Chapter thirty; You & I

154 13 11
                                    


Damon

— ¡Eres un jodido hipócrita! — grita mucho más fuerte que yo.

— ¿Cómo dices? — rujo —. ¡Te recuerdo que la que se ha estado liando con ese tío en mis narices eras tú!

—Promulgas el no sentimientos, me lo repites hasta la saciedad, discutes conmigo por ello ¿pero pretendes que me implique en esta mierda en la que estamos? ¡Estás mal de la cabeza!

—¡Vamos, Nat! Ambos sabemos que lo has hecho queriendo.

—¿Perdón?

— Deja de hacer estas mierdas para ponerme celoso — ella ahoga una exclamación. Sí, encima que se haga la sorprendida.

— Eres más egocéntrico de lo que pensaba, después de todo debí hacer caso a todo el mundo.

— ¿Qué quieres decir?

— ¡Que todo Dios veía venir la clase de persona que eras menos yo, cómo no! — exclama con ¿frustración? —. ¡Si me quiero tirar a uno ahora mismo, lo haré. ¡Si quiero coger y morrearme con cuatro a la vez mientras otro me lo hace, lo haré!

—Cállate, joder, cállate — mascullo pellizcándome el puente de la nariz con el pulgar y el índice tratando de borrar de mi cabeza las imágenes de otro hombre poseyendo el cuerpo de mi pelirroja.

Se acerca y pone las manos en mis mejillas.

— Date cuenta de una vez de que no eres mi dueño, que lo único que nos une es el sexo, ¿y sabes? Estoy cansada de este tipo de relación. No es sano, así que...

—¡Cállate! — le grito alejándome. Me niego —. No vamos a acabar esto, ¿entiendes? ¡No puedes hacerlo! — grito. Estoy a punto de perder los papeles.

Más aún.

—Ningún hombre va a obligarme a nada que yo no quiera — dice tranquila y serena, prestando especial atención a cada palabra que pronuncia de forma clara y precisa —. Nadie va a hacerlo — recalca.

— No quieres esto, Nat, lo sé.

— ¿No crees que es hora de acabar lo que sea que tengamos? No quiero seguir siendo tu juguete, no quiero tenerte como si te tratases de un pañuelo que usar cuando me venga en gana. Yo quiero más — y mi mundo acaba.

Yo quiero más. Yo jamás he querido más. El más es simplemente el desencadenante del fin. ¿Por qué el mundo se empeña en hacer de algo pequeño e increíble algo grande e insignificante?

— No voy a darte más, Nat.

— Lo sé.

— No tengo nada que ofrecerte — explico en un susurro.

— Deja de juzgarte tanto, deja de ser tan crítico contigo mismo y aprende de una puta vez que no eres tan terrible como crees, que dentro de esa coraza que por algún motivo has creado, se esconde una persona maravillosa, que de forma extraña, he llegado a conocer.

Me siento en el sofá frotándome las sienes con los dedos. Estoy tan cansado, tan jodidamente cansado de intentar evadir el mundo de lo que a mí se refiere... Temo estallar. Temo desear acabar con todo y que ella no esté aquí. Ha sido como el ancla que me ha mantenido arraigado a esta mierda de vida. ¿Qué tenía significado antes de ella? Nada. Me arrebataron cada pedazo de mi vida, y es como si esta pelirroja hubiese buscado a la propia Vida y robándole las esquirlas rotas de mi ser, me las hubiese devuelto.

— Nat — su preciosa melena roja como el fuego se gira para mirarme —. Ya no tengo nada que darte; te lo has llevado todo.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Never▴H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora