Chapter ten; Mine... his

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Damon

Se pega a mi cuerpo alargando la tortura. Sus dedos se enredan en mi pelo y seguidamente pasa a los botones de mi camisa. Se deshace de ella en seguida y hace lo propio con mis pantalones. Vuelvo a hacerme con el control de la situación y empujándola la hago caer en la cama. Examino su cuerpo con certera devoción mientras trazo el recorrido de su rostro con el índice y corazón. Está borrachísima, joder.

Espera.

Quizá sea yo el que lo esté.

En realidad ni siquiera me importa.

Le arranco el vestidito que lleva y una sonrisa se cruza por su cara cuando ve mi expresión; acabo de descubrir lo traviesa que es. Acerco mi rostro a sus pechos desnudos.

– Vamos, Damon, me estás matando – restriego mi cuerpo con el suyo creando fricción para aliviarnos a ambos y gime bajito; volviéndome loco.

Me muerdo el labio inferior y ella pega mi boca a la suya. Sus dientes encuentran el labio que segundos antes yo mismo torturaba, retorciendo a su vez el piercing, y me atrae hacia ella; esto dejará marca. Puedo oír como su corazón late deprisa, tiene la respiración exaltada, y me doy cuenta de que la mía está totalmente acompasada a la suya.

– Acabemos de una vez con esto – proclamo. Saco del bolsillo del pantalón que, afortunadamente, no se encuentra muy lejos, un condón y poniéndomelo rápidamente la embisto; haciendo que grite mi nombre;

haciendo ella que yo grite el suyo mientras alcanzamos un orgasmo devastador.

haciendo ella que yo grite el suyo mientras alcanzamos un orgasmo devastador

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Abro los ojos lentamente. Miro el reloj: son sólo las dos y media. ¿Dónde coño estoy? Girándome contemplo a la pelirroja salvaje que duerme a mi lado. Paso el pulgar por sus delicadas facciones sin maquillar. Ella se acerca más a mí. Me separo y tirando a la papelera el condón -que descansaba en el suelo- usado, cojo los pantalones. Poniéndomelos, incluso con la camisa desabrochada, asgo los zapatos y acercándome a Nat le doy un beso en la sien. Juraría que ha sonreído.

Abro la puerta y la cierro precariamente. Llamo al ascensor que parece encontrarse en un noveno, a pesar de sólo existir cuatro plantas. Poniéndome en condiciones el otro zapato enciendo un cigarrillo y salgo del portal sintiendo la noche caer como un pesado manto sobre mí. Mi teléfono comienza a vibrar y temiendo que sea Nat la que llame, el nombre que ocupa la pantalla es el de Zayn.

– ¿Dónde cojones estás?

– Pues... – freno en seco y comienzo a mirar a todas partes –. No lo sé.

– ¿Cómo que no lo sabes?

– Yo qué sé, Zy, me he ido con la pelirroja...

– ¿La del pub?

– Sí.

– ¿Habéis follado?

– ¿Qué crees que he hecho desde que me he ido? – resoplo –, a veces me pregunto si lo que tienes de guapo te falta de cerebro.

Never▴H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora