Durante toda la mañana la mayoría de los alumnos sancionados habían dado unos folios escritos a Ryuko. Lo hacían porque la tarde anterior habían tenido la primera "sesión de preparación" de la obra o espectáculo que fueran a preparar como parte de la sanción y, como no se ponían de acuerdo sobre qué era lo más apropiado, se decidió que lo mejor era que cada uno expusiese sus ideas; se dijo que los directores tendrían todas en cuenta y valorarían cuales eran las más apropiadas. Todo aquello a Akira le empezaba a agobiar pero veía que Akane, con lo que le gustaba organizarlo todo, terminaría ocupándose ella del asunto y de paso echándole en cara su pereza, así que se le ocurrió "nombrar" a Ryuko como "secretaria oficial". Le pareció una buena idea porque aunque Ryuko no estaba entre los sancionados, ella se sentía responsable de parte de lo sucedido y quería participar, además Akane confiaba en Ryuko, o sea que a todo el mundo le pareció una decisión muy apropiada.
Así fue como Ryuko terminó con un montón de papeles encima de su mesa y no sabía muy bien qué hacer con ellos.
—No te preocupes —le dijo Akane—. Déjalos ahí, luego les hecho un vistazo.
—O lo hacemos los dos —añadió Akira.
—Sí, vale, los dos. Anda, vamos al comedor.
Camino de las zonas de comedor, Sumire, que se había pasado la mañana pensando en su idea de aprovechar la actividad de la sanción para hacer una especie de reportaje, o diario, aún no sabía muy bien cómo llamarlo, gráfico, se enganchó del brazo de Akane mientras bajaban las escaleras para empezar a contárselo. Tan concentrada estaba explicándose que cuando alguien la llamó se giró bruscamente, levantó uno de sus pies y al volver a ponerlo en el suelo se encontró con que no había escalón, perdió el equilibrio, su propio peso la hizo caer hacia atrás, arrastrando en su caída a Akane.
Fue una caída bastante escandalosa, que organizó un gran revuelo. Sumire gritaba alarmada que había matado a Akane y ésta lo único en lo que pensaba era en sus gafas que habían salido volando.
Un par de profesores acudieron, Sumire se quejaba de que le dolía el tobillo y no podía apoyarlo, Akane de su cabeza. Los profesores y varios alumnos las acompañaron a la enfermería, lo de Sumire parecía un esguince y la trasladaron a un centro médico. Akane permaneció en la enfermería un poco más, no parecía tener nada, salvo el golpe.
Al salir de la enfermería, Akane se dirigió a su aula segura de que había escuchado a alguien decir que dejaría allí su fiambrera. Para su asombro lo que encontró al entrar fue a Akira sentado en la mesa del profesor, muy concentrado, rodeado de papeles y con unos cuantos libros en la mesa.
—¿Qué hay? —dijo en voz baja, casi le daba miedo romper ese momento.
—¿Qué haces aquí? ¿Estás bien?
—La enfermera ha dicho que estoy bien y tengo hambre.
—Es verdad, no has comido. Siéntate, ahora te traigo tu comida.
—Deja, si no estoy inválida ¿Dónde está? Ah, ya la veo ¿Qué haces?
—Ven, siéntate a mi lado. Verás, he estado ordenando estos papeles, clasificándolos y mira he hecho un esquema con las preferencias de cada uno, sobre las ideas que tienen y lo que quieren hacer, a ver si son factibles de tener en cuenta... ¿De verdad estás bien?
Akane le miraba realmente asombrada, desde luego no parecía propio de él tanto esfuerzo.
—Si... solo me va a salir un buen chichón.
Akane se llevó la mano hacia donde se había golpeado y se tocó.
—A ver —Akira se aproximó y acercó su mano a la cabeza de la chica, la puso suavemente donde había visto que ella se tocó—. ¡Menudo pedazo de huevo te va a salir! ¿Te duele mucho?
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Con sabor a mandarina
Teen FictionDesde hace un año Akira y Akane no paran de discutir. Eran muy buenos amigos, se notaba que se gustaban y de repente comenzaron esas malditas discusiones sin sentido. Akane es terca y cabezota, no quiere creer en el amor, por eso, cuando medio en br...