Capítulo 25: Drake

127 3 0
                                    

Le miré confusa antes de extender mi mano y tomar el sobre. Este no tenía más que mi nombre anotado en una letra que no supe reconocer aumentando así mi curiosidad e incomodidad. En sus ojos vi la misma curiosidad que a mí me albergaba.
Indecisa abrí el sobre. Solo una hoja se alojaba allí dentro y, a pesar de que el tono de la hoja se había tornado ligeramente ocre la textura que tenía me indicaba que no era del todo antigua, al contrario parecía de esta época. La letra era tan pequeña que, de no ser por la vista que poseía ahora, tendría que haber utilizado una lupa. Sean vaciló antes de alejarse para recargarse sobre una de las paredes del cuarto, a pesar de que trataba de no exteriorizarlo, sabía que se moría de ganas por ver lo que ponía la carta.

"Princesa Katelyn,..." Supe desde ese momento que algo no iba bien y que la persona que había escrito aquello me conocía, conocía mi pasado. Ningún nombre acudió a mi mente, no quedaba nadie, cosa que me incomodó a más no poder. No había manera de que esto fuera bueno. Dirigí la mirada hacia Sean, preguntándole así ¿quién había escrito aquello? A pesar de que sus ojos denotaban que lo sabía no dijo nada y desvío la mirada. Frustrada seguí leyendo: " Ha pasado tiempo desde la ultima vez que te llamaron así ¿no lo crees? Pero no es de extrañar, tú título parece haberse desvanecido en la historia, cosa que no dudó sea gracias a ti. Pero eso no es de relevancia ahora, al menos no la primera parte.
Comenzaré por contarte aquello que siempre quisiste preguntar a pesar de que tus modales y mi actitud no te lo permitían. Sin embargo no entraré en detalles, así que sé de antemano que millones de preguntas cruzaran por tu cabeza pero ya no podré contestarte más de lo que aquí escribiré.
Justo después de despertar como un maldito vampiro no te encontré por ninguna parte, la estúpida sed de sangre fue incrementando de la nada dentro de mi, temía hacer daño a alguien...me aterrorizaba dañarte. Huí,... como un puto cobarde huí. Y no espero que me perdones por ello.
Escape a un pueblo alejado de los reinos, si algo pasaba allí nadie se enteraría, lo cual me vino perfecto pues no podía controlarme. No te voy a decir que estoy orgulloso de ello pero así pasó... no había nadie que me detuviera. Aunque recuerdo que una vez perdone la vida a una chica que caminaba por donde no debía ¿sabes por qué?  De alguna bizarra manera algo en esa mortal me recordó a ti. Desde entonces cambio algo. Cada persona que parecía tener algo de ti me hacía imposible beber de ella, cosa que me frustraba a más lo poder. Sin embargo eran pocas las personas que tenían alguna de esas características...
Fue de noche cuando el cazador llegó y no perdió tiempo, empezó su trabajo. Me fue difícil esconderme de él y, en realidad, no lo logré, pero no me mató...por qué alguien le mato primero. Dos jóvenes que parecían de mi edad aunque seguramente no lo fuesen.
Ellos fueron mi salvavidas, me enseñaron a controlar mi sed, aprender a quien debía cazar y a quien no, como beber sin matar, incluso me enseñaron a salir a la luz del sol sin que este me quemara en el intento. Por primera vez sentí que pertenecía a algún lado.
Tiempo después me propusieron formalmente unirme a ellos, ayudar a cumplir misiones...acepte sin pensarlo mucho de todos modos, ¿a dónde podría ir?. Me llevaron más lejos de lo que creí podía llegar, hasta un castillo pequeño que parecía deshabitado...no lo estaba. Allí dentro vivían más vampiros, jamás he vuelto a ver algo así, todos tenían clase, como si hubiesen pertenecido a familias nobles. Allí me aceptaron, pude llamar a ese olvidado castillo "hogar".
Las misiones comenzaron, nada complicado pero si divertido, mis nuevos amigos pasaron a ser mis hermanos. Cada uno daría su existencia para salvar al otro, diría que conoces el sentimiento.

Pasó tiempo, bastante diría yo, recuerdo que ese día pensaba en que te podría haber ocurrido, la culpa me carcomía lentamente  desde aquel día que te  abandone, ¿y si por no buscarte más, por no encontrarte, te había ocurrió algo terrible? Fue entonces cuando llegó la nueva misión: alguien iba a acabar con nuestra raza y debíamos impedirlo. Por lo visto teníamos algunos años para completar la misión pues tendríamos que averiguar quién lo haría. No importaba  el por qué. Solo nos dieron dos indicios: ella podía controlar el tiempo.
Esta misión era distinta, podíamos elegir si la queríamos llevar a cabo o no, era nuestra decisión y nos dieron exactamente tres días para aceptarla, o bien, negarla. Fue cuando viaje solo hasta llegar a tu reino.
Al principio decidí que aquello era una locura y que seguramente ya no estarías allí o en todo caso de que aquel desgraciado también te hubiese convertido no habría razón por la que te hubieras quedado. Nunca pondrías en peligro a tu gente. Imaginaras entonces mi sorpresa al llegar al castillo.
Había ingresado por los inmensos jardines, aquellos que tanto te encantaban. Tu voz llego a mis oídos como un murmullo, no sabes la alegría que sentí al escucharla por qué eso significaba que estabas bien, a salvo. Así que me acerqué sin apresurarme, no quería asustarte. Sin embargo, la sonrisa que llenaba mi rostro cayó al escuchar esa otra voz que, a diferencia de la tuya, sonaba un poco rasposa, supe al instante que era de un hombre. Un ceño fruncido sustituyó la sonrisa que portaba, jamás ibas acompañada a los jardines, tú misma me lo habías dicho. Apresuré el paso, con el cuidado de que mis pasos fuesen insonoros, al parecer lo logré pues cuando llegue ninguno de los dos había percibido mi presencia así que me oculte.
Estaba confundido y enojado, ¿por qué demonios le hablabas con tranquilidad a aquel monstruo que nos había cagado la vida? Tu rostro permanecía sereno, sin algún atisbo de enojo, pensé entonces que tú sabías ocultar las emociones, así te lo habían inculcado. Me relaje hasta que él soltó una sonora risa, le mire disgustado y luego te mire a ti, esta vez con detalle. Tu rostro había cambiado, estabas más guapa y perfecta que nunca y había algo en tus movimientos que me recordaban al los habitantes del castillo olvidado, a mis hermanos, tus ojos brillaban alegres mientras tu boca reprimía una sonrisa. Un sentimiento desagradable se formó en mis adentros, ¿por qué estabas alegre con él?
«¡Oh, cállate!» dijiste antes de unirte a sus risas. Cuando estás se calmaron él te miró con ojos enamorados, inconsientemente mis músculos se tensaron... cuando te jaló hacia él sin que siquiera protestaras, supe después que eran celos lo que había sentido.
Pero no lo entendía ¿por qué no habías protestado? ¿Por qué dejabas que hiciera eso? ¿Por qué demonios no soltaba tu mano? ¿Y por qué parecía que ni siquiera te habías percatado de ello?
No tuve que juntar los puntos para darme cuenta de lo que estaba pasando. Ustedes lo hicieron por mí al juntar sus labios.
Más que el enojo unos celos enfermizos me llenaban de pies a cabeza, no me di cuenta de todo el trayecto que recorrí hasta llegar a mi hogar, tampoco pensé todas las posibilidades cuando acepté la misión. Ya no era racional, me sentía como la mierda. Y de no ser por qué estábamos lejos de los seres humanos habría ocasionado un genocidio.

La misión era cada vez más interesante,  me obligó a olvidarme de lo que había pasado, al menos ya no me afectaba como lo había hecho. A pesar de que había alejado a todos los que trataban de acercarse a mí, Araz y Aaron,  los hermanos A, mis hermanos ahora, se habían mantenido allí, apoyándome a pesar de que no conté nada, y tampoco me presionaron para que lo hiciera.

Un día estando solo en mi habitación un increíble dolor de cabeza llegó a mi, no lo sentí mucho tiempo ya que me dejo inconsciente. Cuando desperté me sentí con una energía inmensa como jamás la había sentido pero me sentía extraño, algo no estaba bien. No pasó mucho tiempo para que descubriera que tenía la capacidad de controlar el fuego. Los hermanos A lo descubrieron también pero me protegieron guardando el secreto, cada vez íbamos más lejos para que yo pudiese practicar con su ayuda.

Había pasado tiempo de todo aquello, los reinos comenzaron a cambiar, parecía como si de un día para otro la monarquía hubiese desaparecido, tu reino fue el último, ninguno de sus habitantes querían ese cambio, su reina mantenía el reino mejor que nadie. Tarde poco en darme cuenta que la reina eras tú. Emprendí un viaje a tu reino, sólo yo. Tenía que comprobar una teoría que inconscientemente había formulado. Al llegar y ver tu rostro me sorprendí, este no se veía más viejo que la última vez que te había visto, pero parecía inclusive más perfecto que antes. No tarde demasiado en reconstruir por completo una leyenda que corría de boca en boca por el reino. Tan secreta que no me hubiese sorprendido que la inventasen. Descubrí que había otros vampiros con poderes, sin embargo algunos eran prácticamente inútiles. Supuse que había corrido con suerte al obtener un poder útil. Descubrí entonces que tú también tenias poderes y los escondías mejor que nadie, pero, a diferencia de los otros, no sólo tenías un poder. Tardé algunos años en comprender que tú eras la que eliminaría nuestra raza.

Te hubiese delatado de no ser por qué aún sentía algo por ti, no arruinaría todos aquellos momentos que pasamos juntos, finalmente aún usabas esa cadena en el cuello, aún usabas tu estrella... y yo aún usaba la que le hacía juego. Había sido mi culpa por huir, aquella era mi penitencia. Así que me di a la tarea de crear pistas falsas por muchísimo tiempo, después huí.

Te cuidaba primero de cerca, me perdonaste a pesar de todo y nos mantuvimos juntos durante un tiempo, aunque odie que Sean estuviese allí, pero el había llegado primero. Me enteré que los originales habían descubierto viejas pistas, esta vez reales y decidí que había llegado la hora de cuidarte de lejos, no te pondría en peligro por mantenerme cerca.
No puedo engañarlos más así que, por favor, cuídate mucho mi pequeña cazadora y no te preocupes por mí, los originales no me harán daño, finalmente soy de la familia. "

La carta no estaba firmada pero poco importaba, sabía con exactitud de quién era. Mi cara se tensó al igual que mi cuerpo, el había mentido todo aquel tiempo, sin escrúpulos, sin algún movimiento que delatase todo lo que había hecho, me mentía viéndome a los ojos.
Sean se acercó cuidadoso, sabía que algo iba mal cuando las las luces del cuarto titularon sin control.

-Drake no está muerto– fue lo único que pude decir antes de que los focos se apagaran por completo.

Solo una tenue y cálida luz iluminaba el cuarto: la carta siendo consumida por las llamas que a duras penas producían mis manos.

¿Vampira?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora