Chapter thirty-two; Secrets

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Damon

Oigo el crujir de la gravilla bajo mis Converse. El sendero hasta la puerta blanca se me hace eterno, pero es la hora. No pienso aprovecharme, a pesar de que se pueda ver así. Para Hess es una situación delicada, pero quizá en el fondo de todo ese lío exista una remota posibilidad entre nosotros. De alguna forma sé que a ella también le encantaría que fuese yo y no Harry.

— Hoy estás preciosa.

— Siempre dices lo mismo.

— Siempre llevo razón — replico mirándola, joder hoy lo está más que nunca. ¿Qué se ha hecho?

Se sienta en el sofá con una rodilla flexionada hacia arriba y mira con ojos perdidos hacia delante. Tomo asiento a su lado y la atraigo hacia mí de forma que apoya la cabeza en mi hombro.

— Gracias por venir.

— Siempre dices lo mismo — la imito.

Touchée — ríe. Me encanta oírla reír, me encanta hacerla reír.

— ¿Y Dus? — a Dustin parezco caerle bien, supongo que tiene mucho que ver el que haya conseguido que su hermana forme oraciones con más de dos palabras.

— Con Martina, han ido al centro a por no sé qué cosa, parecía urgente.

— ¿Va todo bien?

— Todo ha mejorado, Damon — me tranquiliza mientras se arrellana más contra mí —. Me enacanta estar contigo — confiesa.

Le aparto algunos pelos de la cara y casi me echo hacia atrás cuando me mira con sus ojos azules. Son hechizantes, son aterradores. ¿Por qué actúan como espejo a tu alma y no a la suya?

— A mí también, Hess, más que nada — la miro y es como si el mundo se hubiese muerto. No hay nada, no queda nadie, sólo ella y yo.

Me acerco a ella y deteniéndome espero su rechazo o incluso que se aparte, pero simplemente me contempla pidiendo más.

Uno sus labios a los míos y es mil veces mejor de lo que jamás podría llegar a imaginar. Posa su mano fría sobre mi mejilla y entonces noto que tiene un escalofrío. Formo una media sonrisa.

— Es por el piercing — explico, atisbando una sonrisa en su rostro.

La combinación del calor de nuestras bocas, del metal frío del aro y de su mano helada sobre mí hace que surjan chispas. Nos separamos para tomar oxígeno y veo como mira mis labios, seguidamente se muerde el suyo. Joder. Coge aire y suspirando se deja caer en el respaldo del sofá.

— No sé qué hago — ¿qué? ¿Se está arrepintiendo?

— ¿Te estás arrepintiendo? — No, por favor, no.

— No, claro que no — responde y yo siento el alivio recorrer mis venas —. Pero esto es de locos.

— ¿El qué?

— Esto — contesta gesticulando con las manos.

— ¿Por qué lo es? ¿Qué piensas que implica este beso?

— Ni siquiera me conoces... — suspira de nuevo obviando mis preguntas.

— Claro que te conozco, ¿crees que cuando hablas durante horas y horas lo haces a la pared? Me gusta oírte hablar, Hess, y me encanta ver cómo actúas — me mira incrédula —, sé que cuando sonríes de la forma más sincera posible se te forma una arruga horizontal sobre el labio superior. Sé que si esquivas la mirada es porque no dices la verdad u ocultas algo. Sé que cuando te ríes tan fuerte y tanto te sale un sonido extraño mitad tos mitad gruñido de cerdo — comienzo dándole con el dedo en la punta de la nariz —. Sé que antes de conocerme no llorabas: te obligabas a no hacerlo, cosa que yo también hago, o hacía... Sé que odias sobre todas las cosas las películas cursis y chorras y que donde esté una de zombies allí estará Hessa. Sé que te aterra el contacto y que ganarse tu confianza es más difícil que nadar entres cocodrilos hambrientos. Sé que te pasas horas y horas frente a una libreta o a un ordenador escribiendo cosas que no tienen sentido, pero con las que transmites mil sensaciones a la vez. También conozco esa pésima y peligrosa faceta tuya de repostera y cocinera. He oído las pocas anécdotas que me has contado y podría acordarme de todas — sus ojos se han ido iluminando conforme le contaba todo lo que conozco —. Sé que cuando la felicidad te llega a los ojos no te sientes digna de ella — cojo su dedo índice y lo poso en mi hoyuelo —, sé que te encanta hacer esto y que lo llamas "El huequito de Damon".

Never▴H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora