El atentado: 12 de octubre de 2014

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El atentado: 12 de octubre de 2014

—No debimos haber dejado que Evan se quedara solo. —La voz de Avery flota sobre el viento mientras junto a sus padres, sube por las escalerillas del avión privado de la compañía —. Yo quería que viniera con nosotros.

—Evan tiene cosas que solucionar, princesa. La próxima vez, será —Andrew responde en tono cariñoso a su hija.

Los tres toman asiento en las cómodas y acolchadas sillas, sin tener la más mínima idea, de lo que en unos pocos minutos ocurrirá.

La voz de la azafata suena por los parlantes.

—El capitán informa que estamos a punto de despegar. Por favor, abrochen sus cinturones.

—Mama... —Aurora voltea a ver a su hija, esperando que continúe —. ¿Has hablado con Evan últimamente?

— ¿A qué te refieres, cariño?

—Quiero decir...Él, no está bien, puede que no lo conozca desde hace mucho, pero se siente como si hubiera estado con él toda mi vida. Se siente presionado, está estudiando algo que no quiere solo por complacer a ese señor y...

Avery no dijo más nada. El ruido del avión despegando de la pista, los mantiene en silencio por unos minutos.

—No hemos hablado de eso...No quiero presionarlo yo también, prefiero esperar a que me lo cuente —responde Aurora.

—Quiere ser arquitecto.

Aurora sonríe felizmente por la confianza que hay ahora, entre sus dos hijos.

—Quizás, yo pueda hablarle —interviene Andrew.

Después de eso, el avión se queda en total silencio. Pasan unos minutos, cuando de repente, se empieza a sentir una extraña turbulencia.

—Papá que... —El avión lo hace de nuevo, esta vez con más fuerza haciendo que todos abran los ojos desmesuradamente.

—Por favor, manténganse en sus asientos. Estamos atravesando por una fuerte turbulencia. —La voz de la azafata llena el avión de nuevo.

Un grito que le helaría la sangre a cualquiera, los hace girar en sus asientos...

Un disparo.

—Andrew, ¿Qué está pasando? —pregunta Aurora con voz temblorosa.

Antes de que pueda responder dos hombres se acercan corriendo por el corto pasillo, armados.

Con desespero Andrew se libera de su cinturón, pierde el equilibrio por el movimiento extraño del avión y casi cae.

— ¿Quiénes son? —Exige sin ápice de miedo. Pero en el fondo lo sabe...sabe que esto es todo, y que él no podrá hacer nada para proteger a su familia.

Aquellos hombres sonríen con malicia.

El avión comienza a perder altura.

—Papá. —Avery mira aterrorizada las pistolas de los hombres.

Hace mucho que dejo de importarle la turbulencia.

Aurora esta inmóvil...El miedo ataca de diferentes maneras: puede hacerte reaccionar de manera estúpida, paralizarte o dejarte la mente totalmente en blanco.

—Que niña tan linda —arrulla uno de los hombres —. Lastima...Tú serás la primera.

— ¡No! —rugen Aurora y Andrew recuperando el habla.

Demasiado tarde...

El sonido del disparo resuena en todo el avión de nuevo.

Un hilo de sangre sale de la boca de Avery.

Un disparo limpio, directo al corazón.

Una muerte inmediata.

Aurora y Andrew lloran sobre su hija, aunque aquellos hombres no les dan mucho tiempo.

—Fabio les mando un mensaje.

El hombre pone un celular frente a ellos y un video comienza a reproducirse.

La cara de Fabio es lo primero que aparece y entonces, sus palabras llenan el silencio que siguió a la reacción por la muerte de Avery:

"Jure que me vengaría...y aquí estoy, nos vemos en el infierno".

Lo último que ellos escuchan, es la risa maquiavélica de los tres hombres que acabaran con su existencia.

Dos disparos más tarde, la familia Anderson-Reynolds, deja atrás la vida como todos la conocemos.

Los asesinos complacidos con su trabajo, rápidamente se dirigen a la cabina del capitán, cómplice de todo lo ocurrido.

—Dirige el avión a las montañas del parque nacional —ordena uno de ellos.

El traidor obedece y cuando llegan al lugar indicado coloca el piloto automático, los tres toman los paracaídas y saltan desde la compuerta trasera.

Desde abajo y reunido con el resto de los cómplices, activan la bomba que horas atrás, después de la revisión de rutina del avión, el piloto había colocado.

Observan complacidos como el avión explota en mil pedazos y con el, los restos de la familia Anderson.

Salen de aquel lugar, seguros de que nadie podrá descubrirlos pero se equivocan...No existe el crimen perfecto y allá, en la montaña, la caja negra del avión reposa entre los escombros.

La sombra del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora