Capítulo XLIII

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El ruido del aparato al que estaba pegada era lo único que se escuchaba en la habitación. El rostro curioso de mi hermano observaba con atención la sustancia morada burbujeante que soltaba un vapor que terminaba inhalando a través de una mascarilla.
 
 
- ¿A qué huele?- Me pregunto señalando con la cabeza.
- A... Lavanda.- Conteste alzando la mascarilla para que entendiera lo que dije.
 
 
Mi madre está del otro lado del cuarto hablando con el doctor, para después ir a comprar mi medicamento y agendar una cita el próximo mes para mí neubolización.
 
 
Salimos del hospital directo al carro. La tarde era tranquila, el sol estaba a punto de ocultarse.
Mi madre hablaba por teléfono mientras Corey juega con su dinosaurio. Yo observaba por la ventana la cuidad.
 
 
Llegamos al centro comercial, le di la lista de compras a mamá, tomamos un carrito y comenzamos con nuestro recorrido.
 
 
- Mami, ¿Puedo ir a ver los juguetes?- Preguntó Corey.
- No puedes ir solo.-
- Yo lo llevo.- Me ofrecí, mamá asintió y nos fuimos directo al pasillo de juguetes.
- Quédate aquí, cualquier cosa estoy a dos pasillos.- Le dije, estaría viendo algunos libros.
 
 
Caminé observando todos los libros puestos en las repisas. Leía los títulos de las portadas que llamaban más mi atención y procedía a leer la descripción.
 
 
- Amanda.- Volteé a ver a quién me llamaba.
- Zack...- Me sorprendió encontrarlo ahí.
- Necesito hablar contigo, por favor.- Pidió acercándose a mi.
- No tenemos nada de que hablar.- Deje el libro que tenía en mis manos en su lugar.
- Por favor, Amanda. Me has estado evitando en la escuela todos estos días.- Su tono de voz era serio, pero no quería escucharlo.
- Quiero estar sola...- Me crucé de brazos.
- Desde lo que pasó con Cat no me has dejado acercarme. Te suplico que me perdones.- Mi sangre ardió de rabia al recordar lo sucedido aquel día.
- No tienes por qué disculparte.-
- Si tengo. Ese día no te ayude.-
- No necesito tu ayuda, ni la de nadie más... Me puedo defender sola.- El dolor en mi pecho creció.
- Por favor...- Sujeto mi brazo.
- Cállate. No tengo por qué escucharte, al fin y al cabo tú y yo no somos nada.- Me solté de su agarre.
- Pero creí que...- Su rostro reflejaba confusión.
- Ya para. Desde un inicio empezamos mal y lo único que te importa es ser aceptado por Cameron y su grupo de idiotas. Yo no quiero ser amiga de alguien así y mucho menos su novia.- Mis ojos se llenaron de lágrimas y ni siquiera se el porqué. No es como que Zack me gustará, pero pensé que tal vez podría ser mi amigo.
- Está bien. Ya no te molestaré.- Dicho esto, Zack se fue dejándome sola en el pasillo.
 
 
Froté mis ojos apartando las lágrimas en ellos y fui donde mi hermano. En lo que él seguía viendo algunos carritos, mamá terminaba las compras de la semana y yo buscaba en que distraer mi cabeza.
 
 
No quería darle más vueltas al asunto de Zack. Lo bueno es que acaban de comenzar las vacaciones, lo que significa que no tendría que seguirme escondiendo de él y duraría casi un mes sin pisar aquel horrible lugar llamado secundaria.
 
 
A los 10 minutos mamá llegó por nosotros, después de pagar en la caja fuimos a subir todo al carro.
Llegamos al fin a casa, le ayudamos a nuestra madre a cargar las bolsas por las escaleras.
 
 
Alguien nos esperaba justo en frente de la puerta.
 
 
- ¿Qué haces aquí? - Cloe volteo a verme.
- ¿Dónde está tu madre?-
- ¿Qué pasa aquí?- Llegó hasta nosotras mamá.
- Necesito hablar contigo.- Pidió la rubia.
- Vamos adentro.- Mi madre se abrió paso hasta la puerta y la abrió. Fui la última en entrar.
- ¿Qué sucede?- Ambas dejaron sus bolsos en la mesa.
- Papá esta muriendo.- Confesó sin rodeos lo que me sorprendió. ¿Tengo un abuelo?
- ¿Qué?- Mi mamá palideció de inmediato.
- Las quimioterapias ya no funcionan, el doctor le ha dado un máximo de 10 días o tal vez una semana.-
- No puede ser.- Susurro mi madre jalando su cabello.
- Tenemos que ir a la lectura del testamento.- Saco un cigarrillo y lo prendió.
- Pero creí que...- Las dos se sentaron en la sala.
- Te ha puesto. Después de todo eres la favorita ¿No?- La forma en la que dijo lo último no lo entendí del todo, había resentimiento y una pizca de cinismo en sus palabras.
- ¿Cuando lo leerán?-.
- El lunes.-
- ¿Qué? Pero ese día trabajo, no puedo pedir permiso.-
- Ese no es mi problema. He cumplido con avisarte, es tu decisión ir o no.- Se levantó y tomó su bolso.
- No...- Mi madre sólo un suspiro.
- Pero me gustaría que fueras, mamá te extraña.- Una sonrisa torcida se asomo en sus labios. Mi madre la miro mal. ¿A qué se refería?
- Largate.- Ordenó mamá enfadada. Cloe hizo caso y se fue de la casa.
 
 
Mi madre se tumbo de nuevo al sofá cubriendo su cara con ambas manos. Salí de la cocina y fui hasta la sala temerosa, no estaba segura de si acercarme o ir a mi cuarto con Corey y Mika, pero decidí acercarme.
 
 
- ¿Mamá?- Toque si hombro.
- ¿Qué quieres?- Estaba llorando y por la forma en la que me contesto supe que no quería ver a nadie en este momento. Así que mejor me fui a mi cuarto.
   
 
Antes de cerrar la puerta la mire: Ahí sola en el sofá llorando. Me dolía verla así pero entiendo que quiera estar sola.
 
 
 








Amor De Niños || Andy Biersack ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora