Shi-juu Ni

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Tsukishima observaba las brillantes luces reflejar en el rostro de [T/N]. Sus ojos destellaban como los mismos fuegos artificiales. Dejó salir una risa al estar cautivada por el espectáculo pirotécnico, como un niño al que le concedieron todos los dulces que pudiera comer.

"Eres un poco cobarde, ¿no es así?"

El odiaba esas palabras. No porque las hubiera escuchado de Mamoru, aunque parcialmente era por eso. Si no porque eran verdad, y él no podía admitirlo. Era un cobarde, un perdedor, y apestaba escucharlo de algún punk presumido como Mamoru. Eso lo motivaba de alguna extraña manera, diciéndole que no podía ser cierto.

Se inclinó un poco hacia el lado, ladeando su cabeza en cierto ángulo. Mientras la suave brisa soplaba, podía oler la suave esencia en su cabello, el cual rosaba su nariz. Eso hizo que su corazón retumbe, demasiado rápido para su agrado. Reuniendo todo su coraje dio un gran respiro cerca de su oreja, provocando escalofríos en su espalda y que se congele con los ojos bien abiertos. Susurró. Su respiración hacía cosquillas en su cuello. La fuerte explosión de los fuegos artificiales armonizó con él mientras hablaba, contrastando su suave y calmante tono.

"...suki..."

[T/N] se tensó completamente. Se volteó hacia él boquiabierta. El chico la miro directamente a los ojos, en los que se reflejaban las brillantes luces del espectáculo pirotécnico. Otro fuerte ruido se escuchó y sus rostros se iluminaron, sin romper el contacto visual. Por un momento ella casi se pierde en sus ojos.

"¿Qué?" Intentó hablar sobre las ruidosas explosiones, entrecerrando sus ojos. Su corazón martilleaba, repentinamente asustada por lo que preguntó.

Tsukishima frunció sus labios, nada contento por tener que decirlo de nuevo. Aunque era su culpa por intentar comenzar una conversación en medio de todo el espectáculo. Dio otro respiro, mirando directamente a sus ojos.

"Voleyball ga suki. (Me gusta el voleyball.)"

Los ojos de [T/N] se agrandaron por su confesión, palabras que nunca pensó oír de él. Se dio cuenta de que esta era su respuesta a la pregunta que le hizo en el campamento en Tokyo, cuando se fue furioso de la práctica.

"A ti... ¿A ti no te gusta el voleyball?"

"Tsukishima..." [T/N] lo miraba fijamente. La seriedad e integridad en su voz daba tirones en su pecho, haciendo que su corazón revolotee. No podía distinguir si era por los ensordecedores estallidos de los fuegos artificiales o sus latidos. Su mente se enredó, intentando pensar en algo para decir como respuesta, pero no tuvo suerte.

"Es una molestia jugar con el equipo," se volteó hacia el mar. Sus meñiques se rosaban entre ellos, sus nudillos gentilmente presionados contra el otro, pero parecía no importarles. En cambio, saboreaban la calidez que sus pieles producían en la fresca noche. "Pero si disfruto jugar voleyball."

Oír su respuesta definitivamente la había shockeado, pero él se sorprendió aún más cuando ella echó su cabeza hacia atrás riendo, sus dedos ahora se tocaban por el movimiento. Se sentía raro escucharlo decir eso, pero al mismo tiempo también era confortante y asegurador. Ladeo su cabeza hacia él, sonriendo con otro brillante color reflejándose en su piel. El viento soplaba, empujando mechones de cabello desde su cara. "Me alegro." Ella dijo, su meñique ahora estaba sobre el de él.

Los labios de Tsukishima reflejaron su sonrisa, volviéndose hacia los fuegos artificiales. Dobló su dedo, enganchando sus meñiques juntos. "Yo también."

--

[T/N] suspiró de alivio al cerrar la puerta tras ella. Era otro día lluvioso. [T/N], siendo una persona quien no cree en los instintos de su madre, fue a la escuela sin llevar un paraguas. Justo cuando estaba a medio camino de su casa, comenzó a llover torrencialmente de la nada, forzándola a correr para llegar a casa. Tras sacarse sus zapatos no podía esperar por hacer lo mismo con sus empapadas calcetas. Intentó regular su respiración mientras caminaba hacia las escaleras. El agua de la lluvia rodaba por su piel, y una corriente de aire la hizo temblar. "¡Tadaima!" Anunció, sintiéndose mareada por la carrera.

Tsuki-dayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora