Capítulo 3: Yo hubiera apostado por el periodismo

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Capítulo 3

Yo hubiera apostado por periodismo

—Tierra llamando a Ella —. La voz de Isabell me saca de mi mente como por cuarta vez desde que entramos a la cafetería de la universidad — ¿Me puedes decir ¿Qué mierda te pasa?, desde anoche estas muy extraña. No eres tú.

Anoche justo en el momento que le hice la pregunta que estuvo toda la cena rondándome la mente a Evan, Daniel e Isabell decidieron que era hora de salir a buscarnos e interrumpieron el momento en el que al parecer, él había encontrado su voz para responderme. Por un momento, se puso tan blanco que temí que se desmayara frente a mis ojos.

Después de eso, y a pesar de mis vanos intentos de apartarlo del grupo para que me respondiera, no hubo forma ni manera. Me evito por completo el resto de la velada. Lo que debería darme una idea de la respuesta a mi pregunta. Sin embargo, la vida me ha enseñado a no sacar conclusiones apresuradas.

—No me pasa nada. Solo...estoy cansada. —miento. No estoy lista para develar mis sospechas. Al menos no, hasta que obtenga mis respuestas.

—Voy a fingir que te creo, asumiendo que cualquiera sea la mierda que está pasando por tu cabeza, no estás preparada para contarlo —. Cuando digo que Isabell probablemente me conoce mejor que nadie, no miento. —Por el momento me conformo con saber; ¿Qué paso con el dios del sexo que alumbro tu hogar con su presencia, anoche?

Al parecer, no soy la única a la que Evan le hace aflorar su vena romántica.

—Puedes ser una niña cursi cuando quieres serlo... ¿Alumbrar mi hogar con su presencia? ¿En serio? Además, ¿Cómo sabes que es un dios del sexo? —Interrogo, levantando una ceja.

—Cualquiera que luzca como él, tiene que serlo, es el mandamiento número tres de la ley del pervertido. No importa a que equipo juegue.- agrega antes de darme tiempo a señalar las obvias virtudes de su ex novio y que no fueron un impedimento para descubrir sus verdaderas inclinaciones sexuales.

— ¿Ley del pervertido? Amiga, realmente debemos comenzar a trabajar en conseguirte un psicólogo. Los traumas por los que haz atravesado están dejando huella en ti.

—Jodete. No cambies el tema, ¿Qué paso?

Algo que deben saber sobre Isabell, es que tiene la capacidad de decir más obscenidades que un camionero...Les tengo una noticia; las niñas bien también pueden tener una boca muy sucia.

—Nada de lo que tu cochina mente está pensando. Solo que interrumpieron el momento donde me daba la respuesta a una pregunta importante cuyo contenido no estoy revelándote...aun.

Tomo un sorbo de mi café. Mientras empiezo a maquinar como voy a lograr verlo de nuevo y que responda mi pregunta.

No debería resultarme muy complicado.

— ¿Estás segura que esa pregunta no los involucra a ustedes dos en diversas posiciones y sin ropa? —cuestiona seriamente.

—No puedo creer que mi mejor amiga tenga menos decencia que un adolescente cachondo... ¿Eres consciente de que a pesar de tus muchas críticas al género masculino por su mente de un solo sentido, tú sueles pensar como ellos? Eres una pervertida de mierda.

Antes de que tenga tiempo de contestar, mi celular comienza a sonar.

Un número desconocido titila en la pantalla.

La sombra del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora