San-juu Ichi

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[T/N] observó desde el alto edificio, a través de la ventana que cubría toda la pared, ubicando su mano en el vidrio. Miraba la suave brisa revolver las hojas del gran árbol en el patio del hospital. Casi había olvidado como el aire fresco de la brisa fría olía y subconscientemente delineó con sus dedos la cánula bajo su nariz.

Qué maravilloso día para jugar voleyball... Pensó para sí misma y se molestó por arruinar su propio ánimo. Suspiró y alejó la silla de ruedas de la ventana, decidiendo que se retiraría a su cuarto para leer un libro o dos. Mientras se movía por el pasillo donde llantos distantes y tosidos resonaban, notó a un chico alrededor de su edad reposando en una de las sillas plásticas cómodamente.

Podía oír la fuerte música que traspasaba sus audífonos mientras daba golpes con su pie en suelo. A ella le parecía de alguna manera familiar lo que era raro, ya que no conocía a casi nadie desde que llegó a Tokyo. Notó los brillantes mechones de rojo y marrón en su cabello. A pesar de que había estado en la ciudad por un tiempo aún no lograba acostumbrarse a lo audaz que podía ser la gente de ahí. Incluso sus compañeros tenían el cabello teñido, piercings y maquillaje excesivo. Ya no debería ser un shock cultural para ella.

Espera... ¿Compañeros? Ladeó su cabeza, intentando recordar a los compañeros que conoció solo en contadas ocasiones debido a que necesitaba estar frecuentemente en el hospital. Finalmente, se dio cuenta de que se había detenido frente de él. Suficientemente vergonzoso para ella, él también lo había notado y sacó sus audífonos de sus oídos.

"¿Tú...?" Él levanto una ceja al mirarla.

"¡A-Ah! ¡Sumimasen!" Se disculpó, tratando de controlar el intenso color en sus mejillas. Estaba a punto de alejarse rápidamente de la incómoda situación cuando él la detuvo.

"¡Espera!" Saltó frente a ella, encerrándola con su silla de ruedas. Se inclinó hacia atrás todo lo posible. "Tu... Tu eres de mi clase ¿no?"

"U-Uh..." [T/N] miró a su alrededor frenéticamente, sin saber que responder. No estaba segura si eran compañeros de verdad. Después de todo, todas sus caras se hicieron borrosas en su memoria. "No lo sé..."

"Vas a la Preparatoria Central de Tokyo ¿cierto?" el confirmó, mirándola atentamente. "Y tu clase es la 1-4 ¿verdad? Eres la nueva transferida que está siempre ausente."

"¿S-Supongo?" Se encogió de hombros. Aunque estuviera en lo correcto sobre su clase, no estaba segura de como la recordaba, después de declarar que se encontraba siempre ausente.

"¡Entonces eres mi compañera!" Él sonrió, poniéndose de pie. "Soy Shimada Mamoru."

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Un sentimiento ligero de incomodidad se instaló en el pecho de Tsukishima y ambos permanecían donde estaban frente al misterioso chico. Desde su pobremente teñido cabello a los feroces piercings escalando sus orejas, ninguna de sus vibras se sentía no-hostil para el rubio.

[T/N] ojeó al chico parado frente a ella. Algo sobre los mechones azul y turquesa contrastando con su cabello azabache parecían distantemente familiares, aunque no podía recordar de dónde. Sabía que había escuchado su voz antes, aunque era un poco más rasposa de lo que la recordaba.

"¿Te olvidaste de mí? Qué cruel..." El chico hizo un puchero.

Escaneó su rostro una vez más para aclararse. Una chispa se encendió en su memoria cuando reconoció uno de sus piercings, uno negro mate con forma de cono asomando a través de su oreja. "¡M-Mamoru-kun!" exclamó.

Tsuki-dayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora