La sombra del pasado

Memorias de Evan

Memorias de Evan

4 años atrás

Estaciono mi nuevo porche negro, que generosamente papa compro para mí como una especie de pago por la ayuda que según él voy a brindarle. Desde hace una semana estoy en San Diego, de nuevo, pero papa había insistido en que tenía que esperar el momento apropiado para presentarme aquí. Al parecer, el momento apropiado llego.

Frente a mí se alza una imponente casa totalmente blanca y con muchos ventanales.

El lugar donde mi madre ha vivido todos estos años.

Por un momento me permito imaginar como hubiera sido mi vida si le hubiera importado lo suficiente como para traerme consigo.

¿Cómo supero el hecho de que su hijo no fue una razón lo suficientemente buena para quedarse? O al menos, para llevarme con ella.

Nadie puede tener ni la más mínima idea de todo el infierno por el que he tenido que atravesar desde que me dejo.

Mis manos comienzan a doler y me doy cuenta que estoy estrangulando el volante con mi agarre.

Nos abandono Evan. Es una puta que prefirió a su amante que a la familia que había construido.

Las palabras de mi padre resuenan en mi mente.

Abro y cierro mis manos tratando de aliviar la tensión, en las ahora engarrotadas articulaciones.

Tomo una profunda respiración intentando calmarme antes de decidir mandar el plan de papa a la mierda y enfrentarla. Obligarla a decirme por qué me dejo en ese infierno de casa. Por qué me obligo a soportar toda la mierda que papa tira sobre mí desde que se fue.

Bajo del auto y me encamino a la imponente casa.

Antes de que pueda tocar la puerta una mujer la abre.

Todo empieza a pasar frente a mí en cámara lenta.

Me congelo.

Todos estos años imaginando este momento y ahora no sé cómo reaccionar. Las palabras que papa me hizo repetir mil veces y que yo tenía que decirle a mi madre, se borran de mi memoria

La mujer cuyos ojos reconozco como míos se paraliza sosteniéndose a la puerta. Parpadea un par de veces como si intentara decidir si soy real.

—¿Evan? —pregunta. No me da tiempo de reaccionar cuando ella salta hacia mí abrazándome tan fuerte que por un momento siento que va a asfixiarme.

Mis ojos empiezan a picar.

Esta aquí.

Mama está aquí.

Abrazándome como si nada hubiera pasado.

Como si todavía tuviera ese derecho.

Reconozco la chispa de ira encenderse de nuevo en mi cuerpo.

La aparto bruscamente de mí. Sin importa que tan duro intente, no puedo detener las lagrimas de tristeza, odio, enojo y rencor que comienzan a salir de mis ojos.

Un sollozo escapa de sus labios.

—No puede creer que por fin estés frente a mí... después de todos estos años —susurra entre lágrimas.

— ¿Por qué?—Es lo único que sale de mis labios — ¿Por qué carajos me dejaste? —Grito cuando no obtengo respuesta de su parte.

—¡¿Tan poco significo para ti?! —Estoy decidido a conseguir una explicación.

Un hombre aparece detrás de ella y la hala a sus brazos intentando consolarla.

—¿Me dejaste solo por él? —Mi voz cada vez es más alta. —¡Contesta, maldita sea!

— ¡Cálmate! —grita aquel desconocido protegiéndola con su cuerpo y enfrentándome. Nunca vi a mi padre protegerla de la manera en que él lo hace. La forma en que se supone debes proteger a la mujer que amas.

Mi respiración es irregular.

Jadeo en un intento de dejar entrar algo de aire a mis pulmones.

—Evan, por favor, escúchame —dice en un susurro liberándose del hombre que en algún momento termino interponiéndose entre nosotros. Ni siquiera note el momento en que me acerque tanto. —Las cosas no pasaron como tú crees. Por favor, escúchame —suplica.

Mi cabeza comienza funcionar a mil por hora, pensando en lo que ella me está pidiendo.

No sé si lo que me convence es el dolor que veo en su mirada o el hecho de que el pequeño niño que abandono sigue dentro de mí y necesita saber que fue lo que sucedió, que hizo para que ella lo dejara. Quizás el hombre racional quiere conocer también su lado de la historia.

Me olvido de que tengo que pretender que no le guardo rencor.

Qué no me molesto que nos dejara.

Qué quiero recuperarla.

Dejo de ser el títere de papa en ese momento.

Me libero de sus órdenes y asiento mandando todo su maldito plan de venganza a la mierda.

Necesito respuestas y solo ella puede dármelas.