24. Plan en marcha. Parte 1

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*Narra Abby*

A veces en la vida, nos olvidamos de que muchos de nosotros necesitamos un momento a solas. Un momento en el cual podemos recapacitar sobre nuestra vida, sobre nosotros mismos.

Yo, me he dado cuenta de que he experimentado varias ocasiones a lo largo de mi vida, en las que lo he pasado bastante mal.

Cuando mi padre murió. Fue una experiencia horrible, jamás volvería a repetirla.

Cuando me encontré un cuerpo muerto en el cuarto de Chad por primera vez. Vaya, que miedo pasé.

Cuando Matt me transformó, esas décimas de segundo en las que pensé que no volvería a ver la luz de sol.

O incluso, cuando tuve que terminar mi relación de amistad con Esther.

Sin embargo, un embarazo vampírico había sido lo más difícil que posiblemente haré nunca. Incluso el parto...

-¡Empuja Abby! ¡Ya casi esta! -gritó Dylan.

Ahora mismo estábamos en mi cama, Nate estaba sentado de piernas abiertas, y yo entre estas. Nate me abrazaba fuertemente por la espalda, mientras me susurraba al oído que todo iba a estar bien.

A ambos lados, Chad y Simon me sostenían cada uno una mano, y Dylan estaba centrado en el bebé. Como no...

-Vamos nena, todo va a salir muy bien. Y nos iremos con el bebé al parque, al cine, todo lo que hace una persona normal. Sé que puedes Abby, solo un último intento... -susurró Nate en mi oído. Empujé fuertemente, con una fuerza brutal. Y con un dolor que ni yo misma podía describir. Y fue en ese entonces, cuando escuché llorar a un bebé. O debería decir... A una bebé.

-O DIOS, GANÉ, HE GANADO, ES NIÑA, LO SABÍA -gritaba Chad, haciendo que la bebé llorara aun más. Nate le pegó un calvote. Simón ahora mismo se encontraba en una esquina de la habitación, maldiciendo a "alguien" por haber perdido la apuesta.

Los ojos de Nate estaban llenos de lágrimas, y fue en ese entonces cuando Dylan le pasó a su pequeña. Nate la admiraba como solo miraría un padre a su hija. Y la bebé en el instante que sintió sus brazos, dejó de llorar automáticamente.

-Es... Preciosa -dijo Nate en un susurro. Reí aun llorando, y besé su mejilla al tiempo que apoyaba la cabeza en su pecho.

-Hola chiquitina, ya estás en casita. -susurré, aun sabiendo que la bebé no me iba a escuchar. Ella ahora dormía plácidamente.

-Siento interrumpir pero... Creo que deberíamos irnos. Tenemos un plan, y hay que darse prisa. -dijo Dylan, y todos asentimos dándole la razón.

-Bienvenida al mundo, Luna.

***

*Narrador omnisciente*

Ya estaban todos en el coche. Llevaban un largo camino, ya que tenían que llegar hasta las afueras de la ciudad para poder encontrar el viejo taller abandonado, pero afortunadamente no les quedaba mucho.

Abby se había empeñado en conducir, y a pesar de que todos se negaban, ella había dicho que sería hoy la conductora.

-Abby, mi amor, tienes que informarnos un poquito más... No tenemos ni idea de a quién nos enfrentamos, ni de qué ocurre. -dijo Nate con tranquilidad, y Abby en ese momento se desvío del camino hasta entrar en el bosque. Todos estaban confundidos.

«Os prometo explicaroslo después, ahora por favor no digáis ni una palabra de lo que estoy a punto de hacer. Todo saldrá bien, ya veréis.» -susurró Abby en la cabeza de Simón, Chad y Nate.

En ese momento, antes de que pudieran decir si quiera una palabra, Abby cogió a la bebé de los brazos de Nate, y bajó del coche.

Justo en el bosque, una vampiro que todos conocían muy bien llegó corriendo rápidamente, como solo un vampiro podría hacer. Abby le entregó el bebé a Katty, y antes de soltarlo, miró a Luna a los ojos.

-Todo va a salir bien pequeña, te quiero mucho. -susurró antes de darle un besito en la frente. Abby miró a Katty a los ojos, después de tanto tiempo, y Katty solo asintió con la cabeza. Ella sabía perfectamente lo que tenía que hacer.

De un momento a otro, Katty desapareció, y Abby volvió a subir al coche.

-¿Qué pasa Abby? ¿Adónde se llevan a Luna? -preguntó alarmado Nate. Abby solo lo miró, y eso bastó para que Nate callara.

-Ella se va de todo esto. Somos nosotros quienes tenemos que hablar las cosas e idear un plan. Después, iremos a por ella. -dijo Abby, y todos asintieron. Todos... Menos Dylan.

-No no no, hay que ir a por ese bebé, el bebé tiene que venir con nosotros -dijo enseguida. Todos lo miraron con el ceño fruncido, menos Abby, quien simplemente sonreía.

-Dylan hermano, tranquilizate. Esta en buenas manos, es Katty. -intentó ayudarle Simon. Dylan volvió a negar con la cabeza.

-Por favor, tenemos que volver a por ese bebé. Vosotros no lo entendéis... -dijo esto último susurrando. Todos callaron, pero Abby habló al tiempo que seguía conduciendo.

-No, la verdad es que no lo entiendo Dylan. Y no me pidas que te entienda, porque jamás lo haré. Siempre te he tratado como un hermano para mí. Llegué a pensar que incluso tú también me veías a mí como una hermana, pero me equivoqué. -dijo Abby dejándolos a todos petrificados. Incluso a Dylan.

-No te entiendo Abby -dijo él rápidamente. Una carcajada limpia salió de los labios de Abby.

-Yo tampoco entendí para qué querías tanto a ese bebé, ¿sabes? Pero... Después de que enviaras a esa chica tan rara y asustada a mi despacho, y luego que la mataras, me sorprendí bastante la verdad. Y encima fuiste tan imbécil de escribir una puta nota, ¿sabes? ¿Qué imbécil escribe una nota como si fuera otra persona, y a los días es él quien me deja una nota? Fue muy curioso observar cómo las letras coincidían, y encima, hace pocos días volviste a dejar otra nota. ¿Te acuerdas? Diciendo que perdería a mi bebé. Y creeme, ahí lo confirmé todo. -dijo Abby con una expresión de odio... Dolor... Rencor... No sabría ni ella misma como explicarlo.

-¿Qué cojones? -escupió Nate.

-¿Los mensajes nunca habían existido, verdad? Por eso luego cuando intentaba volver a leerlos, no podía. Era tu poder. Tú tienes el poder de los sentidos, y con estos años lo has mejorado bastante. Wow, vaya si lo has mejorado. Me hiciste creer que un acosador existía, aunque en cierto modo, siempre ha existido. Eres un puto enfermo. -terminó de decir Abby con desprecio, y la cara de Dylan estaba más blanca que de costumbre.

-No puede ser... -susurró Chad. Justo en ese momento, llegaron al taller, y Dylan salió corriendo por la ventana, haciéndola añicos.

-¿Sabéis qué? Que no podéis hacer nada. Ahora mismo, en este taller, se encuentran Matt y todo su ejército. Lleváis luchando durante más de 3 años, creo que ya va siendo hora de que os rindáis. -anunció Dylan. Todos abrieron los ojos como platos, y en sus caras se reflejaba la ira y el dolor. Abby no permitiría que algo así pasara. Nunca.

-No lo creo.

Nate II; miradas oscuras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora