Capítulo VI

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Había pasado una semana desde la última vez que Andy y Mandy se vieron. Hoy era lunes, ya se acabaron las vacaciones, así que tenía que ir a la escuela.

- Papi, no quiero ir a la escuela.- Dijo Mandy desganada.
- No vayas.- Respondió su padre mientras la peinaba.
- No, porque si no voy te vas a enojar.- Dijo mirando a su padre por el espejo.
- Entonces no te quejes.- Sonrío triunfante el hombre y sólo consiguió un puchero por parte de su hija.

Después de desayunar, Henry llevo a su niña al preescolar. Durante el camino Mandy pensaba en que lo más seguro es que empezando la clase la maestra haría que todos pasarán al frente a contar lo que hicieron en las vacaciones.

- Que te vaya bien, corazón.- Su papá le dio la pequeña mochila.
- Adiós, papi.- Se despidió Mandy.
- Paso por ti cuando salgas, adiós.- Se despidió y camino al carro. Mandy entró a la escuela y fue a su salón.

- Hola, niños.- Entró la maestra.
- Buenos días, señorita Emily.- Saludaron todos lo niños en coro y levantándose de sus asientos.
- Pueden sentarse.- Dijo amablemente y todos los niños obedecieron.
Y como había pensado Mandy, todos sus compañeros tenían que pasar a contar lo que hicieron en vacaciones. Todos hablaban de que habían ido a muchos lugares, que sus padres les compraron muchas cosas, etc.

- Mandy, pasa al frente.- Dijo la maestra, Mandy soltó un suspiro, se levantó de su lugar y camino hacia la pizarra.
- Bueno, en mis vacaciones... fui al museo con mi papá, también fuimos al parque con mis papás... hice un amigo que se llama Andy, con él fui al nuevo parque de diversiones.- Contó ella a sus compañeros, aunque la mayoría no le hacía caso.
- Que bien, entonces te divertiste mucho.- Dijo la maestra.
- Si.- Sonrío Mandy.
- Esta bien, ve a tu lugar.- Después de ella siguieron otros 5 niños.

Andy

Sonreía con solo oír ese nombre, en su mente sólo se repetían las imágenes del día que se conocieron y cuando fueron al parque de diversiones. Algo en su corazón le decía que su amistad con Andy duraría mucho.

Después de que todos los niños pasarán a hablar al frente, comenzaron a hacer ejercicios en sus libretas hasta que sonó el timbre anunciando la hora del recreo. Todos los niños salieron corriendo, Mandy siempre era la última en el salón.

- Hoy tampoco saldrás, ¿Cierto?- Habló su maestra, Mandy sólo volteo a verla y negó con su cabeza.
- Me da mucho gusto que hayas echo un amigo en estas vacaciones, Mandy.- Dijo mirando a la pequeña.
- A mi también, señorita Emily.- Sonrío amablemente y sacó una gelatina de fresa de su mochila.
-¿En que escuela está tu amigo?- Preguntó sacando su almuerzo de su bolso.
- No sé, creo que va en la primaria.- Dijo insegura.
-¿Es más grande que tu?- Se asombro la pelinegra.
- Si, por dos años.- La niña alzó dos de sus dedos.
-¡Wow!- Sonrió.
-¿Quiere gelatina, maestra?- Ofreció la pequeña.
- No, gracias. Quien te viera, Mandy, haciendo amigos más grandes que tu.- Sonrío divertida Emily.

- Buen día, señorita Collins, se le solicita en la sala de maestros ahora.- Interrumpió una señora de lentes parada en la puerta del salón.
- Ya voy.- La señora de lentes se fue.
-En un momento vengo, Mandy.- Dijo Elmily mirando la niña y salió del lugar.

Mandy comió tranquilamente su gelatina, se levantó de su asiento y se dirigió a la ventana, miró la cancha de fútbol en donde se encontraban niños jugando, alrededor habían varias niñas jugando o platicando. A dónde quiera que ella miraba había grupos de amigos; mientras que ella era la única niña de toda la escuela que no salía a jugar como los demás, siempre se quedaba en el salón a platicar con la maestra.

"Que niña tan rara"

"Siempre esta con los maestros"

"Barbera"

"Da miedo"

"Nadie la quiere"

Eso es lo que los demás piensan y dicen de ella. Pero eso ya no le afectaba, se había acostumbrado al rechazo de sus compañeros.

Todavía recordaba el primer día de clases, tenía sólo 3 años, ese día un niño le jaló el cabello durante la clase, en recreo tres niñas la rasguñaron y en la hora de la salida otro niño le derramo jugo de uva en su falda. Cuando su papá fue por ella y la vio le preguntó que había pasado, Mandy no quería preocuparlo y simplemente le contesto que se había caído mientras jugaba con sus "nuevos amigo". Sin duda ese había sido el peor comienzo de todos.

Desde ahí se dio cuenta de que estaría sola, pero era lo mejor, no quería soportar más las burlas de sus compañeros, por eso se mantenía cerca de los maestros.

- Hola, bichito.- La voz de Karin la separó de sus recuerdos, Mandy sólo la ignoró.
-¿Te comió la lengua el gato?- Escuchó como se acercaba a ella.
-¿O eres muda? Jajajajaja.- Continuó burlándose la rubia.
-¿Qué quieres, Karin?- Pregunto irritada la niña de ojos verdes que se estaba cansando de sus tontas burlas.
- Al fin hablas, escuche que has hecho un amigo.- Mandy se tenso cuando Karin canturreo la última palabra y volteo a verla.
- Eso no te importa.- Regresó su vista a la ventana.
- Tienes razón en eso de que no me importa, pero no entiendo como es que has hecho un amigo.- Su voz chillona se escuchaba en todo el salón, pero Mandy seguía viendo por la ventana.
- Oh, ya sé... ¡Le das lástima! jajajajaja.- Mandy giro a ver como Karin se reía y sin poder aguantar más le jaló el cabello.
-¡Dejame!- Grito la rubia, en eso llegó un maestro que también iba a la sala de maestros.
-¿Qué esta pasando aquí? ¡Niña suelta a tu compañera!- El señor aparto bruscamente a Mandy, separándola de Karin.
- Maestro, ella me pegó y luego tiró de mi cabello.- Dijo llorando.
-¡Mentirosa!- Se enfado aún más.
-¡No tienes por qué pegarle a tu compañera! Tu irás conmigo a la dirección.- El hombre jaló a Mandy para ir con la directora pero antes de salir ambas niñas se miraron, Karin la veía con burla y Mandy con odio.

Amor De Niños || Andy Biersack ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora