Capítulo 35

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Estados Unidos - Miami,Florida.

No se arrepentía de él, porque se arrepentiría de su hija Anna y era lo mejor que tenía y lo mejor que tendrá por toda su vida. Sólo no comprendía como la intolerancia no había no solo arruinado una vida, si no cuatro, cuatro vidas. La propia, su ex amante, su esposa y su hija. ¿En qué clase de mundo viven?.

Recolectando las respuestas se dio cuenta del problema, no era Dios, eran las personas, no era la religión, eran los religiosos, no eran las personas, eran las costumbres incompetentes. Como en el siglo XX, los blancos compraban y esclavizaban negros, llevo mucho tiempo para que estos se libraran, quedando en libertad en los noventa. Quizás si todos nos uniéramos, quizás que dejaramos de pensar que. Heterosexualidad es sinónimo de humanidad. Todos y cada uno lo somos sin importar orientación, color de piel y religión. La vida es compleja y ella lo sabía, también se aclaró su duda. Religioso no siempre son los mejores y ateos no siempre son los peores, si no vas más allá, sobre tu forma de ser y expresarse. Viendo ella el claro ejemplo en su hija, una mujer paciente con sueños grandes, cuidando y protegiendo a quien amaba. Y sus ex suegros, hombres rígidos que obligaron a su hijo único a cambiar y llevándolo al suicidio solo por ser homosexual.

Y pensar que a pesar de todo ella lo seguía amando, toda una vida viviendo de mentiras, toda una vida llena de sentimientos falsos. Tomó de su café en aquella cafetería de la cual ella era dueña, deseaba sentirse productiva y mantener su mente en otros asuntos. Y lo vio llegar, un hombre de raza negra, que siempre llegaba en las mañanas para su desayuno y su café, hablaban por un rato, él movía su sombrero como reverencia y se iba.

-¡Hola Rose! - le sonrió, mostrando sus dientes blancos y su rostro se arrugó.

-Hola, Marion - sonrió - ¿Lo mismo de siempre? - él asiente - ¡Bien!, ¡Trabajando unos huevos revueltos para ti! - respondió la mujer mayor.

Marion estaba completamente nervioso, desde que vio a Rose le había llamado la atención pero se sentía ridículo, teniendo en cuenta que se sentía viejo, acabado y feo. Pero su nieta pequeña de tan solo ocho años le dio unas palabras tan sabias que aun estaba sorprendido.

«Tiene derecho abuelito de ser feliz, a la abuela le hubiera gustado, y no se preocupe por la edad, sólo preocupese por ser feliz, nunca se es muy grande para querer jugar, como yo mire» mostrándole su oso de felpa.

Y lo tenía decidido, la invitaría, aunque estaba consciente que la mujer de cuarenta y cinco años pudiera negarse a salir con un hombre de cincuenta y cinco.

Rose regresó dejándole el plato en la barra, donde siempre él se sentaba.

-Espero lo disfrutes, ¿Como esta la familia - preguntó, revisando la caja registradora.

Suspiro - Bien Rose, corriendo, de un lado a otro, los nietos, la vejez - se rasco la cabeza.

Niega y le sonríe - Yo lo veo bien.- aunque quizás fue más un susurro.

- Me preguntaba ¿Te gustaría salir un día? - los nervios se habían dado lugar, aunque él trataba fingir serenidad.

Sonrió, lo había querido desde ya unos días - Antes de eso, quiero decirte que soy madre, y que mi hija es homosexual ¿Tienes algún problema con ello?, porque no dejaré a mi hija a un lado así tenga cuarenta años - y era así, para ella lo primordial era Anna. Sólo Anna.

La vio sorprendido, él era un hombre que pensaba que la homosexualidad era algo erróneo pero no le daba importancia alguna, aunque no le apetecía tenerlos cerca - Yo.... - las palabras no salían de su boca.

- No te sientas obligado, la homosexualidad es normal, imagínate antes discriminan y esclavizaban a los negros, no los dejaban comer en la mesa y mira ahora - se dio la vuelta y le vacío café en una taza a una rubia joven.

-Entonces ¿Aceptas? - insistió él.

-Claro, cuando cierre el local, a las siete - ambos sonrieron.

Él sintiéndose joven y ella sintiendo que quizás la amarían como nunca lo hicieron.

**
Mandy había perdido la cuenta de cuántos tragos había tomado, desde que tenía tiempo a solas no hacia mas que martirizarse.
Incluso alucinando con un pequeño diablillo en su hombro izquierdo. Estaba completamente borracha, llorando como si se tratase de un bebé, abrió la puerta de su auto, y se dispuso a manejar sin sentido alguno, teniendo en claro algo. Primera muerta antes de ser madre de mujeres lesbianas.

Lanzando el auto en un precipicio de la carretera hacía la hermosa playa de Miami.

-Primero muerta - mascullo y apretó el acelerador.

Cayendo el auto a unos diez metros de altura y acabó con su vida.

En la cárcel, Ricardo estaba agonizando, estaba cansado y marcado, lo habían usado como una puta todos estos días.

Llevaba solo una semana, y parecía que estaba viviendo un infierno.

-¡A ver puta! - lo llamó uno de los reos - Ven, quiero que me la chupes un rato - se empezaron a reír y él se acercó temeroso - ¿Ahora sientes miedo? - él no contestó - ¡Eso mismo sentía tu hija! ¡Maldito animal! - llevó su pie en el rostro de Ricardo.

-Aquí hay una regla ¡Los hijo de puta como tú se mueren! - gritó - Hay tantas putas afuera para atreverte a violar y lo peor a tu hija ¡Aquí no lo aceptamos! - volvieron a golpearlo.

Ese mismo grupo recibía a cada reo nuevo, si era asesino lo ignoraban, ladrón. Pero cuando se trataba de violaciones sobre mujeres y niños, tomaban la justicia por su mano, cada uno del grupo condenado por cadena perpetua, asesinatos, lavado de dinero y drogas. Así que no tenían nada que perder, absolutamente nada.

**

-Lo he traído para ti - Anna abrió la puerta y Selena le sonrió - No sabía si te gustaría el de chocolate o vainilla pero te traje ambos, es porque te gusta el helado de chocolate pero no los chocolates, te gusta el pastel pero no de chocolates pero si la bebida de chocolate con leche - Selena se le acercó y la beso en los labios - así que espero te guste - concluyó.

- Me gusta el nuevo cuadro que hiciste, no usaste colores claros si no oscuros, ¿Abstracta?- Anna asentó - me gusta ¿Cómo la llamarás? - preguntó.

-Se llamará ángel - Selena la vio y Anna le sonrió - no me veas así, la llamaré así, porque tiene colores claros pero también oscuros.

-¿Por mi? - pregunta y Anna la abraza por la cintura, empezando a dar vueltas y fingiendo pensarlo - ¡Dime!.

- Sabes que todo lo que hago es por ti, todo lo que dibujo y pinto, eres mi musa, y sabes qué. Mancille a mi musa - ríe y Selena le deja un golpe en el hombro.

-¡Que tonta!.

-¿Cómo te sientes ahora? - Anna deja su chaqueta sobre el sofá.

-¿Respecto a qué? - pregunto Selena sacando de la bolsa de papel un muffin sabor a chocolate

- A todo...

-Como si fuera libre, siempre viví en una jaula, siempre viví reprimida y sólo pensaba en cuando sería libre y en las cosas que podría hacer, siempre decía cuando sea libre haré muchas cosas - muerde em muffin - delicioso.

-Puedes hacer lo que quieras, puedes conocer a quien quieras, siempre vi algo especial en ti, llámame loca pero sabía que ibas a ser mi novia, pero no que viviríamos juntas - levantó las cejas repetidas veces.

- Mujer convencida - coqueteo Selena - me siento cansada ¿Podemos ir a descansar un rato? - era mentira apenas eran las dos de la tarde. Solo era una excusa para hacer el amor con ella, como lo hacían siempre.

-Yo tambien me siento cansada - mordió su labio inferior - Vamos amor - le extendió la mano a Selena y se fueron a su habitación.

Volviéndose a entregar al amor, el deseo y la pasión, todo lo que habían esperado para estar como estaban. Deseando que esa burbuja llena de amor no se explotara, donde sólo existían ellas dos y su amor.

Esa noche Anna tenía una sorpresa para Selena.

Le pediría casarse con ella.

Cuando Sea Libre |Selena Gomez| •Editando•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora