Chapter twenty five; Serendipity

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Harry

Me mezo al ritmo de This I Love de Guns N' Roses mientras cavilo acerca de lo pasado hace apenas tres noches.


Sister: Mañana en casa a las 10, vamos a la playa. Trae a Hess si quieres.

Yo: He quedado con estos. Para la próxima. x

Sister: Ellos también vienen.

Yo: ¿Y eso?


No me contesta. A la playa. ¿Desde cuándo vamos a la playa? Me encojo de hombros y apago la televisión. Cierro con llave y aseguro las demás posibles entradas a la casa. Observo a través de la ventana lo silenciosa e inquietante que es la tranquilidad de este barrio. Estoy acostumbrado a las fiestas alrededor de la mía, aunque ha decir verdad hace mucho que no duermo solo en mi casa. Este es como mi segundo hogar, y me encanta la comodidad y seguridad que parece sentir Hessa respecto a que yo esté aquí.

Sonrío al imaginarnos viviendo juntos. Ella andaría para arriba y para abajo con sus libros, robándome el portátil cada vez que le pido leer algo de lo que escribe. Tentándome con su cuerpo y prácticamente obligándome a cocinar; nunca se le ha dado muy bien. Yo me quedaría hasta tarde viendo las repeticiones de los partidos de los Packers, entonces ella vendría y me diría...

—Harry, ¿vienes ala cama? — me giro aún absorto en el pequeño mundo que he montado en mi cabeza.

Tiene el pelo recogido a duras penas en un moño que ha dejado escapar varios mechones. Me observa con los brazos cruzados sobre el pecho y ojos cansados. Acercándome a ella la abrazo y beso en la frente.

—Vamos, pequeña —me guía por el pasillo y yo observo su perfecto culo danzar bajo la camiseta que le cubre hasta los muslos.

Se tira en la cama y yo con ella. Nos metemos bajo una fina sábana; si algo tenemos en común es que aunque estemos a 42º ambos debemos dormir con algo encima.

Vale, va a sonar raro, pero me siento más desnudo sin una sábana que estando sin nada de ropa.

Joder, ignorad eso, ha sonado más raro de lo que ya es.

Me quito los pantalones y ella tiene una mueca de asco grabada en la cara. Ralentizo los movimientos confundido; nunca antes se ha quejado de que duerma en bóxer, joder, quizá debería haberle preguntado antes de hacer nada.

— Esa camiseta es horrorosa — dice entonces aliviando parte de la presión que se cernía sobre mí.

Observo entonces mi camiseta negra un par de tallas más grandes y seguidamente la miro a ella, nunca se ha quejado de mi camiseta,aunque claro, esta es una de las pocas veces en las que me da por dormir con algo más que el bóxer.

— No sabes las de cosas que esta camiseta hace — digo con voz sensual.

Ella enarca una ceja e imagino su cabeza llena de engranajes moviéndose a toda prisa buscando el doble sentido de mi respuesta, cosa que no existe.

—¡Vamos, Hessa! ¿Qué cosas sexuales puedes relacionar con una camiseta normal y corriente? Eres una mal pensada — digo al cabo de casi dos minutos.

—¡¿Qué?! ¿Yo? —exclama sentándose con las piernas cruzadas sobre la cama —. ¡No tengo la culpa de malpensar, tú eres el que pone esa voz!

— ¿Qué voz? — inquiero imitando el tono de antes, y convirtiendo las dos palabras en un susurro.

Ella se muerde el labio y yo reprimo dos cosas: la risita que quiero soltar y el impulso de hacerle mil perversiones en este momento.

Never▴H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora