-¡Buscaros una habitación! -gritó una voz desde arriba. Era Chad.
-Por mí perfecto -le devolvió el grito Nate, haciendo a Abby reír. Nate la miró sonriendo. En ese momento, Simón y Chad bajaron sin la serpiente.
-Por cierto Abby, mañana tenemos fiesta en casa. Solo vienen colegas de fiestas en casa de Emily. -informó Chad, y Simón asintió dándole la razón. Nate los fulminó con la mirada.
Abby no solía ir de fiesta, se podría decir que este último año había salido una vez. No le gustaba mucho, prefería quedarse en casa viendo películas con Esther, como solía hacer con Sam. También le gustaba quedarse leyendo, o realizar informes para no estar atrasada al día siguiente. Pero las pocas veces que había salido, Nate la había llevado con ella perfectamente. ¿Por qué esta vez lo escondía?
Por otro lado, Abby odiaba a Emily. Solo había ido a una fiesta con ella, y no había dejado de tontear con Nate. Desde ese entonces, Abby asumió que su novio les gustaba a todas. Sin embargo, no dudaría en meterse en una pelea si ella estaba presente. Esa es otra de las razones por las cuales Abby no quiere ir de fiesta. Pero tampoco entendía la necesidad de esconderlo.
-¿Nate no te ha dicho nada? -inquirió un confuso Simón. Y en estos momentos, no era el único confuso.
-No, pero tranquilos. No asistiré a esa fiesta. -se giró hacia Nate- que te lo pases bien con tus amigos, y con.. Emily. -y dicho esto, Abby salió por la puerta sin dejar explicarse a nadie más.
***
-Muy corto. -reprochó Abby suspirando. Esther maldijo por lo bajo.
-¡Oh, vamos! Muy corto, muy largo, muy pegado, muy ancho, muy amarillo.. ¡Decídete ya! -gritó una desesperada Esther. Abby no pudo evitar que la escena le resultara graciosa, e intentó reprimir una carcajada.
-Aun no entiendo por qué hemos tenido que venir a probarme ropa. -refunfuñó Abby cruzándose de brazos en los asientos del mostrador.
-¡Porque vas a asistir a esa fiesta! Y te vas a presentar delante de sus amigos. Si te intenta esconder, no te quiere. De lo contrario, sabrá que ha cometido un error, os besareis delante de todos, y luego podrías fotografiar la cara de Emily. -dijo Esther acompañada de una risa de hija.
-No voy a hacer eso, Esther. Es muy patético. -Abby volvió a suspirar.
-Pero eficaz. -concluyó Esther.
-No lo voy a hacer. No hay nada más que hablar. -dijo Abby rotundamente. Esther bufó.
-Pf, vale. -dijo Esther encogiéndose de hombros.
-¿Por qué me esconderá? ¿Se avergüenza de mí? Llevamos más de tres años juntos.. Hemos pasado por tanta cosas.. -Abby decidió callarse antes se mencionar que era un vampiro, y que había estado a punto de morir en varias ocasiones.
-Ey, pequeña, mírame ¿Es que no conoces a Nate? Sabes que te ama más que a nada en este mundo, y eres un pivonazo chica, ¿por qué se iba a avergonzar de ti? -animó Esther.
-¿Por qué sino iba a esconderme? -contraactó Abby. Touché.
-Seguro que tiene una razón Abby.. Deberías hablarlo con él. -dijo Esther. Abby sabía que esa era la mejor solución, pero también sabía que un: no quiero que mis amigos te conozcan. -La mataría.
-No, no pienso hablar con él. -dijo Abby, y ahí quedó la conversación.
Al volver a casa, estaba sola. No había nadie en casa.
Qué raro -pensó.
Subió las escaleras hasta llegar a su cuarto, y una vez allí, se encerró en él.
Pensó en qué podía hacer para matar el tiempo, y decidió hablar con su madre. Habían hablado varias veces, y Abby siempre le había contado lo bien que iba. Hasta le presentó a Nate por skype. Pero ahora tenía pocas ganas de encender el ordenador, así que cogió su teléfono, ignoró las llamadas que tenía de Nate o de los chicos, y marcó en su teléfono: Mamá.
Al tercer *pi* cogió el teléfono.
-¡Abby! Qué alegría escucharte cariño, ¿qué tal? -su madre siempre sonaba sonriente cuando hablaba con ella, y eso le causaba a Abby siempre una sonrisa.
-Muy bien mamá, ¿y tú? ¿qué tal por allí? -preguntó Abby. Decidió evitar contarle lo de Nate porque no quería preocuparla.
-Perfectamente. Se acaban de mudar una mujer y un chico de aproximadamente unos 15 años, o al menos eso es lo que aparenta, aquí al lado. ¡Mañana Carol y yo vamos a llevarles galletas! -informó una entusiasta mujer. Abby no pudo evitar reír, su madre siempre era muy extrovertida.
-¡Eso es genial, mamá! Una nueva amiga en el barrio.. Deberías convencer a Carol para que se mude contigo.
-¡Ya lo se! Pero Carol es demasiado cabezota y ahora dice que se ha encaprichado de sus plantas, ¿te lo puedes creer? -preguntó la madre de Abby. Abby quería contestar, pero al escuchar la palabra: encaprichar, una subida de emociones hizo que se le saltaran las lágrimas.
-¿Abby, mi niña? ¿estas ahí?
-Mmm.. Sí, sí mamá. Es que estoy aquí algo liadilla con el trabajo, ¿hablamos luego, vale? Te quiero.
-Y yo mi amor, hasta luego, ¡saludos a los chicos! -y colgó.
El poder de Abby no eran todo ventajas. Había ocasiones en las que una palabra le podía formar una oleada de recuerdos en su mente, y a veces la hacían llorar. Como en este momento. No quería separarse de Nate. Llevaban tres años juntos. ¿Cómo iba a ser su vida sin él? ¿Por qué ha tenido que esconderla de esa manera? Abby no podía dejar de pensar en eso, por lo que decidió que la mejor opción era dormir, aunque solo fueran las 8:30, y aun no hubiera cenado.
Entre lágrimas y pequeños sollozos, fue observando como sus ojos se cerraron lentamente, y de un momento a otro, todo se volvió negro.
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Nate II; miradas oscuras.
VampireUna vida en París, un trabajo decente, y una maravillosa relación con sus cuatro idiotas favoritos. A pesar de haber pasado todo lo que habían vivido hasta ahora, nada los había separado, sino que los había unido aún más. Tres años después, cuando c...