San-juu Nana

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"Tsukishima..." [T/N] pausó. Había debatido mentalmente con sí misma una vez más, preguntándose si era necesario hablar sobre ello al rubio sentado junto a ella. ¿A él le importaría? Las palabras se escaparon de sus labios de todas maneras. "Tengo algo que decirte."

Sintió su ritmo cardiaco incrementar, sus palmas comenzaron a sudar. Su garganta se sentía estrecha y su cuerpo pesado. ¿Esto es algo que él realmente querría saber? Dado que él la estaba mirando, sabía que no tenía opción. Tenía que decirle. Reunió todo el coraje que necesitaba y dio un gran respiro.

"Ya nunca más puedo ser una atleta."

Al hablar, todo el aire se le escapó. Sus hombros se hundieron, el peso en ellos había sido levantado de alguna manera. Cerró sus ojos, sintiendo las lágrimas agolparse en ellos. Era un alivio haberlo dicho, pero al mismo tiempo el decirlo en voz alta, admitiéndolo era difícil.

Tsukishima la miró fijamente, sus labios separados. Por ese excepcional momento, estaba mudo. [T/N] suspiró y miró sus pies, tomando su silencio como una señal para continuar. "Ese día, cuando me encontré con Akiteru-san en el hospital, había ido para mi revisión médica. Honestamente, en las últimas revisiones, los resultados no se veían nada de bien."

"Y finalmente, solo unos días atrás," Inhaló aire temblorosamente, jugando con sus dedos. "el doctor llegó a la conclusión de que con mi condición, no hay posibilidad de que me ponga lo suficientemente bien para poder volver a jugar deportes."

"Tsukishima," Su voz se quebró. "ya no puedo jugar voleyball." Lágrimas finalmente rodaron por su rostro, y con sus hombros sacudiéndose escondió su rostro entre sus rodillas y manos. Finalmente fue capaz de soltar todas sus frustraciones, todas las lágrimas que había estado conteniendo.

Oyó un crujido a su lado e intentó voltear su cabeza para ver que estaba pasando. "Tsukishi-" Antes de que fuera capaz de terminar su nombre, sintió una suave tela siendo atada gentilmente sobre su cabeza. Reconociendo la esencia de la tela, se dio cuenta que era su chaqueta. "Qué estas-"

"Cállate por un minuto y llora." La interrumpió, poniendo una confortante mano en su cabeza. Ella se congeló por un momento, notando que se había movido más cerca de ella, sintiendo la calidez de su grande mano tras la chaqueta.

"Qué demonios..." Murmuró sorbiendo la nariz. ¿Quién le dice a alguien que se calle y llore? Pensó mientras apretaba más la chaqueta contra su cuerpo. Los dos se sentaron en silencio, con [T/N] haciendo sonar su nariz ocasionalmente. Se estaba sintiendo mejor tras poder liberar sus emociones, y también con las malas habilidades de Tsukishima para confortar.

"¿Qué planeas hacer?" Preguntó, mirando fijamente la fogata. Un grupo de idiotas estaban bailando alrededor del fuego, levantando sus manos en el aire.

"No estoy segura..." Respondió con la verdad, descansando su mejilla sobre sus brazos cruzados. "En realidad, tampoco le he dicho a nadie..."

"Quédate como nuestra mánager." Él dijo. Ella se volteó, mirándolo un poco confundida.

"¿Pensé que habías dicho que soy una horrible molestia para el equipo?"

"Si tan solo renunciaras, Nishinoya-san y Tanaka-san nunca pararían de llorar por ti. Sería bastante fastidioso lidiar con eso. Es verdad que eres una molestia pero eso sería aún más molesto." Dijo y ella ya podía imaginarlo. "Shimizu-san también cuenta con que continúes a cargo del equipo, ya que este sería su último año."

"Además," Deslizó su mano de su cabeza hasta el césped, estirándola. Miró hacia el cielo, el azul oscuro que los rodeaba. Algunas estrellas se extendían en el cielo con una luna creciente acompañándolas. "el equipo ya te tiene aprecio."

Tsuki-dayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora