Chapter fourteen; Dear me

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Harry

Todo por mi jodida culpa, y me odio, odio haber sentido más necesidad que nunca de tenerla junto a mí al saber que el cabronazo de Damon se iría con ella. ¿En qué clase de tío me estoy convirtiendo?

– Por favor, Gemma, no te preocupes, no he pegado a nadie – las lágrimas brotan del rostro de mi hermana que me cura los nudillos ensangrentados. Niega con la cabeza mientras se las enjuga, mas no cesan de caer.

Alzo las manos sujetándole las mejillas mientras la miro a los ojos. Con el pulgar borro las lágrimas que continúan el recorrido de sus facciones y asiento, indicándole seguridad con este sencillo gesto. Ella no se contiene y solloza pegada a mis manos. La acerco a mí mientras la pego a mi cuerpo. Llora en mi pecho y todo dentro de mí manifiesta su horror hacia mi persona ahora mismo. Soy despreciable.

– Estoy bien. Lo prometo – continúo mientras ella me susurra que lo siente –. No lo hagas, no tienes la culpa de nada. Estoy bien, todo está bien, ¿vale? – reitero, tratando de convencerla de algo que ni yo mismo me creo –. Ve a dormir – le digo besándole la cabeza. Ella alza el rostro y dándome un beso de buenas noches en la mejilla se despide mientras sube las escaleras con paso atormentado. Siento escalofríos que nacen en lo más profundo de mi ser mientras salgo al porche de la destartalada casa. Ahora que la ira no me consume, ahora que los celos se han ido, sólo quedan los remordimientos y la necesidad; necesidad de Hessa. Contemplo los nudillos rojos que no se salen demasiado de lo corriente, mas sé que mañana estarán morados y oscuros. Que pasado adoptarán la tonalidad verde, y que aún después de cuatro días permanecerán las marcas de mi arrebato. ¿Por qué debí irme? Me muerdo el labio inferior, y entonces me permito viajar unas horas atrás, hasta unos minutos casi eternos en los que me entregué a Hessa en cuerpo y alma, y lo más importante: unos minutos en los que ella también se entregó a mí.

Cuando el frío se hace aún más insoportable acudo dentro, sintiéndome todavía torpe por el acohol que aún navega en mi sangre.

La noche da mucho que pensar, y aunque el sueño hace que los párpados caigan como el pesado telón de un recital, en mi fuero interno sigo dándole vueltas la imagen de Damon susurrándole al oído algo que ella consintió, y dónde segundos después se marchaban juntos. ¿Y si Damon es su novio...? Quiero decir que quizá nadie se presentase antes en el hospital con ella porque se trataba de él, y por lo que tengo entendido no vive aquí. Pero aquel beso... Suspiro. Quizá se dejase llevar, quizá para ella yo no signifique nada. Su empeño en que me caiga bien..., su reacción esta noche al defenderlo..., elegirlo a él antes que a mí... Blanco y en botella...

Y a pesar de todo, me niego;

Hessa debe ser mía.

El domingo transcurre sin noticias

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El domingo transcurre sin noticias. Pienso en presentarme allí, ¿pero qué se supone que debo decirle?: "Esto... Lo siento, sí, bebí, hice eso que tanto odias por motivos obvios, después insinué que estás amargada, ah, sí, y me puse hecho una fiera al saber que te irías con Damon.., sí, ese, probablemente tu novio, al que has engañado besándote conmigo." No, la verdad es que no creo que sea una gran idea con la que romper el hielo nada más verla.

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