7. Problemas

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A la mañana siguiente, Abby despertó sintiendo un brazo alrededor se su cintura. Recordó lo que había sucedido la noche anterior, y miró hacia arriba hasta ver a Nate observándola. Sonrió y se escondió en su pecho como una niña pequeña. Nate soltó una carcajada y la apretó más contra él.

-Yo también soy muy afortunada, ¿sabes? -susurró ella.

***

-¡ABBY! ¡TENEMOS HAMBRE! -gritó Chad desde la cocina.

-¡Chad! ¡Solo es poner la sangre en un plato, por dios! -gritó Abby desesperada.

-¡TENGO HAMBREEE! -gritó Simón. Abby suspiró y colocó toda la sangre en unos platos. Los llamó, y todos se sentaron a comer.

-Queda poca sangre en la nevera, así que mañana, día de caza. -dijo Abby. Todos asintieron.

-Oh, Junior.. Hoy por la noche vendrán a por ti -Simon y Chad hicieron un puchero.

-Me acabáis de alegrar el día, que lo sepáis. -dijo Abby. Dylan le dio la razón.

-Me aseguraré de que por las noches el fantasma de Junior te acose -dijo Simon. Abby cogió con su mente la barra de pan, y le pegó un calvote a Simon con ella. Y no dejó de mirar el plato ni de comer en ningún momento.

-¡Au! ¡Aun no entiendo porqué tenemos que tener una barra de pan, si solo comemos sangre! -gritó Simón.

-Claro, Simón. Y si algún día viene alguien y nos pide que le demos comida, le ofrecemos sangre. Así no llamaremos la atención. -Dylan habló.

-Por cierto, esta tarde nos vamos a casa de un colega, ¿te quieres venir? -preguntó Nate. Todos se quedaron sorprendidos, aunque Abby un poco más. Abby sonrió y besó la mejilla de Nate.

-Nop, gracias. Esther va a venir esta tarde. -dijo Abby sonriendo. Nate asintió, y todos volvieron a comer hablando tranquilamente.

***

-¡Que hizo qué! -gritó Esther. Ya se estaba haciendo tarde, y Abby había dejado el tema de Nate para el final. No quería contarle nada, porque sabía que eso arruinaría la tarde.

-Tengo que ir al baño, pero en cuanto vuelva, pienso interrogarte aunque ya sea tarde y los chicos estén a punto de venir, ¿queda claro? -Abby asintió.

Abby fue a la cocina, y lavó el tazón de palomitas. Odiaba comer palomitas. Bueno, odiaba comer cualquier cosa que no fuera sangre. Pero tenía que hacerlo para disimular.

Pasado un minuto, escuchó un fuerte grito y un fuerte golpe en el suelo del piso de arriba. Abby subió corriendo, pero cuando llegó arriba, deseó no haberlo hecho.

-¡Oh dios! -gritó Abby. Todo estaba lleno de sangre. La serpiente había mordido a Esther en la rodilla, y ahora Abby debía sacarle el veneno o puede que fuese demasiado tarde para que se lo sacaran en un hospital. Mierda.

Abby solo podía pensar: sangre, sangre, sangre.

Debía controlarse, o acabaría comiéndose a su mejor amiga. No. No podía hacer eso.

-¡Abby! ¡Puedes ayudarme, por dios! -gritó Esther llorando. Si Esther supiera..

Abby se acerco a ella, y empezó a chuparle la rodilla y a absorber mientras Esther gritaba y lloraba. Una vez que hubo sacado el veneno, Abby no pudo detenerse. No pudo.. Lo intentó, pero la sangre estaba tan rica.. Hasta que pensó en Esther. Era su mejor amiga, no podía matarla. Paró. Esther la miró aterrorizada.

-Te.. Te has comido.. mi sangre.. -susurró ella. A Abby no le quedó más remedio que meterse en su cabeza, y le hizo pensar que Abby simplemente le había sacado el veneno. Abby le hizo un nudo con su camiseta en la rodilla, y llamó a una ambulancia.

Alrededor de 10 minutos, ya se había puesto una nueva, y la ambulancia había llegado. Subieron a Esther a la ambulancia.

-¿No me vas a acompañar, Abby? -preguntó ella. Abby tragó saliva. No podía volver a ver la sangre, y tampoco podía subir en una ambulancia en la que seguramente habría sangre de repuesto, o al menos olor a ella. Es más, Abby juraría poder olerla desde su casa.

-Yo.. No puedo Esther.. Lo siento.. -y no pudo seguir, las puertas de la ambulancia se cerraron. Pero sí pudo observar la cara de decepción y dolor en el rostro de Esther. Abby era una muy mala amiga, y no se merecía a Esther.

Nate II; miradas oscuras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora