43. La calma antes de la tormenta

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Tal y como la directora había prometido si ganaban el partido el instituto pondría a disposición de los alumnos unos autocares que les llevarían a la pradera para comer todos juntos, incluidos profesores.

El día de campo transcurría con aparente normalidad. Los alumnos se habían dividido en los grupos que normalmente se formaban. Momoka y Yuri atosigaban a Kamui empeñadas en demostrar que cada una cocinaba mejor que la otra, algo habitual en ellas, nunca podía olvidar su competencia. Nowaki insistía en querer probar la comida de Momoka al igual que Genki, lo que provocaba que no pararan de discutir. Himeko se limitaba a contemplar la escena sin decir nada y Suo les miraba a todos sonriendo. A su lado Kohaku había comenzado una interesante charla con Hizashi y Karura.

En otro grupo, Akira dormitaba echado en la hierba, Kyojin y Ryuko tonteaban y se hacían mimos mientras Jisei, Sumire y Akane se reían de cualquier cosa que surgiera, Hisoka parecía abstraído de todo y Xu-Xu, Kenshi y Karasu jugaban a pasarse una pelota.

Una vocecilla chillona y pedante llamó la atención de Sumire.

—¡Kumoyuki! ¡Kumoyuki!

Todos, salvo Akira, se giraron hacia donde provenía la voz. Si, allí estaban las "Barbie", las fashion-girls del instituto.

—¡Stella! —dijo mientras se levantaba. A Akane le molestaba tener que hablarlas mirando hacia arriba, y se acercó a ellas.

—Ay, Kumoyuki, hemos oído que fuiste tú la que organizaste lo de las animadoras, veníamos a felicitarte, te ha quedado todo muy americano.

La que había hablado parecía la jefecilla de ellas. Tenía muchos aires de grandeza "Se ve que se lo tiene muy creído", pensaba Sumire. Era una chica guapa, no iba a negarlo, pero a juicio de Sumire, iba demasiado maquillada. Tenía el pelo muy largo y muy rubio, casi platino, con unas ondas muy estratégicamente colocadas y ojos de color verdes. La acompañaban dos chicas, una muy alta, castaña, con un curioso pelo corto y asimétrico, tenía los ojos castaños y miraba con gesto de estar perdonando la vida; la otra era morena, con el pelo a media melena, perfectamente peinada, sus ojos eran de color burdeos y también iba muy maquillada. Esta última fijó su mirada en Jisei con bastante altanería, mirada que Jisei le devolvió con desprecio.

—Seguro que todo fue idea de esa medianía —señaló con desdén a Akira.

—Hola, Stella —habló sin abrir los ojos Akira—. Me alegro que estés bien.

—¿Es verdad que os quedasteis encerrados en el ascensor.

—Fue horrible —dijo Akane con cara de sufrimiento—. Una agonía.

—¡Que horror! Pobrecita, lo que tienes que haber soportado. Debes estar súper traumada, mira, te voy a dar el número de mi psicóloga —Sacó una cartera rosa del bolso que llevaba colgado y de ella una tarjeta—. Toma, llámala, es cara pero chica, estas cosas no puede dejarse.

—¡Que horror! —habló la morena—. Espero que se comportara al menos como un caballero.

—No os preocupéis tanto —intervino Jisei—. Este chico tan vulgar sabe como hacer pasar el rato a una chica.

—Por favor, ni insinúes algo así —Volvió a hablar Stella—. No puedo imaginarme un momento más horrible.

—¿Pero por qué dices eso de Akira? —protestó de pronto Sumire—. Que sepáis que Akira es muy atento y educado

Las tres intrusas dirigieron una mirada heladora hacia Sumire.

—Esto, Stella —dijo Akane—. ¿No conocéis a Sumire? Precisamente quería presentaros. Sumire está cooperando con el grupo ¿No la habéis visto?

Con sabor a mandarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora