34. Una actitud muy extraña

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Pesadilla: Sueño que puede causar una fuerte respuesta emocional, angustia o terror, aunque también puede provocar depresión, ansiedad y una profunda tristeza. La pesadilla puede contener situaciones de peligro, malestar o pánico físico o psicológico, pueden tener un motivo psicológico (como un trastorno de la ansiedad o un trauma) o una razón fisiológica (alta temperatura). Las personas que las sufren, por lo general, se despiertan en un estado de angustia.

...

Era una voz ronca, no se parecía en nada a la de Akira, tampoco era la de Kyojin, además es que sonaba dentro de su cabeza.

—¿Quieres tocarlo? Vamos, no tengas miedo, te dejo.

Akane ya no era Akane, dejó de sentirse ella misma, ahora se sentía sola, sola e indefensa, ya no era una chica de 18 años, era una niña, una niña pequeña solitaria y enfadada con el mundo, una niña de apenas 10 años curiosa y crédula, cansada a pesar de su corta edad de tener que ocuparse de sus hermanos y deseosa de que alguien la hiciese caso a ella. Recordaba aquella voz, aquellos ojos y aquella sonrisa pero no recordaba cómo empezó, ni que le llevó a eso, lo que si recordaba era el tacto de lo que tocaba, aquel calor que se desprendía, su pequeña mano aprisionando aquello que se le antojaba tan asombrosamente grande, aquella dureza y esa extraña palpitación.

Akane cada vez se sentía más y más nerviosa, quería apartar aquel recuerdo de su mente, era algo que había desterrado en el fondo de sus recuerdos, nunca lo recordaba ¿por qué ahora? ¿Por qué de pronto ese recuerdo volvía? Y seguido a ese recuerdo, pegado a él apareció otro: esa mujer mirándola con desprecio.

—Eres una niña muy guarra, sucia. Eso es de niñas guarras.

Y el bofetón, la mano fría estrellándose con violencia contra su mejilla. Confusión, rabia, miedo... no comprendía que había hecho mal, que había de malo en lo que había hecho, por qué no podía hacerlo y por qué si era tan malo solo la regañaban a ella.

Movió la cabeza, tenía que quitarse ese recuerdo de encima pero ya estaba apresada, dentro de su propio mal sueño.

Sintió que el aire le faltaba, se ahogaba, abrió la boca ansiosa por llevar aire a sus pulmones cuando al tiempo que lo hacía algo más se introducía en su boca, algo húmedo que le hizo despertarse bruscamente y abrir los ojos asustada, unos labios se separaban de su boca al tiempo de la lameteaban, aquello era asqueroso y le entraron ganas de vomitar.

Abrió los ojos aterrada mientras se tapaba la boca. Akira dormía pero Akane no veía a Akira, se veía poco, estaba en penumbra pero en lo poco que se podía ver Akane no veía a Akira, estaba segura que esos rasgos eran de otra persona, además la estaba mirando con los ojos muy abiertos.

—Sabes muy dulce, tienes el sabor de lo nuevo.

—¿Tío?

Jakuro no era su tío, era el hermano de la nueva mujer de su padre, pero ella siempre le llamaba así porque era el tío de dos de sus hermanos, al igual que a aquella mujer la llamaba abuela. En esa época, su padre y su nueva familia vivían en casa de la madre de Maron, su madrastra y cuando iba a casa de su padre le tocaba dormir en la habitación de Jakuro, en una cama plegable que extendían para ella.

Jakuro tenía 21 años, era tímido, callado, serio y reservado, solía ser muy poco comunicativo y siempre parecía formal y educado y no se quejó cuando le dijeron que meterían en su cuarto a una cría. Desde muy pequeña Akane siempre había dormido con él y su relación no era cariñosa, ni distante, eran simplemente un hombre joven y una niña y ambos solían ignorarse. Akane no podía decir que le cayese mal, para ella siempre había sido su tío, uno más de la familia y así fue durante años hasta que un día, ni recordaba cómo, comenzaron aquellos toqueteos secretos y en los cuales Akane no veía nada malo, quizás eran divertidos, un juego, hasta que esa mujer los pilló.

Con sabor a mandarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora