Era un angelito dormido, tanto Theo como yo no podíamos dejar de mirarlo en mis brazos.
-Eras tan lindo... -susurré- ¿Qué te pasó?
Largué una pequeña carcajada de burla para no despertarlo y él sonrió un poco.
-Me volví más lindo aún -rió.
Mas allá de las bromas volví a ponerme en su lugar, últimamente lo hacía mucho para imaginarme cómo sobrellevaba todo y cómo sería la mejor manera de ayudarlo; entonces me imaginé estar en esa situación en la que estoy en la misma casa donde está toda la información e incluso la propia piedra que me lleva al 2033. Pensé que estaría muriendo por indagar en esa gran casa.
-Podríamos buscar a fondo en cada habitación, no dejar una sóla esquina sin mirar -vi la esperanza en sus ojos, asintió con la cabeza- sé que mueres por encontrar todo -le sonreí y me levanté a dejar al bebé en el cochecito. Sentí cómo también se levantó detrás de mí.
-En serio que nunca, nunca, me voy a cansar de agradecerte por todo esto... -volteé a mirarlo una vez que comprobé que el niño no despertaba. Como siempre, tuve que subir la mirada por su altura.
-Con un chocolate estamos a mano... -bromeé y largó una carcajada, luego sentí sus brazos alrededor de mí y le correspondí al abrazo.- ¿Sabes? -le dije con la voz amortiguada por su pecho- me gustaría saber más de ti y tu vida en el futuro, sabes mucho de mí, sin embargo sólo sé que tienes un perro -acarició mi espalda unos segundos.
Luego se separó sonriendo.
-En otro momento.
-Bien, cuando puedas hacerlo -pensé que tal vez le dolería hablar de todo eso que dejó atrás hacía tantos días.
Mantuvo su mirada en mí y luego observó su alrededor.
-Así que... aquí vive -suspiró- con razón luego se mudó a algo más pequeño.
Recordé al dulce señor esa mañana e incluso la vez cuando fui a pedir el trabajo.
-Es una hermosa persona -intenté no erizarme ni mucho menos dejar que mis ojos se aguaran de pensar que moriría dentro de unos años. Faltaba, sí, pero era algo duro. Volvió a mirarme e hizo una línea con sus labios, le dolía.
-Siempre fui un niño malcriado por él -largó una carcajada aunque noté que había más melancolía en esa risa que gracia- papá me negaba algo, y allá iba mi abuelo a comprarmelo -sentía tanta simpatía por ese anciano apesar de no conocerlo. Comencé a parpadear mil veces por segundo aproximadamente, no quería llorar, y cuando alcé la vista a sus ojos me di cuenta que él estaba igual.
-Él te cuidaba todas las mañanas apesar de que tenía muchísimas cosas que hacer... -recordé que su abuelo me lo había contado y asintió.
-Lo siento -suspiró intentando calmar esas lágrimas que asomaban en su cielo personal- todavía no lo supero.
Sentí tan personal esa frase que dolió lo identificada que estaba, la muerte de los abuelos no era algo superable para nadie.
-Cambiemos de tema un rato, por favor -utilicé mis manos como abanicos para mis ojos y lo borroso comenzó a verse más nítido, me veía enternecido desde arriba- ¿Quieres desayunar algo? El señor Hundson me dijo que podía hacerlo todos los días.
-¡Si! Muero de hambre, salí corriendo apenas desperté y vi el mensaje de que estabas acá -comenzó a caminar hacia la cocina y lo seguí.
-Lo supuse -reí.
-¿Por qué no me despertaste? -abrió la puerta de ésta y pasamos a la cocina ya conocida por la vez que quisimos ser espías.
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El chico del futuro
Teen FictionUna persona normal, que a simple vista parece un chico, un estudiante despreocupado; termina siendo alguien enviado desde el futuro.