Capítulo XXI

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Narradora

El día estaba nublado, haciendo algo de frío y sobre todo en ese frío departamento donde se encontraba una mujer que ya no sabia que hacer con su complicada vida, también estaba su hija... una hermosa niña de ojos verdes con un gran dolor en su corazón que acompañada de una pequeña criatura peluda esperaba que el tiempo pasará lo más rápido posible.

Mientras tanto, a unas cuantas calles de ahí, en una acogedora casa donde unos chicos tenían el sueño de ser la mejor banda de rock del mundo, tocaban energéticamente dándole un concierto privado a un pequeño niño. "BIERSACK" ese era el nombre de la banda que se encontraba en el garaje de la residencia.

-¿Qué te pareció, enano?- Pregunto el ojiazul dejando su guitarra eléctrica roja a un lado.
-¡Estuvo genial!- El pequeño alzó sus brazos emocionado.
- Bueno al menos ya tenemos público.- Comentó Phil, el bajista.
Eso era cierto, a pesar de que tenían varias canciones y tocarán bien, no eran muy conocidos por aquí.
- Oh vamos, no seas pesimista, Phil. Por algo se ha de empezar.- Dijo divertido Chris, el baterista.
- Bien, con esto estará bien por hoy, ¿No?- Alzó una ceja el líder de la banda. Sus amigos dejaron sus instrumentos y se sentaron en los sillones viejos que tenían ahí. Andrew se sentó junto a Corey mirándolo de reojo, notó que el niño no apartaba la mirada de la batería.

- Hey, ¿Quieres tocar la batería?- Le dio un leve empujón en el brazo.
-¿De verdad?- Los ojos color avellana del infante brillaron tanto que el muchacho pensó que comenzaría a llorar de alegría.
- Si, no creo que a Chris le importe, ¿Cierto, viejo?- Le sonrió a su amigo, el cual tomaba un refresco.
- Claro que no.- Contestó desinteresado el dueño del instrumento.
Los ojos de pequeño brillaron aún más y corrió a sentarse en el banco de la batería.

- Si el niño la rompe. Tu la pagarás.- Susurro amenazante el rubio asegurándose de que Andy lo escuchara, este último sólo se limitó a soltar un pequeña risa.

Corey tomó las baquetas y dio unos cuantos golpes en los tambores y platillos. Aunque él no estuviera tocando ningún tipo de nota, el escuchar los diferentes sonidos que podía lograr le hacía mucha ilusión.

Se imaginaba tocando enfrente de miles de personas esperando por escucharlo y gritando su nombre con entusiasmo.

- Yo... quiero ser baterista también.- Soltó al aire el niño y los chicos que estaban ahí lo escucharon con atención. En el fondo les recordaba cuando ellos fueron niños también, con el mismo deseo de ser grandes estrellas y tocar para todo el mundo.
-¿Realmente lo quieres?- Pregunto de manera seria Chris.
- Si.- Quizás era la euforia del momento lo que hizo que Corey dijera eso... o quizás realmente lo quería.
- Yo podría enseñarte.- Todos los presentes ahí miraban atentos a cualquier movimiento que realizará el rubio, lo cual lo incómodo de inmediato.
- Eh... de acuerdo. Te enseñaré lo poco que sé.- Aclaró su garganta recobrando su compostura.
-¡Si!- La emoción invadía todo el cuerpo del menor.

- Buenas tardes, señora Elena.- El reloj marcaba las 4:26 pm. Pero a la mujer no le importó mucho que su hijo apenas llegará a casa porque sabía que estaba con Andrew.
- Hola, Andy.- Saludo con una sonrisa al muchacho y miró a su hijo que se veía nervioso, o solo esperando el regaño de su madre por haberse ido.
Los dos entraron en el apartamento.

- Hermana.- Corrió a un lado de la niña que apenas iba saliendo de su cuarto en cuanto los escucho entrar.
- Mandy, ¿Cómo sigues?- La preocupación en el rostro de Andrew no tardó en aparecer.
- Mejor, gracias...- El chico alzó una ceja curioso al verla con una gran sonrisa y sus manos atrás de su espalda.
- Les quiero presentar a alguien.- Ambos estaban ansiosos por saber de quién se trataba y sobre todo Andy por saber quién había logrado animar a Mandy.

La ojiverde abrió la puerta tras ella y los tres entraron en la habitación. El castaño y el pelinegro mostraron confusión al no ver a nadie ahí adentro, hasta que dirigieron su mirada a la cachorrita que se encontraba en el piso.

Narra Andy

¿Un perro? ¿Acaso Elena se lo regalo a Mandy?

-¡Que lindo!- Grito Corey a un lado de mi y corrió a acariciar al animal.
- Linda, es hembra.- Corrigió ella.
-¿Es tuya?, acaso tu mamá...-.
- Si es mía... No. Mi madre no me la dio. Yo la salve.- ¿La salvaste? La mire confundido.
- ¿A qué te refieres?- Odio que me diga las cosas a medias.
- Veníamos del doctor...- Comenzó a explicar.
-¡El doctor! ¿Cómo te fue?, ¿El medicamento va a ser tomado o inyectado?- La interrumpí llenándola de preguntas. Quería saber cómo le había ido en la consulta.
- Hey, tranquilo. Estoy mejor, me inyectaran esta noche.- Me sonrió dulcemente colocando sus manos en mis hombros, tal acto me relajo al instante.
- Me alegra oír eso.- Deje que me terminará de contar todo. Ella se veía alegre de haber salvado una vida... A mi también me da gusto, al menos ya no seguía triste por el asunto de su madre.

Esa tarde no me quede en la casa de Mandy, "Los domingos son días familiares" o eso me había dicho mi amiga, se preocupaba de que a veces no pasaba mucho tiempo en mi casa. Ella quería que estuviera cerca de mi familia y era comprensible. Cuando estoy con mi familia no puedo evitar pensar en ella, me la imagino sola en su habitación dibujando o con su hermano jugando... Desde hace mucho tiempo que Amanda no ha vuelto a sentirse en una familia.

Al día siguiente...

8:50 am y yo ya estaba despierto, ayer en la noche se me olvido apagar la alarma, sonó a las 6 de la mañana. Hoy no tendría que ir a la escuela, ni mañana, ya que estoy suspendido.

Resignado al ver que ya podía volver a conciliar el sueño, me levanté de mi cama dispuesto a tomar una ducha antes de bajar a desayunar. Es lunes, acompañaría a mi padre a su trabajo, siempre lo hago que estoy suspendido, preferiría ensayar con mi banda pero ellos si tiene clases.

- Andy, cariño. ¿Estas despierto?- Hablo mi madre del otro lado de la puerta.
- Buenos días, mamá.- Abrí la puerta para poder ver su dulce sonrisa.
- Andy, cuando bajes a desayunar puedes bajar tu cesto de ropa sucia, por favor.- Pidió amablemente mientras cargaba otro cesto con la ropa de mi padre y la suya.
- Claro, en un momento bajo. Eh, ¿Papá dónde está?- Se me hizo extraño no escuchar la televisión de la sala prendida.
- Hoy se fue más temprano al trabajo, creo que iban a tener revisión. Pensé que te había avisado.-
- No. No me dijo, pero esta bien. ¿Necesitas que te ayude en algo?-
- Por el momento no, solo baja a desayunar en unos minutos.- Continuó con su camino al cuarto de lavado.

Saque la ropa que me iba a poner después de bañarme, pero antes debía de bajar el cesto. Tome el pantalón que lleve a la fiesta de Matt para ponerlo con la demás ropa sucia, pero al tomarlo sentí unas monedas en uno de los bolsillos, metí mi mano y saque las monedas y un papel arrugado.

El papel tenía anotado el numero de Scout.

Amor De Niños || Andy Biersack ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora