Capítulo XLIV

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Después de la visita de Cloe y de la noticia de nuestro abuelo. Mamá compro los boletos para ir a Elyria, Ohio. El camino fue largo pero llegamos la mañana del lunes, la lectura del testamento sería a las 5:00 pm.

- Quiero que se comporten mientras estamos en este lugar, volveremos a casa mañana en la noche. ¿Entendido?- Dijo mamá en tono serio.
- Si.- Contestamos Corey y yo al mismo tiempo.

Un automóvil gris se detuvo frente a nosotros, de el bajó un hombre vestido de traje y con unas gafas de sol puestas.

- ¡Elena! Cuánto tiempo sin verte.- Extendió sus brazos para abrazar a mamá. Mi hermano y yo nos quedamos quietos, no sabíamos cómo reaccionar.
- Hola Steve, te extrañe mucho.- Beso su mejilla.
- ¿Y quiénes son estos pequeños?- Se dirigió a nosotros.
- Ah... Ellos son... Mis hijos.- Contesto con trabajo. Ya sabía que mamá se avergonzaba de nosotros pero no tenía por qué ser tan obvia.
- ¿Cuál es tu nombre, pequeño?- Sonrió ampliamente.
- Corey.- Mi hermano jugaba con sus manos, nervioso.
- ¿Y el tuyo, linda?- Giró hacia mi.
- Amanda Throne.- Su sonrisa desapareció y retiro sus gafas dejando a la vista un par de ojos verdes.
- ¿Throne? Así que su padre es Henry Throne.- Se incorporó a la estatura de mamá. Ambos asentimos con la cabeza.
- ¿Y dónde está él?- Le preguntó.
- Él y yo... Ya no estamos juntos.- Contestó mi madre.
- Mmm... Será mejor que nos vayamos de una vez.- Cambio de tema.

Abrió la cajuela para meter nuestras maletas, después nos abrió la puerta y todos subimos al carro. Durante todo el camino mamá y Steve, a veces sentía la mira de rubio sobre mi lo que me incomoda.

Al fin llegamos a una gran casa rodeada por enormes jardínes, un par de carros estaban estacionados justo en frente de la casa.

- ¿Estás bien?- Todos en el auto volteamos a ver a mamá.
- Si, bajemos.- Hicimos lo que dijo pero dejamos las maletas aún en la cajuela.

Llegamos hasta la puerta y tocamos el timbre. Un hombre de bigote gracioso nos abrió.

El recibidor era enorme, un candelabro colgaba justo en el centro, el sonido de unos tacones resonar en el piso de mármol capturo la atención de todos.

- Así que has venido.- La voz de Cloe sonaba con burla.
- ¿Dónde esta mi padre?- Camino hacia ella.
- Está ocupado con su doctor, después podrás pasar a verlo. Primero tienes que hablar con madre.- Indico la puerta a nuestra izquierda.
- De acuerdo. Niños, quédense con...-
- Quiere conocer a sus nietos.- La interrumpió. Mi madre resignada nos hizo una señal para que la siguieramos.

Entramos a la que supongo era la sala de estar. Ahí se encontraban dos mujeres de unos cuarenta años, tres hombres vestidos de negro y una anciana de pelo teñido de rojo con un traje muy elegante de color beige.

- Madre.- Habló Cloe haciendo callar a todos los presentes.
- Así que has vuelto...- La anciana se levantó. Mi mamá permanecía callada; cuando estuvo frente a ella, su mirada se posó en nosotros.
- Nombre.- Ordenó alzando una ceja. Fruncí mi entrecejo.
- Amanda Throne.- Dije en tono serio, algo en esta mujer no me gustaba.
- Corey Throne.- Contestó mi hermano.
- Ya veo.- Nos escaneó de pies a cabeza al igual que todos en la habitación.

El sonido de su mano chocar en la mejilla de mi mamá nos sorprendió y causó que Corey se aferrara a mi. Yo pegué brinco ante la acción. ¿Qué rayos fue eso?

- Realmente eres una tonta. No solo arruinaste tu vida con un embarazo no planeado, sino que cometiste el mismo error dos veces.- Soltó con enfado la anciana.
- ¡No toques a mi mamá!- Me paré delante de ella empujando hacia atrás a mi mamá que sujetaba su mejilla.
- Eres una mocosa insolente al igual que el estúpido de tu padre.- Lo que dijo me enfado bastante. Cómo se atrevía a insultar a mi padre y abofetear a mi madre.
- ¡Cállate!- Grite enojada.
- Silencio Amanda.- Mi madre me jalo del hombro apartandome de esta horrible mujer.
- Pero...- Iba a replicar pero me interrumpió.
- Si estoy aquí es por mi padre. Lo que pienses de mi Martha no me importa.- Una mirada llena de odio fue dirigida a la anciana.
- ¡Suficiente las dos! Elena, recuerda tu lugar en esta casa.- Cloe habló al fin.

No llevo ni 5 minutos en esta casa y ya odio a todos aquí. Quiénes se creen para tratarnos como basura.

- El señor Frederick pide ver a Elena y sus hijos.- Un hombre entro a la habitación interrumpiendo todo el alboroto.
- Vamos, niños.- Tomo nuestras manos y nos guío hasta el segundo piso, al final del pasillo había una puerta y detrás de ella se supone que está nuestro abuelo.

Mamá abrió la puerta para que los tres entraramos a una lujosa habitación, en el centro estaba una gran cama y yacía en ella un hombre de muy avanzada edad que estaba conectado a un extraño aparato.

- Papá...- Mi madre corrió hacia él y lo abrazó con cuidado.
- Mi pequeña Elena. Me alegra que hayas venido.- La voz del hombre era casi un susurro, parecía que le costaba trabajo hablar.
- Perdóname, papá... Perdóname.- Sollozaba mamá sujetando su mano.
- Perdóname tu a mi hija, por no haberte apoyado cuando debí hacerlo.- Mi hermano y yo observábamos todo a unos metros de distancia.
- Te amo, papá.- Mi madre giro hacia nosotros y nos hizo una seña para que nos acercaramos.
- Pero que hermosos niños.- Nos regaló una sonrisa el hombre y pude verlo con más detalle.
- Ella es Amanda y el Corey... Niños él es su abuelo.- Nos presento.
- Que grandes y guapos están... Has sacado mis ojos nena.- Se refería a mi, es cierto el también tenía ojos verdes. Siempre me había preguntado de dónde me venían los ojos de color ya que mi madre, mi padre y toda su familia tienen ojos marrones.
- ¿Usted no nos va a gritar señor?- Preguntó con miedo mi hermano.
- Por supuesto que no, pequeño. Lamento si mi esposa les dio una mala impresión. Les prometo que ya nadie les gritará.- Sonrió amablemente.

Algo en él me hacía sentir bien, no era como la anciana gritona. Él nos trataba como familia no como intrusos lo cual agradecí.

Nos quedamos un rato con el abuelo hasta que llegó el doctor a revisarlo.
Corey y yo salimos de la casa, toda la gente ahí dentro nos miraba como si fuéramos bichos raros y nos insultaban. No entiendo porque nos odian tanto sí nosotros ni siquiera los habíamos visto en nuestras vidas.

Steve, el amigo de mamá, nos llevó a comer y después regresamos a la mansión para la lectura del testamento. Cuando estaba anocheciendo, él nos llevó a su casa, ahí pasaríamos la noche.






 

Amor De Niños || Andy Biersack ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora