Memorias de Evan

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Memorias de Evan

4 años atrás.

—Me dijeron que me necesitabas, padre —digo entrando en el despacho.

Papa gira la silla quedando de frente a mí. Junta sus manos bajo su barbilla y me observa fijamente.

—Encontré a tu madre.

Mis piernas flaquean y pierdo todo el color de mi rostro. Me sujeto del escritorio porque siento que en cualquier momento me voy a caer.

— ¿La encontraste? —El niño que aun habita en mi, se emociona por el hecho de poder ver a su madre de nuevo. Después de todo, tan solo tengo 19 años. Me sigue afectando el hecho de haya preferido huir con otro y abandonarme con papa.

— ¿Recuerdas lo que te dije, Evan? Ella nos abandono. Se fugo con mi peor enemigo. Con el hijo del peor enemigo de tu abuelo. Prefirió a la familia que casi nos envió a la quiebra años atrás. Nadie me traiciona sin pagar por ello. Llego el momento.

Como si de un interruptor se tratara todo el rencor que he ido guardando contra ella hace presencia; el abandono que papa se ha encargado de recordarme todos estos años desde que tenía cuatro, el tener que crecer siendo cuidado por una nana, el que se fuera sin mirar atrás dejándome en este infierno sin llevarme con ella.

Fabio Gold, sabe como activar ese interruptor mejor que nadie.

Claro que papa no sabe que hubiera preferido que me llevara con ella.

— ¿Qué quieres decir? —Pregunto, aunque puedo imaginarlo.

—Es tiempo de que te acerques a ella. A esa familia. Para poder llevar a cabo nuestra venganza. Te trasferí de universidad, esta noche regresaras a San Diego, llegaras a un departamento que compre para ti. Tienes que buscar la manera de cruzarte en su camino.

— ¿Me transferiste? —Digo en susurro incrédulo—. ¿Sin consultarme?

— ¡Vas a hacer lo que yo te diga, Evan! No tengo porque consultarte las decisiones que tomo. Vas a ir a su nueva casa, y vas a pretender que quieres recuperar tu relación con ella, que nada de lo que paso te importa, no le vas a reclamar nada y no la vas a dejar que te dé explicaciones, ¿Entendido? No puedes creer nada de lo que te diga, ¿De acuerdo, hijo?

Lo miro incrédulo. Además, quiere que finja frente a ella que no me dolió el hecho que me abandonara. ¿No quiere que la deje hablar? ¿Por qué? A pesar de todo el odio, tengo el presentimiento de que debería hacer lo contrario. La mirada de papa me dice que nada bueno puede venir de esto. Si no fuera su hijo, pensaría que es un asesino. Así de desquiciado luce en este momento.

—De acuerdo —contesto, sabiendo que no tengo otra opción. Por otro lado, por supuesto que quiero ver a mama. Quiero gritarle por haberme dejado con este hombre que no ha hecho más que presionarme toda la vida. Y si para ello tengo que ser una pieza de su venganza, lo seré. Aunque tenga que esperar para gritarle todas las preguntas que me he hecho todos estos años en su cara.

Por el momento se hará como papa quiera.


La sombra del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora