60. Ese monstruo de ojos verdes

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—Cuídala, sensei —decía Kohaku a Yotsuda en uno de los puntos de control.

—Que exagerados sois los adolescentes. Esto no es una guerra de verdad, nadie va a venir a bombardearnos.

—Espera, Kohaku —habló Himeko—. Llévate mi pañuelo al menos.

—No, no puedo, además no creo que cuente como trofeo.

—Es para que te traiga suerte.

—Entonces sí, seguro que si me va a traer suerte. Bueno, me marcho, no puedo perder más tiempo. Nos vemos en el barracón, Himeko.

—¡Ten mucho cuidado!

—¿Ha terminado y el drama? —Se acercó Nanao—. Tenemos a una chica con el tobillo cada vez más hinchado y está empezando a llorar y ya sabes que no aguanto los llantos.

—Es cierto. ¿Quieres quedarte conmigo o prefieres ir a la enfermería con Nanao, Himeko?

—¿A la enfermería?

—Yo me voy. Si quieres venir date prisa.

Himeko no dudó mucho y fue detrás de la profesora hasta la furgoneta. Le daba bastante vergüenza quedarse a solas con el profesor, no sabría de qué hablar o que hacer y por lo visto había alguien lesionado en la furgoneta, fuera quien fuese seguro que era menos incómodo que estar con el profesor, seguro.

Al entrar en la parte de atrás de la furgoneta se encontró con Sumire que al versa sonrió aunque se veía en sus ojos que había estado llorando.

—¿Qué te ha pasado, Sumire?

—Nada, es que soy una patosa y me da mucha rabia. Íbamos deprisa, Ayame me dijo que corriese y yo como soy tan torpe metí el pie en un hoyo y mira —Señaló su tobillo rojo e hinchado—, me duele muchísimo.

—¡Ay dios! ¡Lo siento, Sumire! Lo siento mucho.

—¿Por qué lo sientes tanto?

—Es culpa nuestra. En mi equipo nos habíamos separado, Kohaku y yo pusimos unas trampas. Creo que has caído en una de ellas, lo siento.

—No lo sientas, no es culpa tuya ¡Ayyyyy! —Sumire se quejó cuando la furgoneta tomó un bache.

—Lo siento —Se oyó a Nanao—. El camino es muy malo.

—¿Te duele mucho?

—Más me duele ser tan torpe. Como me lesioné no sería para nada, solo estorbaba a Ayame así que Taro le dijo que me trajera a un punto de control.

—Por eso Ayame estaba solo... —habló en voz baja Himeko.

—¿Y tú que haces aquí?

—Kohaku y yo estábamos de exploración y vimos a Ayame solo.

—Que mal, seguro que no ha vuelto con el grupo. No le gustaba estar con el grupo ¿sabes? Decía que los Kaguya le castraban o algo así. No le gustó nada que Taro y Kamui fuesen los dos líderes, no lo veía justo, claro, él quería ser el líder. Pero yo me lo estaba pasando muy bien hasta que metí la pata... que rabia.

—Pues ya sabes cómo es Kohaku, vio a Ayame solo y dijo que iba a por él y no he podido convencerle. Esto se ha convertido el algo personal y me ha traído al punto de control por no dejarme sola.

—¿Y por qué no te ha llevado con ti equipo?

—El punto de control estaba más cerca.

—¿Y tú no has protestado?

Con sabor a mandarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora