"Otra vez he vuelto a soñar contigo"
"¡No sabes cómo me odio cada vez que me despierto soñando contigo!"
"¡No sabes cómo te odio cada vez que sueño contigo!"
"Y dentro de un rato volveré a verte y volverá mi tortura"
"¡Tenerte tan cerca y a la vez tan lejos!"
"¿Cuándo entenderé que no eres para mí?"
"¿Cuándo acabará esta envida a todo lo que te rodea?"
"¿Cuándo dejará de dolerme el corazón si te veo sonreír?"
"Perdóname, pero no puedo dejar de pensar en ti. Perdóname por ser tan cobarde y no enfrentarme a mis sentimientos. Perdóname por odiar que seas feliz..."
Sonó el despertador. Dejó de escribir. Ya era hora de levantarse. Cerró aquel cuaderno y lo guardó. De nuevo tenía por delante otro día, otro maldito lunes.
...
Todos los alumnos de bachillerato del Instituto Kizuna sabían que Akira y Akane no se llevaban bien. También era un hecho del que los profesores tenían constancia, y algún que otro alumno de secundaria.
Y es que Akira y Akane se habían pasado prácticamente el curso anterior discutiendo.
Discutían en clase y fuera de clase y además discutían por las cuestiones más absurdas. Los profesores comenzaban a sospechar que discutían solo por llevarse la contraria mutuamente.
Ahora llevaban casi un mes del nuevo curso y la situación no había cambiado, ellos seguían discutiendo, aunque lo más curioso de todo es que a pesar de sus discusiones ellos eran amigos.
No es que fueran discusiones a gritos, ni que se insultaran o se agredieran, salvo por la manía que tenía Akane de lanzar cualquier objeto que tuviese a mano contra el chico cuando se quedaba sin argumentos, objeto que Akira esquivaba fácilmente o agarraba al vuelo porque la puntería de la chica dejaba bastante que desear.
Lo que nadie se daba cuenta era que ese objeto lanzado al azar y que Akira cazaba terminaba en uno de sus bolsillos.
Acababa de comenzar un nuevo curso, el último para Akira y Akane en ese instituto, a no ser que suspendieran alguna asignatura y tuvieran que repetir, pero para Akira aquello significaba mucho más que terminar el Bachillerato, para Akira significaba que solo que le quedaban unos pocos meses para solucionar "ese" asunto.
Bostezó, estaba en medio de la calle esperando a su mejor amigo, era un poco más temprano de lo habitual y tenía sueño y aunque estaba a punto de entrar el mes de Mayo aún hacía frio por las mañanas, así que la situación era de lo más molesta para él.
Akira era un chico de mediana estatura, no era de los más altos pero no era bajito, tampoco era gordo, ni delgado, su pelo era castaño, sus facciones agradables, no se podía decir que fuera un chico feo y tenía unos grandes ojos verdes, no verdes esmeraldas, era un verde oliva pero eso sí, eran bonitos. Lo que más llamaba la atención de él era su aspecto un poco bohemio y sobre todo su pelo, no muy largo, lo suficiente para llevarlo recogido en una coleta baja de la que se le escapaban un par de mechones.
Volvió a bostezar y al abrir los ojos vio la gran figura de Kyojin llegando hasta él y con un ramillete de flores en una de sus manos.
Kyojin era bastante alto y de constitución fuerte, fácil de reconocer, y además era el mejor amigo de Akira desde que este tenía recuerdos, es más, no recordaba no haber conocido a Kyojin y si no fuera por el aprecio que le tenía no estaría ahora a esas horas y pasando frio en esa condenada esquina.
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Con sabor a mandarina
Teen FictionDesde hace un año Akira y Akane no paran de discutir. Eran muy buenos amigos, se notaba que se gustaban y de repente comenzaron esas malditas discusiones sin sentido. Akane es terca y cabezota, no quiere creer en el amor, por eso, cuando medio en br...