Akira no era el único que tenía invitados aquel día. Después de la charla de la directora, Kohaku estaba de peor humor aún, tanto de comenzaba a cerrarse en si mismo, huraño, enfadado con el mundo, sin querer relacionarse con nadie, Karura lo notó enseguida, aquella reacción en su hermano era algo que la aterraba, recordaba lo insociable que había sido de pequeño y no podía evitarlo, se despertaba en ella una especie de alarma, sobre todo hoy, que a su madre le tocaba guardia y no estaba en casa. Su madre era la única persona capaz de calmar a Kohaku o eso es lo que Karura creía, porque hacía un tiempo que empezaba a sospechar que existía otra persona.
Así que, de camino a casa, acompañada por sus hermanos y por los primos Girei y Xu-Xu, en un impulso, se le ocurrió invitar a Himeko a comer a su casa y por supuesto a Hizashi. Sabía que a Kohaku le gustaba estar al lado de Himeko, puede que ella fuera también capaz de conseguir que se calmara tan solo con su presencia, el no preocuparla, que se sintiera cómoda a su lado, era mucho más importante que toda la ira que sentía.
Himeko no sabía que contestar pero Karura y Karasu insistieron y ante su insistencia accedió, claro que Hizashi también iría. Por supuesto que Hizashi aceptó la invitación después de comprobar que no causaba molestias, él también deseaba estar con Karura e incluso, si podía, hablar con ella sobre ciertas cosas que parecían empezar a quedarse en el pasado.
A Karasu le gustaba el plan, Himeko era una compañía muy agradable, siempre era un placer estar con ella, y aunque era muy serio y formal, Hizashi no era mal tipo, el problema le surgía cuando pensaba que iba a estar él con aquellos cuatro... la verdad, no era una perspectiva muy alegre, ninguno de los cuatro era famoso por sus juergas. Pero la solución no tardó en llegar: Xu-Xu... perfecto, ella si que era alegre, con su simpatía seguro que daba el toque de alegría necesario. Cuando invitó a Xu-Xu a acompañarlos en la comida, tanto Kohaku como Karasu le miraron interrogativos.
—¿Pero seguro que no molestamos? —insistía Xu-Xu—. Eso de presentarnos en tu casa, así, de golpe, me parece muy violento.
—Te repito que mi madre no está en casa —contestó Karura—. Hoy le toca trabajar. Estamos solos y a mi madre no le importa que invitemos a amigos a comer, al contrario, se alegrará.
—Si —añadió Karasu—, es que nunca hemos sido muy populares, los amigos no solían venir a casa.
—Pero eso era antes —habló Kohaku—, todo ha cambiado mucho.
—Prometo que no voy a intentar meterte mano, Xu-Xu —dijo Karasu— Lo juro... aunque no sea por falta de ganas... Que no, que no lo voy a hacer... era una broma.
Y Xu-Xu accedió después de que Karura comentó que no era ningún problema ya que no pensaban hacer comida, entre todos comprarían unos cuantos platos preparados, sería como una reunión entre amigos, al fin y al cabo no era un mal plan, pero antes debían pasar por su casa para avisar a su padre y recoger algo que necesitaba.
—¿Y vuestra madre en que trabaja? —curioseó Xu-Xu mientras comían.
—Es asistenta de geriatría —explicó Karura—. Trabaja en una residencia de ancianos.
—¿Trabaja con abuelitos? Ay que tierno.
—A tu madre debe gustarle mucho ese trabajo —habló Hizashi—. Cuidar ancianos nos es fácil y no todo el mundo tiene paciencia para eso.
—Es cierto —dijo Karasu—, pero a mi madre le gusta, además está tan agradecida porque le encontraron ese trabajo que se esfuerza muchísimo. Ni siquiera se queja por su mal horario y las guardias.
—Tienen rota-turnos —continuó Kohaku—. Su horario varía bastante. Trabaja mucho pero es muy amable con los ancianos.
—Tu madre es una mujer increíble —habló casi con vergüenza Himeko—. Yo la admiro mucho.
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Con sabor a mandarina
Teen FictionDesde hace un año Akira y Akane no paran de discutir. Eran muy buenos amigos, se notaba que se gustaban y de repente comenzaron esas malditas discusiones sin sentido. Akane es terca y cabezota, no quiere creer en el amor, por eso, cuando medio en br...