Capítulo 11: No es tu culpa

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Capítulo 11

No es tu culpa

Gabriella

Mierda. El papa del hombre del que probablemente pueda estar enamorándome es un asesino.

Camino de un lado al otro arriesgándome a abrir un hueco en el piso.

Evan no me mira.

Tiene el rostro enterrado en sus manos y esta encorvado. Como si en este momento el simple hecho de respirar fuera una tortura para él.

Nuestras vidas son tan jodidas.

—Mierda —digo en voz alta —. ¿Estás diciendo que puede que tú papa haya provocado también lo de mi abuelo y el accidente donde mis padres murieron? Pero, ¿no está preso? ¿Te das cuenta de lo jodido que esto?

—Estoy averiguando si es posible que haya hablado con alguien que no sea familia en la cárcel...Fue mi culpa —murmura en voz baja levantando sus ojos para mirarme —. Pude haberles advertido. Nunca les dije que papa estaba planeando algo.

¿Qué? ¿Cómo en el mundo puede ser su culpa nada de eso? ¿Cómo podría él haber sabido que su papa era un psicópata asesino?

Él es solo una víctima más en esta historia.

No es el villano. Es solo un hijo que creyó que su padre no era capaz de hacer esa clase de daño...De causar tanto dolor.

Y entonces, me golpea.

Todo este tiempo él se ha sentido culpable.

— ¿Por eso no querías decírmelo? ¿Pensabas que yo te iba a culpar?

No responde nada.

Solo me mira parpadeando como si no entendiera mis palabras.

—Ahora estoy ofendida —espeto acercándome a él, quito sus manos y me siento en su regazo —. Nada de esto fue tu culpa —recalco cada palabra —. Créeme, no sirve de nada culparte, yo lo hice por unos meses, toda la mierda de "por qué yo estoy viva y ellos no. Debí haber muerto con ellos" no funciona auto flagelarse. No es como si el hecho de que tú te sientas miserable cambie algo. Las cosas no funcionan así.

Me mira por unos segundos mientras absorbe mis palabras y entonces, reacciona enredando sus manos alrededor de mi cintura pegándome contra su cuerpo.

—Quizás, si hubiera dicho algo, ellos hubieran sido más precavidos. Sé que tienes razón pero no puedo evitar pensarlo. Mi papa puede estar detrás de todo esto y si es así, yo no puedo permitir que haga más daño. No esta vez.

—Los quizás no existen, Evan. Quizás, si no hubiera saltado del auto estaría muerta... ¿Entiendes lo que trato de decir? No lo estoy. El tiempo no se puede retroceder. Las cosas son como son. El destino lo trazan las personas, y nosotros no podemos controlarlo todo.

Mis dedos se entretienen con su cabello sedoso.

Nuestras miradas están trabadas.

— ¿Cómo puedes ser tan...tú? —indaga cuando no puede encontrar un mejor adjetivo para describirme.

Me rio.

—Tenía dos opciones; dejar que el mundo me aplastara y la culpa me consumiera o levantarme y mandar a todos a comer mierda. Adivina cual gano... Tú también lo eres, ¿sabes? Cualquier otro se hubiera perdido a sí mismo, habría renunciado a todo pero tú, seguiste adelante.

—Eres increíble —afirma depositando un beso en mi frente —.Tenía miedo de que corrieras tan lejos de mi como te fuera posible.

Ruedo mis ojos.

La sombra del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora