27. La mitad de un corazón confuso

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El viernes amaneció lloviendo. Akane detestaba los días de lluvia y más si eran viernes, los viernes nunca traían nada bueno, todo lo desagradable que le había pasado había comenzado un viernes, una enfermedad, una riña, una mala noticia... siempre pasaban cosas raras los viernes, le traían mala suerte y más si llovía, ese ambiente triste y melancólico que se formaba era odioso. Para empezar bien un viernes lluvioso, Hizashi le había dicho:

—Hoy llevarás tú los deberes al Kaguya.

—¿Yo? ¿Por qué yo?

—Tú eres la subdelegada de esta clase ¿no?

—Creía que solo era un trámite, de todas formas yo se los estoy llevando a Hisoka y tú a Kamui porque su casa te pilla cerca ¿no habíamos quedado en eso?

—Ayer me pidió que se los llevaras tú, dice que quiere hablar contigo. Mira, no sé qué historia os traéis entre manos pero resolverla pronto y no me metáis a mí, yo no quiero saber nada.

—Está bien, se los llevaré

Y es que Hizashi Girei era una persona a la que era imposible no hacer caso, te miraba con esos ojos y ese gesto tan serio y formal que cuando te decía "tírate por un puente" tu contestabas "¿por qué lado?" Por eso era ideal para ser el delegado, porque nadie cuestionaba sus "proposiciones".

"Desde luego que ya podía Kamui haberme dicho ayer lo que quería" pensó Akane "Ayer vino al ensayo, ya podía haberme dicho lo que quería, está tonto este chico". Hisoka y él estaban cumpliendo la sanción impuesta por la directora por amenazas a otro alumno, tres días de expulsión, pero acudían a los ensayos, eso era extraescolar, "ya ves, ganas de tocar las narices que tiene el Kaguya, menuda tontería, ya podría valer con decirle los deberes y lo que tuviera que estudiar por teléfono, pero no. Que ganas de tocar las narices con tanta formalidad tiene el Girei también"

Al salir de clase decidió ir directamente a casa de Kamui, sería más sencillo que ir hasta su casa. Le había pedido a Momoka que le indicase como ir, ésta le había dibujado, con toda su buena intención, un plano que Akane comprendía a duras penas, también le había dicho que podía coger un autobús que le dejaría muy cerca de su casa. Pensando que debería hacer, si vivir la aventura de perderse siguiendo el mapa o coger el autobús, llegó a la parada y allí se encontró a uno de sus compañeros que también debían cumplir la sanción y no era un estudiante cualquiera, no, era otro Kaguya, concretamente era primo de Kamui y tenía muchos rasgos común de la familia como el pelo y los ojos negros y profundos. Como que era el primo de Kamui seguro que le ayudaría y le indicaría si allí se cogía ese condenado autobús.

—Perdona, Taro.

—¡Señorita Akane, hola! —contestó alegremente.

El chico sonrió abiertamente, era un chico alegre que parecía pasar por la vida a su aire. El daba la impresión de ser amigo de todo el mundo e intentaba caer bien. No parecía que iba a dar problemas y Akane no sabía por qué exactamente estaba sancionado, sería porque era amigo de Ayame, un niño de papá malcriado que el año pasado molestó bastante con sus impertinencias porque por otra cosa no parecía.

—Perdona, Taro, pero es que tengo un problema.

—Taro te ayuda, dime.

—¿Para aquí el autobús para ir a casa de Kamui?

—¿Akane quiere ir a casa de mi primo?

—Tengo que llevarle los trabajos de hoy.

—¡Ah, Taro recuerda! Kamui está sancionado ¿se los vas a llevar tú?

Con sabor a mandarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora