Memorias de Gabriella

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Memorias de Gabriella

Daniel estaciona el auto frente el cementerio.

Hace más de dos semanas que me dieron de alta pero fue hasta hoy que mis tíos me dejaron salir de la casa.

—Necesito hacer esto sola. —Mi voz llena el silencio dentro del auto.

Daniel asiente y bajo del auto.

Camino lentamente por la húmeda grama entre lapidas.

Empieza a caer una suave llovizna, no es ni siquiera noviembre aun y las lluvias ya se están haciendo presentes.

Apropiado para mi estado de ánimo.

Llego a mi destino y paseo mi mirada por las inscripciones de todas esas lapidas. Veo los nombres de las personas que han sido lo más importante de mi vida.

Mi familia.

Los restos que quedan de ella.

Me arrodillo frente a las tumba de mis padres haciendo una mueca, mi cuerpo todavía protesta por los golpes del accidente.

Sin embargo, el dolor del cuerpo jamás podría ser comparado con el dolor y el vacio en mi corazón.

—Supongo que ya debería tener practica en esto de hablarle a una piedra...—Eso no salió como pensaba —.Lo siento, eso fue algo insensible por decir. No soy buena en esto, ¿De acuerdo? ¿Cómo se supone que superas el hecho de que tus padres murieron y que tú debiste morir pero no lo hiciste? Supongo que debería darte las gracias, papi. —Lagrimas empiezan a caer por mis mejillas —.Si no me hubieras pedido que saltara y yo no lo hubiera hecho, quizá yo estaría en este mismo lugar...pero tres metros hacia abajo. Mierda, supongo que fue un buen momento para ser obediente y demostrarles como si puedo hacer lo que se me pide, cuando quiero...Me gustaría que estuvieran aquí para verlo.

»Nunca he creído en esto...Que haya algo después. Pero necesito creerlo ahora para poder sobrevivir. Necesito creer que el abuelo, Avery, mis tíos y ustedes están todos juntos en este momento escuchando mis desvaríos.

Detengo mi discurso al mismo tiempo que las lagrimas comienzan a caer con fuerza por mi rostro

— ¿Podría alguien decirle a Dios que he tenido demasiado de esta mierda? —Grito al cielo sin siquiera intentar detener mis sollozos. —Mami, decías que Dios no nos da más de lo que somos capaces de soportar...yo llegue a mi límite.

Susurro la última frase porque me doy cuenta que permitir que esto tumbe, es fallarle a todos ellos...Es desperdiciar la oportunidad que se les ha negado. Es renunciar a vivir pudiendo hacerlo.

Incluso, aunque ahora mismo el dolor es indescriptible, estoy segura que si me lo propongo puedo seguir.

—Los amo tanto...No tienen por qué preocuparse por mí. Suficiente mal me siento por haber conseguido una segunda oportunidad de vivir. Se siente como que el precio que tengo que pagar por ello es no verlos nunca más. Es algo estúpido por sentir, pero no puedo evitarlo. No parece justo. —Empiezo a llorar fuertemente mientras las lágrimas siguen su curso...

No había llorado desde el día que me dieron la noticia. De algún modo, no era real hasta que yo lo viera.

Ahora, es real...y duele. Duele tanto que siento que estuvieran arrancando mi corazón sin anestesia.

Siento el hueco en mi pecho hacerse más grande mientras asimilo el hecho de que no los voy a volver a ver. ¿Cuántas veces más tengo que pasar por esto? ¿A cuanta gente tengo que ver morir?

Cuando el llanto se convierte de nuevo en sollozos, paso mi mano por sus lapidas y me levanto suavemente.

Para este momento la lluvia se ha vuelto fuerte y constante.

—No voy a volver a llorar —susurro en voz alta —.Se que odiaban verme llorar. Diablos, yo, odio verme llorar. Me hace sentir débil y vulnerable...y aquí todos sabemos que esa no soy yo. Para nada.

<< Encontrare la manera de salir de esto. Siempre lo hago. Les prometo que no me voy a volver una perra amargada que hace al mundo sentir como la mierda solo por el hecho de que al parecer este está decidido a volverme miserable. Soy mil veces más fuerte que eso, y además no le voy a dar el gusto a quien sea que haya organizado este complot en mi contra. Seguiré siendo yo, solo necesito algo de tiempo.

Termino mi discurso, y miro al cielo dejando que el agua que cae lave las lágrimas de mi rostro.

Doy una última mirada hacia a donde ahora están mis padres y comienzo a caminar de regreso al auto donde Daniel me espera.

Siento que alguien me observa y me giro rápidamente.

Nadie.

Un escalofrió recorre mi cuerpo y apresuro el paso.

No puedo simplemente pensar que todo lo que ha pasado en los últimos años es producto de un complot del destino...a pesar de lo que dije. Para creer en el destino hay que creer en las casualidades, y eso, es pura mierda poética.

Hay algo más.

Tiene que haberlo.

Algo detrás de todos estos "accidentes" es muy raro y en algún punto voy a descubrir que es.

Quizás sea yo aferrándome a la idea de que Dios no quería quitarme a mis padres, quizás sea yo necesitando una jodida explicación racional a toda la mierda de la que ha estado rodeado mi vida estos últimos años. 

*******

¿Escuchan ese sonido? Es mi corazón que acaba de romperse al escribir esto. 

La sombra del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora