo lastimaría.

-No te preocupes... -susurró y se separó de mí. Sequé mis lágrimas y lo miré a los ojos.

-No sabía que sería tan horrible para ti.

Intentó sonreír a pesar de que lo único que logró fue una mueca.

-No fue horrible -hubo un pequeño silencio en el que suspiró.- fue lindo volver a verlo. Está distinto, y es algo raro... Pero lo extrañaba tanto -sus ojos estaban fijos en el suelo y supe que por mucho que sus palabras dijeran, le había dolido en lo más profundo verlo y no poder siquiera acercarse.

Asentí con la cabeza y le hice señas para volver a casa.

Camino en el cual sólamente se escuchaba el sonido de nuestras pisadas y algun auto que pasaba. No quería volver a ver a Hundson, no quería volver a pasar por la misma situación. Verlo me haría recordar lo idiota que había sido y al pobre chico que extrañaba como un loco a su abuelo.

Llegamos a casa y Theo lo primero que hizo fue tomar las camisetas robadas que había dejado sobre el sofá y subir las escaleras, en cambio yo me dirigí a la cocina dispuesta a tomar agua.

Suspiré cuando dejé el vaso vacío sobre la mesada y me senté en el taburete. Sabía que tal vez me estaba estresando de más, pero no podía dejar de pensar en que lo había presionado a ir.

-Emily... -sentí su voz y levanté la mirada, donde estaba parado en el umbral de la cocina.- deja de pensar en eso, ya estoy bien.

Me sentí un poco mejor al escuchar esas palabras y le sonreí.

-¿Vemos una película? -le señalé las escaleras. Sabía que con la mente sucia que tenía haría justamente esa sonrisa burlona que estaba haciendo. Por lo que negué con la cabeza riendo y lo seguí hacia arriba. Al menos todo seguía como antes.

Se recostó en mi cama y tomé la computadora, para sentarme a su lado y buscar algo para ver; creí que tal vez una película nos distraería de todo lo que sucedía, y me pareció buena idea buscar algo de comedia.

-Veamos Los Minions -propuse y me miró arqueando las cejas.- ¿Qué? Me gustan -reí.

-Esa película es viejísima.

-Oh, lo siento señor del futuro -olvidaba que para él seguramente todo sería viejo.

-Veámosla, ya no la recuerdo -rió y lo imité a pesar de que se burlara de mí y mi época.

Comencé a buscar la película, la cual por cierto, amaba. Y cuando empezó, sentí nuevamente una carcajada de Theo a mi lado.

-¿Qué te causa tanta gracia? -volteé al poner pausa y ya estaba recostado con mi almohada.

-Es raro que todo lo que acá es nuevo, para mí sea de mi infancia -dijo riendo.

-Deberías acostumbrarte, porque amo esta película -me recosté también aunque sin almohada y le quité la de su cama para usarla yo.

-¿Sabes qué películas están buenas de verdad? ¿Y sí son recientes?

-No me interesa -le saqué la lengua.- aquí no existen, así que tendrás que aguantarla.

Frunció el ceño y le puse play de nuevo.

Al correr de la película yo me había reído a carcajadas como mil veces y Theo con suerte reía alguna vez, pero sabía que era porque quería hacerse el malo; o sea, era imposible no reír.

La puerta se abrió casi cuando estaba terminando la película y vi como mi madre nos miraba confundida. Se me paró el corazón, sentí como me ponía pálida de los nervios, y su mirada iba de mí a Theo y de Theo a mí.

El chico del futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora