Chapter five; Home, forgotten home

228 16 0
                                    

Harry

– Harry, cariño, esta misma tarde volvemos a casa – Casa. Ni siquiera sé el número de la calle. Suelto un largo suspiro que se prolonga bastante, manifestando mis pocas ganas de pisar ese sitio.

Sí, joder, tengo ganas de saber cómo y dónde vivía, pero, ¿qué hacer si no encajo? Hessa entra por la puerta jadeante, y me pregunto a qué se debe. ¿Y si tiene novio? (No me pregunto eso por las maneras que existen entre las parejas de jadear, mal pensados). Pero realmente, no me he planteado si existe alguien que suponga para Hessa algo más que un amigo. Imaginar a alguien besándola me produce unos celos irracionales que no logro controlar, ¿qué demonios te pasa, Saunders?

Mas hazte a la idea, claro que tendrá novio, solo hay que verla.

No, no puede tener novio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No, no puede tener novio. ¿Por qué sino está conmigo todo el día? ¿Es que a su novio le da igual? ¿Qué pasa con él? Por supuesto que no objetaría nada en caso de que Hessa fuese a ver cada día a su mejor amigo, pero alguna que otra vez la acompañaría, algún mensaje para saber cómo está e incluso la relevaría cada vez que pudiese, pero claro, no nos une nada más que amistad. ¿Por qué me frustra este hecho? Bajo del coche en el que la tensión era reina y ante mí queda una casa que juraría que era la del Tutankamón moderno. Trago saliva a la espera de lo que está por venir y al entrar docenas de rostros comienzan su escrutinio mientras gritan «bienvenido». Me abrazan y gritan «enhorabuena». Sobre nuestras cabezas vuelan murmullos que me arrullan con brusquedad y yo cada vez siento la agonía más dentro de mí. Mi madre me busca pero me refugio en la primera estancia que encuentro en la que la gente -básicamente porque no hay- no me continúa abrazando y mostrándose feliz por mi recuperación.

Me siento en un colchon de matrimonio, y la combinación de los cojines de la cama me hace saber que este dormitorio debe ser de mi madre; es maníaca y muy perfeccionista, todo lo que la composición de la impecable cama demuestra. Llaman tímidamente y deseando ver una cabecita rubia me encuentro con el rostro de mi madre, que a pesar de no ser una adolescente, conserva cierta juventud.

– Harry, tus invitados esperan – la miro sin dar crédito. ¿Mis invitados?

– No pienso volver ahí.

– No seas grosero ni descortés, por favor.

– No los conozco – exhalo –, me has metido en una casa dónde los invitados saben quién soy, creen saber quién soy, pero ni siquiera yo me conozco. ¿Qué hacer? ¿Saludarlos a todos?

– Lo siento, cariño, no pensé... Lo siento – se limita a decir, y me obligo a negar al contemplar la pena en su rostro, pues la culpabilidad se come mi alma. Abandona la estancia y me paro a pensar. ¿Cómo cojones voy a salir adelante? ¿Cómo voy a seguir si no tengo ni idea de dónde está mi cuarto, mi ropa, instituto...?

?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Never▴H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora