Capítulo 20: Mordida (F)

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Paseo su mirada, altiva, de Sean a Drake y viceversa. Ambos habían adoptado una posición defensiva pero listos para atacar. Por mi parte no podía hacer mucho, si bien mi padre se había encargado de que me educase en las armas y en el combate por alguna extraña razón, era un secreto y lo podía utilizar como ventaja. Ni siquiera el más experto imaginaría que una princesa hubiera sido educada en algo que no fuera mantener la postura y hablar con elegancia.

–¿Quién eres?– escupió Sean. Él dirigió  su mirada a este y ladeó una sonrisa arrogante.

–Eso a ti no te incumbe.– los ojos de Sean reflejaron sorpresa, seguramente nadie le había hablado con tal descaro antes.–Pero yo sí necesito sus nombres.

Drake bufó en un volumen apenas audible.

–No te incumben

–En realidad sí, no puede haber errores así que ¿sus nombres?

–¿Por qué crees que te los diremos?

Su sonrisa, que antes había estado ladeada y a medias se expandió ¿qué le daba tanta gracia? Eso me daba mala espina. Empuñe la daga con fuerza, no quería que se fuese a caer, me sentía más segura con ella. Si tan solo... ahogué un grito con la esperanza de que nadie lo hubiese notado, aunque quedé atónita por qué no lo hubieran hecho, la daga, al igual que en el sueño, se había, de alguna extraña manera, aferrado a mi muñeca mediante unas tiras que se sentían suaves al tacto pero a la vez solidas e inquebrantables. No tenían color alguno, en vez de ello eran completamente transparentes.

–Por ella–respondió con cizaña.

Sentí una mano rodear mi cintura, en un principio pensé que habría sido Drake o Sean, pero luego sentí como el aire me fue arrebatado sin previo aviso, jadeé. Ya no me encontraba detrás de mis conocidos, no más, ellos estaban frente a mi, a una distancia demasiado grande para mi gusto. Mi cuerpo temblaba gracias al miedo que me embargaba. Sus rostros estaban tan pálidos como la nieve y estaba más que segura de que el mío se veía igual o inclusive peor.

Me encontraba en shock. Un sudor de un frío impresionante recorrió mi cuerpo, el cual temblaba como si el clima fuese de invierno.

–Ahora, ¿les agradaría presentarse?–sonrió burlón sin soltar mi cintura, ni siquiera había pensado en huir: comenzaba a asimilar lo que pasó aunque, sin llegar a hacerlo del todo, pero lo suficiente como para saber qué correr sería completamente inútil–¿Y bien?

Drake tensó la mandíbula antes de abrir la boca pero ningún sonido salió de ella pues Sean se apresuró a hacerlo antes.

–Seth...–miró de reojo a Drake como si le advirtiera– y él es Harry.

La persona a mi lado profirió una sonora carcajada que me provoco escalofríos.

–No puedo creer que sea tan exacto, malditas brujas– sacudió la cabeza aún con una sonrisa en el rostro después de recuperarse de aquel ataque de risa–. Entonces es el momento y las personas indicadas. Gracias por confirmar mis sospechas...–la burla inundó su sonrisa– príncipe Sean.

El mencionado se quedo helado, su mandíbula había caído, a su lado Drake se hallaba atónito pero no paralizado, había determinación en su mirada.

–¿Qué es lo que quieres de nosotros?–dijo con voz firme.

Él tardo un poco en contestar pero finalmente dijo algo totalmente inesperado.

–Su ayuda.Infortunadamente si les explico para qué se negarían y sería una total perdida de tiempo. Así que antes que nada, gracias.

Soltó su agarre de mi cintura y antes de hacer otro movimiento dijo algo que hizo que perdiera la esperanza. Sin esperanza las personas se vuelven frías y calculadoras, piensan sin sentimientos involucrados y en ese momento no supe si eso era lo mejor.

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