Las paredes de la habitación de Nate estaban de un color rosa pastel, y unas flores muy bonitas estaban dibujadas por ellas, de color blanco.
La ventana estaba abierta, y las nuevas cortinas de colores se movían acorde con el viento.
La televisión no estaba, y en su lugar había una alfombra de colores con juguetes en ella. Y junto a esta, un gran baúl rosa lleno de peluches, barbies, etc.
Donde se supone que tendría que estar la cama, había una cuna preciosa. Era blanca, y los cojines rosas. Y encima de esta, un carrusel, el cual desprendía una hermosa melodía.
Por último, dos pequeñas cómodas blancas a los lados.
-Esto es... -comenzó a decir Abby, pero no pudo continuar porque, en cuestión de segundos, las lágrimas ya habían alcanzado sus mejillas.
-Te quiero muchísimo -le dijo ella a Nate mientras lo abrazaba fuertemente, y finalmente lo besaba apasionadamente. Nate gimió del placer, y la besó con la misma intensidad. Al separarse, ambos respiraban con dificultad.
-DILE A CHAD QUE DEJE DE REÍRSE -se escuchó un grito de Simón desde abajo. Nate y Abby se miraron, y ambos rieron.
Al bajar, Simón corría por todo el salón intentando alcanzar a Chad, quien corría más rápido debido a que este último no iba lleno de barro.
-Simón, ¿te convertiste en panchito y no me di cuenta? -preguntó divertido Nate, al tiempo que Simón frenaba mirándole con furia. A Chad se le saltaban las lágrimas de la risa.
-QUE FUE UN CHARCO DE BARRO. A TODOS NOS PASA. CALLAOS YA. -gritó Simón, y nadie podía parar de reír.
En ese momento, a Abby le llegó un mensaje.
Acosador
Qué bonita estancia en familia, ¿eh? Disfruta de ella mientras puedas.
***
-Eres un maldito insensible. -dijo Abby sonándose la nariz una vez más. Nate rodó los ojos sin dejar de sonreír, y Chad volvió a bostezar. Simón no paraba de roncar. Abby los observó con una gran impresión y decepción. No entendía como podían ser tan insensibles.
Nate apagó la televisión, y le indicó a Abby que subirán a su cuarto. Abby asintió, y con mucho cuidado, dejó la cabeza de Simón en el sofá.
Una vez en el cuarto, Nate cerró la puerta y se quitó la camiseta y los pantalones mientras agarraba el pijama y se lo ponía.
-¿Te das cuenta de lo poco que queda para que nazca el bebé? -dijo Nate con entusiasmo en su tono de voz.
Y Abby debería haber sonreído, como hubiera hecho cualquier madre sin problemas. Pero no fue así. Abby pensó una vez más en todo lo que significaría la llegada de ese bebé al mundo. ¿Estaría preparada para un parto vampírico? ¿Y para criar a un bebé vampiro? ¿Estaba preparada para saber su verdadero poder?
¿Qué pasará cuando Abby riña y castigue al bebé? ¿Acaso este intentará matarla? ¿Y si saliera un bebé travieso? ¿Se metería en peleas constantemente? ¿Y si alguien se enteraba de que ese bebé no era normal? ¿Qué pasaría entonces?
Pero, bah, ¿A quién quería engañar Abby? Todos sabemos que lo que de verdad le preocupaba a Abby era,
¿Quién era el tipo de sus mensajes qué quería de ella y de su bebé?
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Nate II; miradas oscuras.
VampireUna vida en París, un trabajo decente, y una maravillosa relación con sus cuatro idiotas favoritos. A pesar de haber pasado todo lo que habían vivido hasta ahora, nada los había separado, sino que los había unido aún más. Tres años después, cuando c...