26. El sentimiento oculto en el corazón

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Akane y Akira habían estado analizando que sería lo más adecuado para la fiesta de fin de curso. Entre las proposiciones de sus compañeros había de todo, lo más popular era la obra de teatro "Romeo y Julieta" pero a ninguno de los dos parecía atraerle demasiado. Sin embargo, cuando estuvieron en el trastero buscando el baúl que la directora les había prestado, lleno de trajes y accesorios, encontraron los libretos de otras obras representadas años atrás en el instituto, entre ellas les llamó la atención "El sueño de una noche de verano.

A primera vista la obra resultaba perfecta, era un clásico bastante conocido, tenía la suficiente cantidad de personajes como para que participara toda la clase y además era una comedia; para unos novatos que iban a actuar para un público mayoritariamente adolescente, parecía mucho más apropiada que un drama. Como añadido era fantasiosa, llena de elementos de magia, tenía humor y amor, una buena alternativa a tener en cuenta.

Esos eran los pros, los contras: el lenguaje utilizado, palabras demasiado rebuscadas y diálogos largos difíciles de memorizar para la mayoría. Estaba claro que aún a riesgo de ofender a las personas cultas y arder en el infierno por asesinato lingüístico habría que adaptarla de alguna forma ¿Sería eso factible? Bien, es lo que deberían plantear al profesor que esperaban para el ensayo. De cualquier forma había que escoger hacer algo y las funciones de magia estaban muy vistas, si era factible más valía no buscar más, cuanto antes se empezase mejor.

—¿Quieres patatas? —ofreció Kyojin a Ryuko cuando esta se sentó a su lado.

—No. Yo quería preguntarte algo.

—Dime, dime.

—¿Te acuerdas de lo que me dijiste el domingo al despedirnos?

—Creo que si.

—¿Solo lo crees?

—No, quiero decir que creo que se a lo que te refieres —Kyojin empezó a sentir la sangre acumulándose en sus orejas—. ¿Y lo has pensado?

—Yo también me lo pasé muy bien y me gustaría repetir la experiencia.

Ryuko miraba al suelo así que no pudo ver la enorme sonrisa que se dibujaba en el rostro de Kyojin.

—¡Vaya! —fue lo único capaz de decir.

—¿Qué hay chicos? —Inari entraba, como siempre, con esa sonrisa que producía una especie de baile en el estómago de Jisei.

Jisei nunca mentía cuando decía que no le interesaban los chicos, era verdad, nunca se había sentido atraída por ninguno, lo más que sentía por alguno era la misma calidez que por sus amigas o su familia. Pero Inari era distinto, él no era un adolescente lleno de hormonas bailando por su cuerpo, era un hombre tranquilo y dulce, con una sonrisa amable siempre en los labios, solamente la hiperactividad de Nowaki o Kenshi, el excesivo entusiasmo de Genki o la pereza de Akira conseguían borrar esa sonrisa, claro que hasta enfadado resultaba encantador.

Pero todo sería una mera anécdota de adolescente que Jisei contaría riendo dentro de unos años de no ser por los hechos que ocurrieron las últimas vacaciones de invierno.

"...

Había nevado. Aquel día había amanecido la ciudad cubierta de nieve. A Jisei le encantaba la nieve así que decidió salir a dar un paseo. Caminó lentamente sin rumbo fijo, observando como la nieve había transformado el paisaje, convirtiéndolo todo en una bonita estampa. Llegó al parque y decidió sentarse en uno de los bancos. No llevaba mucho tiempo cuando una voz familiar la llamó.

—Hola, Jisei ¿qué haces por aquí tan sola?

Era Inari, sonriendo amablemente, como siempre.

Con sabor a mandarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora